La viruela es una enfermedad extremadamente contagiosa que diezmó a la población americana desde el mismo momento de la conquista del Nuevo Mundo. Las huestes hispanas, aparte de espadas, ballestas y arcabuces, iban acompañados, sin saberlo, por toda una suerte de virus desconocidos en los territorios americanos, que iban a ejercer de terribles armas de destrucción masiva; los españoles mataron, pero las infecciones que portaban mataron a muchos más. Y lo peor es que aquello no parecía tener solución de continuidad: cada cierto tiempo, años o décadas, las cepas mutaban y desencadenaban terribles epidemias que implantaron por fin, es un decir, la solidaridad y la justicia en el continente americano… moría igual un virrey en su palacio que un humilde zambo en su choza… Entre el 30 y el 50 por ciento de la población según la época y la zona.
lunes, 26 de junio de 2006
La expedición de la vacuna
jueves, 22 de junio de 2006
La conciencia de Nerón
Nerón, en el dialecto sabino que aún se hablaba en Roma durante el primer siglo después del nacimiento de Cristo, quería decir “fuerte”. En los primeros cinco años de su reinado, aquel marrajo de cuerpo y mente hizo honor a su nombre, mostrándose como un emperador magnánimo y sensato, cualidades que las más de las veces nacen de la fortaleza de alma, pero el mérito probablemente no fue suyo, sino de Séneca, que era el que realmente gobernaba en su nombre.
domingo, 18 de junio de 2006
...Y su no tan rápida rendición.
Contestando al comentario de Turulato, los descendientes de Malitzin no enganchan con Aragón, de ninguna manera; Aragonés era el sargento, no Portocarrero. Y quizás me haya explicado mal: A Portocarrero Tatarabuelo le entregaron a Doña Marina como "regalo" pero a la que Cortés se "enamoró", también entre comillas, la dádiva le fue revocada. Años más tarde sus hijos naturales habidos con una española volvieron a la península e iniciaron una especie de “dinastía” que estaría muy presente en los Tercios durante las próximas décadas.
sábado, 17 de junio de 2006
La muy rápida toma de Amiens
Una cosa es que un soldado asuma los deberes inherentes a su condición y acepte, de mejor o peor grado, jugarse la vida en las peligrosas situaciones a las que puede verse abocado, y otra muy distinta es que por ser militar, uno sea tonto. Quiero decir que, desde que el mundo es mundo, todo humano en guerra, que se halle en plenitud de sus facultades mentales, intenta que no lo maten. Y para ello tiene tres opciones, dependiendo del valor que se atesore: una, la deserción, poco lucida y que arroja tremendas incertidumbres sobre la propia vida en el caso de que aquellos que fueron tus compañeros den contigo; dos, colocarse, burla burlando, en retaguardia, e intentar que no se note demasiado, a fuerza de pegar un tiro de cuando en cuando y poner cara de pasarlas canutas… y tres, darle a la cabeza, que para eso nos fue dada, y demostrar que entre el mono y nosotros mismos hay algo más que un 2% de componente genético.
Las vueltas que da la historia.
domingo, 11 de junio de 2006
Belisario, un secundario de lujo
La historia, como cualquiera de nosotros, también establece sus preferencias. Por eso hay gentes que, a pesar de hacer méritos más que sobrados para protagonizar un capítulo de la Enciclopedia Británica, viven en el más absoluto anonimato histórico. Dicha situación de ostracismo viene dada porque, o bien la era en la que desarrollaron sus andanzas tiene poco “tirón” entre el gran público, o porque quizás tuvieron la desgracia de coincidir con algún otro personaje histórico de más carisma y relumbrón. Y como la historia es más injusta con sus “secundarios” que el cine español con los suyos, resulta verdaderamente difícil para el lector moderno escarbar en determinados acontecimientos históricos interpretados por algunos de aquellos “outsiders” de la historia, a causa de la falta de fuentes contemporáneas y de bibliografía de calidad; una pena, pues esto nos llevaría a perdernos a personajes como Belisario.
