miércoles, 28 de septiembre de 2005

El aguila de la novena

¿Quién puede decir que nunca ha perdido nada? Todos nosotros, en el autobús, en un banco del parque, en la butaca de un cine, nos hemos dejado en alguna ocasión un móvil, un bolso o las llaves del coche, por ejemplo. De la rapidez con que seamos capaces de dar media vuelta y de la buena voluntad de jardineros o acomodadores depende que el asunto se convierta en un drama… o se quede en un pequeño susto. Perderse, se puede perder todo: la vergüenza, la cabeza… hasta el corazón; hay gente que pierde cosas constantemente y luego lo va encontrando todo con pequeños días de diferencia, de manera que cada jornada se convierte en una especie de cumpleaños en el que a cada poco, te toca algo. Incluso el Imperio Romano perdía cosas… ¿cómo… que qué fue lo que perdieron? Nada… una tontería… ummm…

… una legión completa…

No…no estoy diciendo que el enemigo la masacrara, como les paso a las XVII, XVIII y XVIIII en el Bosque de Teotoburgo en el año 9 d.C, ni que un castigo diezmara la unidad en cuestión con motivo de una guerra civil o como represalia por un demérito. Estoy diciendo, pura y llanamente, que las altas instancias del Imperio nunca supieron que fue lo que pasó con ella en realidad. La historia de esta unidad, la Legio IX Hispana, ha inquietado a los estudiosos durante décadas y ha quedado en la imaginación pública como ejemplo supremo de misterio militar. La "Hispana" tiene sus orígenes en un grupo de cohortes que lucharon a las órdenes de Julio Cesar en la Galia entre los años 58-49 a.C. y que estaba compuesto, en su mayoría, por oriundos de la piel de toro. En el año 13 d.C. fue trasladada a los Balcanes y en el 43 d.C. el Emperador Claudio se fijó en ella para acompañarle a la conquista de Britannia. Hasta aquí, todo normal.

A través de lápidas, estelas funerarias de centuriones e incluso inscripciones en picos y azadones, sabemos que en el año 60 d.C. se estacionó en Lincoln y a partir del 70 d.C. estuvo en York, colaborando en la construcción de una red de calzadas que a la postre uniría dicha ciudad con Londres o Londinium. Además, gracias a unos cascos encontrados en el límite entre Inglaterra y Escocia, estamos seguros de que, años más tarde, marchó con Julio Gneo Agrícola para zurrar la badana a los abuelos de los escoceses, los escottos, y que culminaron con una gran victoria en el macizo montañoso de Mons Graupius. Después regresó a York, donde permaneció muchos años hasta que en el 115 d.C, una mañana, partió entre la bruma y a partir de ahí… la nada.

Y ¡ojo! actualmente podemos reconstruir con absoluta precisión la trayectoria, desde su origen a su disolución, de la práctica totalidad de las unidades legionarias romanas; y ese periodo abarca en muchos casos la friolera de más de ¡400 años! Por eso esta “desaparición” es tan excepcional. Para explicarla, estudiosos de todo el mundo han propuesto varias teorías: quizás fuese destruida en la frontera norte, o puede que se la trasladara a otra punta del Imperio (hecho del que seguro quedaría constancia) o es posible que, descendiendo de españoles, se fueran todos de puente... El caso es que años más tarde, varios gobernadores enviaron sucesivas expediciones para intentar encontrar cadáveres o supervivientes, sin resultado alguno, con lo que Adriano hizo traer desde el continente a la Legio VI Victrix para reemplazarla. La teoría más novedosa, y que podría resultar la más convincente, es que la unidad marchó hacia el norte y, simplemente, no volvió. Esta versión de los hechos ha sido el tema central de la novela “Eagle of the ninth” de Rosemary Sutcliff (1964). El título de esta se inspiró en el descubrimiento hace mucho tiempo, en Silchester, de una pequeña águila de bronce que la autora identificó inmediatamente con el estandarte de la Legión IX. Humildemente, he de discrepar con Rosemary; la forma del ave y la ausencia de alas no coinciden con la apariencia de las Aquilas legionarias con lo que seguramente se trate simplemente de una estatuilla votiva de bronce, de las usadas entonces para realizar ofrendas.

