miércoles, 19 de noviembre de 2008

¡Que inventen ellos!

El submarino de Isaac Peral, en la actualidad



¿Cúal es el pasatiempo preferido del español medio? Quizás ver a Antonio Lobato dorar la píldora a Fernando Alonso los Domingos a la hora de comer... ¡no!... quizás ir de cañas con los amigos por los populosos barrios del centro de nuestras ciudades... ¡no! puede que entonces sea cantar a voz en grito los goles del equipo de nuestra tierra aunque ya no tenga ningún jugador de nuestra tierra... ¡no, no y no!... la principal ocupación del español medio es, en cuanto que la posición o el cargo lo permiten... joderle la vida a otro, o al menos intentarlo. Ya en serio... no cabe duda de que estoy generalizando, pero dicha generalización siempre trae causa de un hecho más o menos repetido en el tiempo que la explica o justifica y aquí, en Iberia, los que no han ido de quijotes en su lucha contra los molinos, es porque han ejercido de molinos mismos...

Pero centrémonos; a finales del siglo XIX, a la gente de todo el mundo la daba por inventar. Media humanidad intentaba hacer progresar a la otra media a base de parir curiosísimos artilugios que, con un éxito dispar, intentaban mejorarnos la vida o hacernos poseedores de nuevas capacidades. En medio de este maremagno creativo, ni tan siquiera los hispanos pudieron quedarse al margen y uno de ellos, cartagenero para más señas, contribuyó particularmente al progreso, por más que acabaran tomándole por el pito del sereno. Estoy hablando de D. Isaac Peral y Caballero.

Isaac, aparte de marino y militar fue, qué duda cabe, científico. Y polifacético también, ya que entre inventos de menor monta, estudios y ensayos, le dio tiempo a distinguirse en variadas acciones militares, como en la Guerra Cubana de los Diez Añosojo, no la gorda... – o en la Tercera Guerra Carlista a pesar de que era más bien enjuto, de constitución bastante débil y con tendencia a agarrar cualquier infección o virus que andara por allí cerca. En un momento dado, cuando el pobre debía ya caminar de lado debido al peso de las condecoraciones que había ganado, va Alemania y le da por discutirnos la soberanía de las Islas Carolinas, un archipiélago de poca monta que nadie en nuestro parlamento tenía muy claro ni donde estaba pero que ¡coño!... fue tocárnoslas, y las sentimos muy nuestras. En medio del fregao, Isaac peral se consideró en la obligación de comunicar al alto mando que, en sus ratos libres, había resuelto el reto de la navegación submarina... ¡casi nada!. Después del sofoco inicial, a nuestro jerifaltes de entonces no les quedó otra que analizar rigurosamente su proyecto que, después de concienzudos análisis, se reveló como plausible.

Al mandamás de aquellos tiempos en nuestra marina, el Almirante Pezuela, la idea de acercarse sin ser detectado a un barco y largarle un torpedo en medio del casco – los torpedos no se lanzan, se largan... – le ponía loquito pero a sus sucesores, cualquier tipo de adelanto tecnológico les parecía un atentado contra la única y verdadera forma de guerrear y empezaron a parar el proyecto, primero de forma sibilina y más tarde a cara descubierta. Sin embargo, y gracias al empeño personal de la reina María Cristina, Peral consiguió por fin botar su nave el 8 de septiembre de 1888.

El submarino, con arreglo a los cánones de la época era de caerse de culo; perfectamente dimensionado, maniobrero, equipado con periscopio, instrumentos variados y varios torpedos, tenía un complejo sistema que además de permitirle navegar el todo momento a la profundidad deseada por su capitán, lo mantenía equilibrado. Sin embargo, muy pronto empezaron a manifestarse los inconvenientes más graves en forma de falta de financiación y sobre todo, de exceso de envidia. La prueba que debía ser definitiva y que el propio Peral solicitó, atravesar sumergido el estrecho de Gibraltar, fue denegada vaya usted a saber porqué y su figura empezó a ser vilipendiada desde el propio Ministerio de Guerra, corporaciones industriales e incluso algunos periódicos afectos al gobierno. Isaac, extraordinariamente dolido, se defendió como gato panza arriba e incluso publicó artículos en los que explicaba lo sucedido pagándolos de su propio bolsillo pero, hastiado, solicitó la baja en la marina y se dedicó, con cierto éxito, a fundar empresas relacionadas con la producción de energía. Triste y enfermo, en abril de 1895 puso rumbo a Alemania para intentar operarse de un tumor cerebral que padecía. La intervención se realizó de forma favorable pero una mala aplicación de las curas le ocasionó una virulenta meningitis que acabó con su vida solo unos días más tarde, el 22 de Mayo de 1895.

Descansa en paz Isaac. Tu invento funciona de miedo...


CLAVES
  • Isaac debió inteligente hasta decir basta. De naturaleza reflexiva, tenía gusto por los números y era una eminencia en álgebra, física y geometría. De hecho, sus compañeros de promoción, extrañados de verlo todo el día entre libros, le apodaron "Isaac el profundo"
  • Aunque el submarino ya estaba "inventado" y varios europeos trabajaban en diversos prototipos desde tiempo atrás (entre ellos el gironés Monturiol) el mérito de Peral fue integrar, aparte de todo lo mejor de cada uno de ellos, un novísimo sistema de propulsión eléctrica que hacia la nave realmente manejable.
  • Con las primeras pruebas de su invento, Isaac se convirtió en un héroe popular que, en aquella España que iba de disgusto en disgusto, que estaba en manos de las más ordinarias personas y por la que campaban a su antojo el resentimiento y la envidia, equivalía a estar condenado, de facto.
  • Hasta el mismo momento de su muerte, Alemania intentó comprar la patente al español, sin éxito. Éste, hasta el mismo momento de su muerte, intentó que el gobierno español los produjera en serie, sin éxito.
  • Hoy, muchos años más tarde, España va a disponer en breve de cuatro de los más modernos submarinos no nucleares del mundo, de construcción básicamente nacional. Espero que tengan la delicadeza, o la decencia, de poner su nombre a uno de ellos.

5 comentarios:

padawan dijo...

Así nos va. La envidia y el cainismo son los peores males de este país

Carmen dijo...

Aquí estoy para devolverte la agradable visita que me has hecho.

He paseado un rato por tu blog y me gusta mucho.

Esperemos que uno de esos submarinos, no nucleares, lleven el nombre de Isaac Peral.

Nos leemos

Saludos!!!

antonio dijo...

Cuanta razón que tienes, si en este país la gente no se envidiara tanto y colaborara un poco... que no podríamos hacer. En fin, resignación y hacer uso de otra de nuestras virtudes patrias, el sentido del humor.

Un saludo y gracias por tu blog, es tremendo.

Ligia dijo...

Muchas gracias por tu visita a mi blog. La historia sobre Isaac Peral me ha precido muy interesante. Abrazos

Edem dijo...

De echo, un Almirante Norteamericano, (perdon, porque no me acuerdo del nombre), decia que, "Con uno de esos en la entrada de Santiago, se hubiera podido cambiar el rumbo de la guerra". Y es que... un submarino como el de Peral, en 1898, solo uno, y la historia hubiera podido cambiar. Este pais a veces da pena...