martes, 27 de septiembre de 2005

Vespasiano, el emperador ahorrador

La política y el humor son dos profesiones parecidas. Quizás la diferencia más palpable es que, si bien el humorista se suele dar cuenta de cuando sus chistes empiezan a dejar de tener gracia, el político nos sigue intentando engatusar con las mismas chanzas, año tras año. Si Vespasiano no hubiese sido lo primero o hubiera nacido en otra época, posiblemente se habría dedicado a lo segundo, porque gracia, como vamos a ver, le sobraba.

Tito Flavio Vespasiano había vivido en Roma muy poco. Nacido en provincias, en Rieti, abrazó en seguida la carrera militar lo que le llevó un poco a todas partes. No era noble, sino que pertenecía a la pequeña burguesía o, lo que es lo mismo, las distinciones y el estipendio se los había ganado con mil y un sacrificios y gracias sobre todo a sus dos virtudes principales: Una disciplina a toda prueba y un sentido del ahorro que rozaba la pura tacañería. Fue general del Emperador Claudio en las campañas de Britannia y comandante de las legiones de Siria bajo Nerón, al que detestaba. Después del espantoso interregno que siguió a la muerte de éste, Vespasiano asumió el mando de las legiones danubianas y venció a las de Vitelio en la batalla de Cremona, lo que le dejó franco el camino hacía el poder.

Tenía sesenta años cuando subió al trono pero los llevaba bien. Calvo, con una grandes orejas cubiertas de pelo a lo Manuel Fraga, tenía el rostro claro y franco y su mirada intensa trasmitía una enorme seguridad; detestaba a los aristócratas a los que consideraba unos zánganos y nunca sufrió la tentación esnobista de intentar hacerse pasar por uno de ellos. Cuando un heráldico, para adularle, fue a comunicarle que había buscado sus orígenes y descubierto que descendía del mismo Hércules, estalló en una sonora carcajada y mandó al pobre desdichado a descargar pescado en los muelles del puerto de Ostia. No soportaba las sofisticaciones. En otra ocasión, recibió a unos embajadores procedentes de Oriente y, molesto por los ropajes cubiertos de pedrería que portaban y su insoportable olor a perfume, prefirió tratar con sus esclavos a los que consideraba más recios y, por tanto, más dignos de confianza.

Lo primero que hizo fue reorganizar el ejército y las finanzas. El primero le arrendó en exclusiva a oficiales de carrera, casi todos provincianos como él. Para las finanzas, escogió el camino más expedito: el de vender, a un precio carísimo, todos los cargos públicos. “De todas las maneras – decía – todos son ladrones, y en cierto modo les fomentarlos a serlo; mejor que vayan adelantando al Estado un poco de lo que roban”. El mismo método eligió para reorganizar el fisco. Lo confió a funcionarios escogidos entre los más rapaces y esquilmadores y les soltó con plenos poderes en todas las provincias del Imperio. Una vez completada su labor, los prendió, les confiscó todas sus ganancias, restituyó una pequeña parte a los afectados y con el resto, dejó las arcas imperiales en un estado que no habían conocido desde Augusto. Cuando su hijo Tito, que era un puritano, protestó, Vespasiano le respondió “yo hago de sacerdote en el Templo. Con los bandidos, hago de bandido”.

Tiempo después, un poco harto de las labores del principado, cedió la mayoría de los poderes a su hijo Tito, de natural una buenísima persona que lo pasó fatal reprimiendo la insurrección Judía del año 70 d.C. y el experimento, por supuesto, no funcionó. Ante la tesitura de tener que elevar a su otro hijo, Domiciano, que era un déspota y un conspirador pero sin la mano izquierda del padre, optó por continuar personalmente con la responsabilidad imperial, a pesar de que los años empezaban a pasarle factura. Tras una década de sabio reinado, el más sabio que gozara Roma después de Augusto, Vespasiano volvió un día a Rieti de vacaciones; se le ocurrió la mala idea de enjuagarse los riñones con agua de Fuente Cottorella. Sea que la cura no era la adecuada, o que se hubiese equivocado en la dosis, el caso es que fue presa de fuertes cólicos y en seguida se dio cuenta de que no había remedio. En aquella Roma de zalendas y adulaciones en que era costumbre divinizar a los Emperadores tras su muerte, Vespasiano exclamó, guiñando un ojo ante su familia – vae, puto Deus fio o "¡Vaya!, parece que me vuelvo un Dios". Después de tres días y tres noches de disentería y amarillo como un limón, se levantó, miró a los circundantes que a su vez le contemplaban asustados y de desplomó, después de gritar a carcajadas – "Si, ya lo sé, pero un Emperador debe morir de pie". Era el año 79 d.C.
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PD: Seguimos con los acertijos... por veinticinco pesetas ¿qué extraño impuesto empezó a recaudar Vespasiano en el 71 d.C. y qué era lo que gravaba? vamos, vamos... ¡que es muy fácil!

15 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que reconocer que a Vespasiano no le faltaba sentido del humor. Yo creo que con Augusto fue uno de los mejores emperadores que tuvo Roma. En cuanto a los impuestos él trató de sacar dinero de donde fuera para sanear las arcas del Imperio y lo consiguió.
El impuesto de la pregunta supongo que por curioso, será el que gravaba el uso de las letrinas públicas porque impuestos los puso a montones como por ejemplo los que cargó sobre los judíos solo por el mero hecho de serlo.
Jaja, espero ganar esa fortuna para las próximas vacaciones.
Un asaludo

Luis Caboblanco dijo...