El misterio continua...

PD: En el texto aparece una "errata latina" usada a propósito... ¿alguien sería capaz de localizarla y de decirme por qué no se trata de una errata en realidad?


15 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesantísimo el tema de la desaparición de la legión, ya había leído yo sobre ello, es posible que su desaparición se debiera simplemente a que decidieran licenciarlos pues en aquel tiempo hacían y deshacían legiones según las necesidades, ¡quien sabe!.
Esa figura de águila no me parece a mi tampoco que perteneciera a un estandarte romano, pero en fin, sólo es mi opinión.
La errata a la que te refieres pudiera ser la forma de escribir la legión XVIIII utilizando cuatro I en lugar de las tres que nos enseñaron a poner como máximo, pero en aquellos tiempos creo que se escribía también de esta manera en lugar de XIX que pondríamos nosotros. Espero no haber metido la pata profe.
Un saludo

Anónimo dijo...

Hola Caboblanco, en el comentario que haces en mi blogs comentas que escribes al ras de suelo, a mi no me parecio verte arrastrar en ningún momento.
Yo perder, he perdido demasiadas veces la cabeza, pero siempre logro encontrarla.
Dificil es perder una legión y no volver a saber de ella.
He leido detenidamente el texto y solo he visto como dice Leodegundia
la errata en el siglo XIX, pero no se me fije en otro detalle( para zurrar la badana a los abuelos de los escoceses) nunca escuche esa expresión.
aclaralo tú.
Un beso y gracias por tu visita volveré.

Luis Caboblanco dijo...

Leodegundia, ¡has vuelto a ganar! Efectivamente, en latín clásico existe la posibilidad de poner cuatro "palitos" si queremos representar la cifra cuatro, en vez de anteponer un I al V. Esto solo es factible en lápidas, inscripciones funerarias o simbología militar. En cuanto a lo de que hacían y deshacían legiones a voluntad, he de darte la razón... a medias. Lo de cargarse unidades y crear otras de la nada se acaba con Augusto, que recibe 60 legiones tras la guerra civil, y solo mantiene a 30 de ellas (Ya me dirás donde te mando el premio...)

Hola Darilea; cuándo indiqué que mi escritura se desarrolla a ras del suelo, quise decir que escribo muy, muy pegado a la realidad y que me cuesta mucho más hablar de sensaciones. Por eso mismo me gustó tu blog... por el contraste. La badana, es la tira de cuero que circunvala el interior del sombrero. Por eso, "zurrar la badana" es golpear la cabeza... Encantado de hallarte por estos lares.

Turulato dijo...

No tengo ni idea de lo ocurrido, pero me vuelve a pasar por la cabeza una sensación que he tenido en muchas ocasiones.
Cuando leo algún hecho histórico sobre asuntos militares o bélicos -que no son la misma cosa- siento el "pálpito" de que falta algo: El sentimiento del soldado.
¿Has leido "La sombra del águila" de Arturo Pérez Reverte?. Describe el intento de "disolverse en la bruma" de una unidad del Marqués de la Romana..
Entre "unos y otros" han mantenido viva la imagen de que el soldado "está por la labor".. Así encubren la verdad; que son "ellos", los gobernantes, quienes no se entienden y desarrollan las guerras.
Y los soldados lo que anhelan es salir de allí como sea.. Dejar atrás el miedo y la sangre.
Es dificilísimo que deserte una unidad al completo.. Dificilísimo; pero no descartable.
Y sí así fué no deberían buscar sus huellas donde "los envolvió la niebla", sino donde ellos querían descansar...
¿De donde eran esos hispanos?

Luis Caboblanco dijo...

¡Fenomenal Turulato!; investigar sus deseos, sus convicciones, en definitiva... su corazón. Estos soldados eran descendientes de Hispanos y estamos hablando de 4 o 5 generaciones de diferencia y ¡ojo! quizá de españoles ya tuviesen poco porque la unidad se movió por varias destinos hasta llegar a Britannia. El asunto se complica..

