miércoles, 25 de enero de 2006

Baler, 2 de junio de 1899

Los "últimos" de Filipinas
¿Qué es en realidad, ser un héroe? Quiero decir... todos tenemos en la cabeza imágenes de heroicidades de todo porte, la mayoría de las veces, grabadas en nuestra mente por obra y gracia de aquellas míticas películas que devorábamos sábados y domingos por la tarde. El tipo de heroicidades que podíamos contemplar en ellas no eran políticamente demasiado correctas y suponían, por lo general, muerte, destrucción y sufrimiento para el bando contrario al que pertenecía el protagonista; más no importaba, pues eran otros tiempos. También hay heroicidades que no generan ningún debate y son apreciadas por todo el mundo, como la de aquel invidente que consiguió ascender una montaña, y otras menos deslumbrantes, pero más cotidianas e igual de loables, como la de unos jóvenes vecinos de mis padres que pagan hipoteca, guardería y coche, mantienen a un par de criaturas con dos sueldos de auténtico "cuéntame"... y tienen pinta de hacer tres comidas diarias. Pero creo que, sí hay algo que caracteriza a toda suerte de héroes o heroínas, es que en ningún momento pensaron que estaban en el camino de convertirse en uno de ellos... más bien al contrario: de improviso, la vida les puso a prueba, les colocó frente a un destino extraordinario... y lo afrontaron.

El 27 de junio de 1898, Filipinas era española, al menos sobre el papel. La insurrección contra la potencia colonialista – porque no éramos otra cosa – se generalizó y tomó un cariz terrible, con hostigamientos continuos a los españoles y huidas del archipiélago bastante poco decorosas. Una de las últimas zonas donde estalló la sublevación fue la Comandancia Militar de Baler, una pequeña porción de costa, en la parte oriental de la isla de Luzón. Tan mal estaban ya las cosas que la autoridad apenas pudo mandar a 55 hombres de un batallón de cazadores que cuando llegaron y vieron como estaba el percal, llegaron a la conclusión de que no hay nada más estúpido en esta vida que morir en balde, y corrieron a refugiarse en una iglesia con los pocos víveres y municiones que consiguieron acarrear.

Al mando de esta tropa se hallaba el teniente Martín Cerezo. Era un hombre llanote y sencillo, que posiblemente aún no daba crédito a la situación que le había tocado vivir pero, decidido a mantener la españolidad de la iglesia a toda costa, y a intentar conservar a todos sus hombres con vida, se armó de coraje para explicar a sus subordinados la extrema situación en la que se encontraban... y les comunicó que entre sus planes para el fin de semana no figuraba rendirse. A los hombres, algunos de los cuales ya andaban cortando casullas para hacer una bandera blanca, se les debió de poner cara de “matar al mando” pero lo cierto es que, en pocos días, la férrea disciplina de Cerezo y ese espíritu quijotesco que destilamos aquí, hizo que a los tágalos les resultara del todo imposible tomar la pequeña iglesia. Primero lo intentaron negociando, tratando de hacer ver a los españoles que la guerra ya había terminado – cosa que era cierta - pero les fue mal, porque los sitiados, avisados por los veteranos de anteriores encerronas filipinas, no querían salir a parlamentar. Más tarde la emprendieron a cañonazos con el templo pero era recio y estaba bien construido, y sus muros apenas sí sintieron el impacto de la artillería. Por otro lado, los españoles, que debían ser unos figuras, no tenían ningún problema en salir regularmente de la iglesia a cazar algún pequeño animal o incluso a robar verduras de una pequeña huerta que habían creado los sitiadores filipinos... a punta de bayoneta; total, que entre tiro y tiro llegó la navidad y con los españoles cantando villancicos a gritos, al capitán tágalo se le hincharon las bolas – no precisamente las del árbol – y demandó a sus 900 hombres un último esfuerzo con el que acometer el asalto definitivo.