Belisario fue llamado inmediatamente a Bizancio, para que respondiera de no se sabe muy bien qué. Lógicamente, nadie fue capaz de demostrar nada que cuestionara la lealtad del general bizantino, pero éste se fue con la mosca detrás de la oreja, muy poco convencido de que sus esfuerzos se invirtieran en la dirección correcta. Más Belisario era aún era una persona íntegra, y a pesar de los cantos de sirena que le ofrecían ciertas “amistades del último momento” permaneció fiel, y siguió ganando territorios para su emperador, entre ellos, la misma Roma. A su regreso definitivo a Constantinopla recibió el título de "Magister Militum per Oriente", algo así como “super general mega chachi de todos los ejércitos” y en ese cargo se ocupó de defender la capital del Imperio frente al ataque de unos invasores que las fuentes bizantinas definen como hunos pero que seguramente fueran búlgaros.
Cuando ya contaba 57 años y se preparaba para calentar el lomo, de nuevo, a sus viejos enemigos, los persas, fue acusado de participar en una conspiración contra Justiniano. Durante el poco tiempo que estuvo encarcelado, tampoco nadie pudo pobrar su implicación, pero las pocas ganas con que Belisario defendió su inocencia, y su negativa a explicarse ante el Emperador, indicaban a las claras que, si no estaba en el "ajo", al menos no le hubiera importado estarlo... Fue liberado al año siguiente con el compromiso de apartarse de la vida pública. Una leyenda, demostrada como falsa, afirma que Justiniano ordenó dejarlo ciego.
Falleció en el 565 d.C. de la misma manera en la que él mismo se difinía, orgullosamente, en sus últimos años de vida... "pobre, pero en paz"
miércoles, 7 de junio de 2006
La entrevista Franco - Hitler
Hitler declararía más tarde, que prefería que le sacaran un par de muelas, antes que tener que volver a hablar con el general español.
España no entró en la guerra... por suerte. Un poco más tarde Franco, taimado, intentó cubrirse las espaldas en caso de victoria alemana propocionando a Hitler una división de infantería que fue destinada al frente del este. Todos sus componentes eran voluntarios, y más del 85% de ellos eran falangistas, una "corriente" dentro del régimen que a Franco, le empezaba a dar más disgustos que alegrías... Una jugada maestra.
¿Realmente Franco se "fusiló" psicológicamente a Hitler aquel día... o simplemente el alemán no desayunó fuerte?
viernes, 2 de junio de 2006
Sila, el primer hombre de Roma
Sila fue elegido cónsul, o sea, una especie de primer ministro, en el año 88 a.C, cuando Roma aún no sabía que iba a convertirse en un Imperio pero empezaba a sospechar que como República, le empezaba a apretar el traje. La elección, forzada por el partido de los Optimates, los conservadores de entonces, resultó sorprendente porque Sila distaba muy mucho de proceder de una alta cuna. Su juventud, como poco, se puede calificar de disoluta ya que se hizo mantener por una prostituta griega más mayor que él, a la que maltrató y engañó. Jamás se ocupó ni de la política ni de los cosas serías de la vida, pero al menos leyó mucho, lo que le impidió confirmarse como un completo ignorante. En cuanto a la virtudes, tenía pocas pero valiosas; era un consumado mentiroso, un maestro del engaño a través de la palabra… un embaucador nato… y era inteligente, más no al estilo académico de la palabra sino que disponía de esa astucia innata que tienen algunas personas para apartarse cuando les va a salpicar un autobús.