Briseida dijo...

Me fascinan estos misterios de la historia. No puedo evitarlo, atraen especialmente mi atención los hechos para los que no puede encontrarse explicación.
Felicidades de nuevo a la magnífica Leodegundia y, por cierto, hay aún hoy día otra aplicación en la que el cuatro romano se escribe siempre IIII. Siempre lo encontrareis escrito así ¿sabeis dónde?
Os dejo mi propia pregunta...
:-)

Luis Caboblanco dijo...

Hola Almena; he de asumir que no tengo ni puñetera idea de cúal es esa aplicación. Le he dedicado varios ratos y nada...¡Usted dirá!

Anónimo dijo...

Pasé de visita y veo que aunque no hay nueva actualización, si hay nueva pregunta planteada por mi amiga Almena, lo siento, yo tampoco se la respuesta, así que volveré para conocerla y rebajar un poco mi ignorancia.
Un abrazo para los contertulios.

Briseida dijo...

Pues claro que saben ustedes la respuesta, Caboblanco y Leodegundia. La ven ustedes varias veces al día cuando miran su muñeca temiendo llegar tarde a algún sitio...
:-)
¿a que sí?

Anónimo dijo...

Almena, lo siento, pero si te refieres al reloj, no lo uso y los relojes que tengo en casa no tienen la numeración romana.
De todas formas me servirá para fijarme cuando vea un reloj con ese tipo de numeración.

Anónimo dijo...

Otra véz que me vuelvo a enterar de cosas a traves de un blog. Genial.
No sabia lo de los cuatro palitos.
Y lo de la legión, tratandose de oriundos hispanos,no me extraña que lo mandaran todo al carajo y santas pascuas, porque en españa somos asina.
La foto por la que preguntabas, está en internet. De hecho, hay miles de ellas en la red.
Un saludo.

Luis Caboblanco dijo...

Almena, tienes razón. Mi padre tenía un viejo relog de pulsera en el que el 4 eran cuatro rayas la mar de hermosas.

Hola, él. Los hispanos empezamos siendo enemigos del imperio y acabamos surtiéndoles de lo mejorcito de su infantería. En el 69 d.C. en plena rebelión de Julio Civilis (ya hablaremos) los restos de dos legiones se salvaron de perecer porque una Alae de celtíberos (antiguos sorianos o conquenses) cargó a cuchillo contra las tropas bátavas. A partir de aquel día los generales romanos se mataban por incluir contingentes de hispanos en sus ejércitos...

Luis Caboblanco dijo...

Hola Dianora...

No te conozco, pero tienes un nombre precioso. Siempre serás bienvenida; espero que el silencio torne pronto en locuacidad.

Anónimo dijo...

Bueno, es que quitando Teutoburgo y algunas batallas mas (Arausio, Burdigala, etc...), los historiadores romanos no hablablan de sus derrotas.
Roma era invencible, victoriosa, y las batallas que perdian nunca habian pasado. Por supuesto, sabemos que eso no fue asi, pero es lo mas probable que sucediera. O bien fue aniquilada por los judios en 132 (Adriano), o bien contra los Partos. Esto era muy raro por extraño que parezca. Una legion consideraba perdida la batalla cuando perdia un tercio de sus hombres. Que lucharan hasta el ultimo hombre y desaparecieran era algo que pasaba en contadas ocasiones. Por ejemplo la decimotercera de Cesar, (que despues reconstruyó), las 3 de teutoburgo y las aguilas de Craso. Como veis, echos puntuales.
En cuanto al aguila... lo primero, deberia ser de Plata, tal como lo instituyó Cayo Mario. De bronce no vale XD. Asi que esa es una copia o es de otra epoca.
Edem.

Anónimo dijo...

Este es un tema interesantísimo. Dejadme que os diga que ahora se va a publicar el libro "El águila de la novena legión".
Lo he visto en esta página: hechadle un ojo, parece un muy buen libro.

http://www.plataformaeditorial.com/cont/novedades/novedades_sola_cas.php?idField=52&table=novedades