Pero tras largos meses de asedio, las durísimas condiciones del clima filipino habían hecho estragos en sitiados y sitiadores, y a los primeros les apetecía más bien poco lanzarse contra los muros de aquella maldita iglesia. Lo cierto es que, naturalmente, los hispanos estaban mucho peor; algunos ya habían muerto y no había ninguno que no hubiera recibido, al menos, un balazo. Por otro lado, la carencia casi total de alimentos frescos había abierto la puerta a la enfermedad más terrible de aquellas latitudes: el beriberi.

A estas alturas los ataques ya eran casi diarios; Incluso a finales de mayo de 1899, los filipinos consiguieron llegar hasta las mismas paredes de la iglesia, siendo rechazados por los españoles, uno de los cuales llegó a desnucar a un atacante... ¡con el golpe de un sagrario!. Pero en ese momento, cuando las acometidas empezaban a ser más fuertes y coordinadas, llegó hasta la iglesia un nuevo parlamentario. Era el un sacerdote castrense que, armado de paciencia y compasión, logró hacerles llegar un periódico español en que se hablaba de Filipinas como de una película antigua. Entre el estupor de sus soldados, el teniente cerezo comprendió que ya no había nada por lo que luchar más que por la dignidad de sus hombres y negoció, a través del sacerdote, una salida honrosa para la tropa.

El 2 de junio de 1899, salieron de la iglesia de Baler los 33 supervivientes, al mando del teniente Cerezo. Estaban irreconocibles, desnutridos, y llenos de cortes; los filipinos, al verlos, formaron pasillo en posición de firmes, pasillo por el que los españoles anduvieron orgullosos en columna de a tres, y con las armas en el hombro... a pesar de que siete de ellos necesitaron ayuda para caminar; el mismo Cerezo tenía tres balazos, una pierna gangrenada y estaba empezando a perder la visión del ojo derecho. “Los últimos de Filipinas” abandonarían el archipiélago semanas más tarde, poniendo fin a la presencia española, que databa de 1521.
Para cuando abandonaron la Isla, Filipinas ya estaba en guerra con su presunto libertador: los Estados Unidos de América.
PD: Baler es mucho más que el argumento de una película; es un relato sobre un grupo de personas sencillas que decidieron mirar a la vida de frente y luchar cada día porque no fuera el último, seguro que soñando con la imagen de sus mujeres, hijos o padres. Pero Baler también tiene sus claroscuros y en la iglesia pasaron muchas cosas... terribles algunas de ellas. Con todo, merecen que nos paremos un momento a conocer su historia, la de aquellos que decidieron cumplir con su obligación, con la esperanza de volver a casa a ver a sus familias....
... héroes.

26 comentarios:

Turulato dijo...

Pequeños detalles.. No se trata tanto de confrontar datos como de reflejar aquí lo que quedó grabado en mi memoria de la gesta de Baler.

Martín Cerezo no fué el único oficial; inicialmente, la compañía -disminuida- estaba mandada por el capitán de Infantería don Enrique de las Morenas, con los tenientes don Juan Alfonso Zayas y don Saturnino Martín Cerezo.
La asistencia sanitaria estaba a cargo del Teniente médico don Rogelio Vigil de Quiñones y Alfaro.

Es el capitán de las Morenas quien decide defenderse desde el interior de la iglesia del pueblo, pues era el edificio de construcción más sólida.

Pronto fallecen a causa del beri-beri el capitán, el teniente Zayas y el fraile Gómez Carreño, que se había unido a los defensores. Los españoles, fieles a nuestra cocina y a nuestros gustos, descascarillaban el arroz -eliminando así la vitamina B- que les hubiera aliviado los problemas del beri-beri

A comienzos de 1989 aparece el capitán de Infantería D. Miguel de Olmedo Calvo, con órden del general de división de los Ríos de evacuar la guarnición.
Este capitán no sólo no convence a los defensores de que deben cumplir la orden, sino que les hace recelar aún más de que fuese verdadera.
Carezco de información, pero hablo por experiencia.. Mal entendimiento han tenido siempre los oficiales al mando directo de unidades, que se enfrentan en directo y en vivo a los problemas diarios, con otros mandos cuyo ámbiente militar suele estar en una oficina próxima al jefe..