Ole, ole... premio para la señorita del fondo. Efectivamente, Vespasiano gravó el uso de las letrinas públicas con una tasa, y el no uso de ellas, lo castigó con una multa con lo que, o pagabas o pagabas. El asunto llegó a tener cierto tono de chufla porque los romanos llegaron a llamar a las letrinas como "vespasianas" y parece que incluso a algún senador las llamaba por el nuevo y jocoso nombre. Cuando Tito protestó a su padre acerca del origen del dinero que recaudaba, este le acercó un sextercio a la cara y dijo "¿huele a algo?"...

Anónimo dijo...

¡Qué bien!, es la primera vez que gano un premio.
Lo que no sabía es lo que relatas al final entre Vespasiano y Tito,a saber a lo que olería, jaja.
Un saludo y a continuar que Roma da para mucho.

Turulato dijo...

¡Vaya con doña "Leo.."!. Tenía la respuesta "en la punta de la lengua" cuando ha contestado lo de las letrinas...
Y del emperador lo que más me ha gustado es que sabía vivir sin necesitar a los demás.

Luis Caboblanco dijo...

Pues sí Turulato, su principal virtud es que sin duda se trató de un hombre con las ideas muy claras. Para muestra un botón; cierto día un maestro griego daba calses de retórica a un Vespasiano ya general de los ejército del Emperador Claudio. El ejercicio se trataba de una declamación para convencer a un oponentes de las virtudes de la pax. Después de oir pacientemente el texto, Vespasiano preguntó - ¿Y esto...lo digo antes o después de golpearle con mi espada? El retórico, apesadumbrado, le reprochó su actitud, intentándolo convencer para seguir el camino del diálogo y Vespasiano le espetó - ¡que más quisiera yo!

Un hombre de ideas muy claras...

Anónimo dijo...

Una vida muy interesante o ¿gratificante? Supongo que depende desde donde se mire.

Leodegundia enhorabuena por el premio.

Unknown dijo...

Pues he de confesar que lo único que conocía yo de Vespasiano era el nombre.
Pero después de esta brillante explicación pasa a convertirse en uno de mis personajes favoritos.

Grial dijo...

Como bien dice Leodegundia uno de los mejores gobernantes de Roma..
Muy interesante el post, todo un regalo para los amantes de la historia .Felicidades Leodegundia!!
Gracias, un beso :)
Pd.El tema de los templarios (es fácil de imaginar) es un tema que me ha apasionado desde siempre, pero lo mio son los libros, y en los libros referentes al tema no abunda precisamente la calidad, hay muchos, pero pocos buenos..

Luis Caboblanco dijo...

Pues efectivamente Grial, la bibliografía sobre el tema es escasa, errática en sus contenidos y demasiado tendente a lo mitológico en sus conclusiones. Muchas veces se nos olvida que la forma más clara de atacar la Historia es mediante el estudio de sus hombres y sus vivencias. Suele ser un método más inócuo y más sincero.

Pero como siempre hay una excepción que confirma la regla, existe un fabuloso libro que estudia el fenómeno templario con una sutileza excepcional; su autor es el español Jesús Mestre Godes y su título, "Los Templarios" (Círculo de lectores). Está maravillosamente escrito y es una delicia, hasta para los no amantes del tema.

Telémaco5, encantado de conocerte; espero verte más por aquí.

Turulato dijo...

¡Enhorabuena Luís!. Me alegra sobremanera que te hayan "descubierto" y que tu rebotica esté tan concurrida.
Un abrazo

almena dijo...

hola caboblanco! he estado fuera unos días y a mi vuelta me recreo con tus didácticos y curiosos post. Consigues generar pasión por la Historia :-)
ah! también me ha encantado la referencia que haces a ese libro sobre los Templarios. Me fascinan.
A Leodegundia ¡enhorabuena por su premio! estoy segura de que ha sido el primero pero no será el último.
Los comentarios de tus lectores y tus réplicas, completan y redondean extraordinariamente tus artículos.
Saludos!

Luis Caboblanco dijo...

Almena, la calidad de un blog la dan sus lectores, al igual que a un restaurante se le identifica por sus comensales. En este sentido, no puedo estar más complacido..

Un Saludo.

Anónimo dijo...

Vaya con Vespasiano, que morro se gastaba y qué ideas más retorcidas. Y ahora nos quejamos de los wcs esos portátiles en los que hay que echar una monedilla...... ya viene de lejos, ya, jajaajajaa.
Entonces qué ha ganado Leodegundia ?? 25 pesetas ??? de las antiguas ??? igual tienen más valor del que pensamos......
Ayer vine a ver tu blog (no recuerdo dónde vi el enlace) y no dejé comentario, pero fui al blog de Leo para ver si te conocía ya que imaginaba que tu blog le interesaría y vi que ya os conocíais. Hoy te he visto por mi blog y me he animado a volver y dejar unas letrillas, por lo que veo bastantes, así que paro ya.
Ahh, si te soy sincera, prefiero los perros a los gatos, son mil veces más cariñosos y leales, pero por egoísmo (apenas tengo tiempo libre y no puedo ocuparme de un perro como merece, sacándolo todos los días) opté por un gato, o mejor dicho él optó por mi, ya que se cruzó en mi camino.
Besurris.

Luis Caboblanco dijo...

Hola Ladina. Efectivamente Leo y yo somos conocidos desde hace poco. En cuanto a lo de los gatos y perros, quizás sea verdad eso de que es la mascota la que te elige a tí...

Anónimo dijo...

Ninguna mención a Indro Montanelli y su Historia de Roma, base, con algunos retoques del texto sobre Vespasiano