Por eso siguió a Mario, el tío de Cesar, en sus primeras campañas, y sí, demostró un valor casi temerario, pero se cuidaba muy mucho de hacerlo solo cuando alguien interesante pudiera verlo o cuando en verdad se estuviera jugando algo. En caso contrario, Sila procuraba no mezclarse en altercados que le pudieran hacer perder fuerza o meterle en problemas. Era un ilusionista que deslumbraba solo cuando se lo proponía. Pues bien, durante los años que siguió a Mario, contribuyó poderosamente a sus victorias, como las campañas contra los cimbrios y los teutones o la liquidación de Yugurta, Rey africano que amenazaba con convertirse en una piedra en el zapato del aparato militar romano. De vuelta a Roma, podía haber hecho carrera política, pero su propia desgana hizo que pasara otros cuatro años entre prostitutas, efebos y gladiadores, y así hubiera seguido siendo si no se hubiera hecho tallar un bajorrelieve de oro en el que aparecía Yugurta rindiéndose a él, en vez de a Mario. Por eso de dejaron de hablar… Miserias, como se ve.
Por eso, para protegerse, Sila se presentó a Cónsul en el 88 a.C y como los optimates no tenían madera de su propia cuña con la que construir un líder, adoptaron a Sila. El consulado le reportó la posibilidad de hacer dinero, y cierta seguridad personal, por no hablar de los 35.000 hombres con los que se preparaba para hacer una expedición a la moderna Turquía. Sila partió con ellos a la conquista del ponto y no avistaba todavía las costas griegas cuando Mario regresó de África a toda prisa, reunió un ejército de seis mil esclavos y marchó contra la capital, que no tenía la defensa ni de los guardias de tráfico. La tomó en dos días pero la orgía de sangre que siguió se prolongó durante los siguientes once meses… buitres y perros daban cuenta de los cadáveres que se agolpaban por las calles, y a los que nadie se molestaba en dar sepultura y los nuevos soldados – esclavos pronto se olvidaron de su condición marcial y agudizaron los términos de la masacre. Solo la pura desgana de los atacantes y la muerte de Mario propició que quedara alguien con vida.
Sila no se descompuso y tampoco se molestó en volver a la carrera, ya que solo le importaba él mismo. Terminó sus asuntos en Oriente, por cierto, con gran éxito, ya que venció a Mitrídates, el poderoso rey del Ponto y al cabo de un par de años desembarcó en la península italiana donde el hijo de Mario, igual de feo que su padre pero mucho más tonto, le salió al paso, tachándole de enemigo público, degenerado y sodomita. Sila, con mucha más cintura, se río a carcajadas y esperó unos días tranquilamente en su campamento, sonriendo mientras cientos de soldados de Mario hijo sopesaban las consecuencias de sus actos, y optaban por salir corriendo o cambiar de bando. Con 4.000 soldados más en sus huestes, atacó, y en menos de una hora, su rival fue estrepitosamente derrotado.
Y sin nadie para hacerle sombra, se vio al verdadero Sila que, lejos de “centrarse” resultó mucho más promiscuo y salvaje de lo que parecía. Asesinó a todos aquellos que años atrás se le habían “cruzado”, obligó a todos a cultivar su personalidad en las vidas pública y privada, se hizo erigir la primera estatua ecuestre de Roma – estaba prohibido representar a nadie de otra manera que no fuera de pie – e incluso apuñaló a su mejor general, Ofella, solo porque éste no le hizo una reverencia al pasar delante de su cortejo presidencial. Pero ¡Oh, sorpresa!... cuando parecía que Roma debía prepararse para el gobierno de un degenerado, en medio del pasmo general, cedió sus poderes al Senado y se retiró a vivir a su casa de campo… ¿la razón?...Valeria, una hermosísima esclava que quizás, fue su único y verdadero amor. Pasó dos años haciendo el amor con ella, al parecer a todas horas, hasta que una úlcera – más bien un cáncer – acabó con él.
En su epitafio figuró… “Ningún amigo me ha hecho favores, ni ningún enemigo me ha inflingido ofensa, que yo no haya devuelto con creces”