Hubo varias deserciones de soldados; creo que una media docena consumadas y alguna abortada al inicio.

En mi opinión, el comportamiento más meritorio lo tiene el oficial médico. Enfermo de gravedad, no sólo cumple con su deber facultativo sino que asume y completa la función de mando de su compañero.

Al principio del verano, o últimos días de primavera, aparece el teniente coronel Aguilar Castañeda, del Estado Mayor de la extinta Capitanía General. Como en la ocasión anterior, más de lo mismo..
Pero les deja unos periódicos, para que se entretengan.

Y en una de las noticias, en lo que llamaríamos los "Ecos de Sociedad", Martín Cerezo lee el destino de un amigo y compañero suyo, deseo que habían comentado ambos en la intimidad. Este comprende inmediatamente que el periódico, sus noticias, la pérdida de Filipinas, todo lo que le habían dicho, era verdad.

Tras casi un año de asedio, salieron en formación 1 teniente de Infantería, 1 teniente médico, 2 cabos, 1 trompeta y 28 soldados.Soldados olvidados, humildes, mugrientos, cojos, de rotos uniformes, manchados de sangre, tras una bandera de España...

Los filipinos formaron a ambos lados del camino y en posición de firmes, en silencio absoluto, despidieron con respeto a los españoles.

El presidente Aguinaldo dió el Decreto siguiente:"Habiéndose hecho acreedora a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, la constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanza de auxilio alguno, han defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República, que bizarramente les ha combatido; a propuesta de mi secretario de Guerra, y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo en disponer lo siguiente: Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino por el contrario, como amigos; y en su consecuencia, se les proveerá, por la Capitanía General, de los pases necesarios para que puedan regresar a su país".
No eran ya sus enemigos. Estaban en guerra con sus "libertadores" yanquis...

Amor a la responsabilidad..
Decisión para resolver..
Cumplimiento del deber..
Capacidad de sacrificio, hasta la entrega de la propia vida..
"Dulce et decorum est".

(El personal de tropa era originario de Canarias, Murcia, Sevilla, Castellón, Valencia y Lérida, con dos soldados cada una; y con un solo soldado las provincias de Albacete, Zaragoza, Málaga, Orense, Mallorca, Palencia, Ávila, Granada, Castellón, Jaén, Barcelona, Huelva, Coruña, Teruel, Salamanca, Gerona, Guadalajara, Cuenca, Burgos y Lugo).

En su ejemplo me eduqué, en la esperanza de no defraudarles viviré.

Anónimo dijo...

Hola buen día :)

Héroes como los dos jóvenes que has puesto de ejemplo hay muchos por el mundo, anónimos pero lo son. Para mí héroe es todo aquél que lucha con el alma, con el corazón, poniendo todo de él por defender sus ideales, sus principios, su amor propio y el de los que ama, aquellos que salen a luchar contra las adversidades que la vida les presenta por salir siempre adelante.

Hoy como siempre he conocido grandes personajes gracias a tu post :)

Saludos!

;o)

Anónimo dijo...

Como casi todos los españoles, conocía esta historia aunque no de una forma tan minuciosa, pues entre tu magnífico relato y el comentario de Turulato, creo que ya no se puede decir nada más; sólo que me encantó el hecho histórico que elegiste hoy.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Te felicito,la introducción es magistral.Tras la aportación de Turulato,como siempre bien documentada...me pregunto ¿Qué fue de los últimos de Filipinas?¿Su historia sirve para algo más que un referente de supervivencia,amistad, sentido del deber e idealismo aplicado en las academias militares?Creo que sí.A estos héroes,les tocó abandonar allí el único reconocimiento a su sacrificio,y fue por parte de sus "enemigos", aquí les esperaba un tibio homenaje y el olvido...
Y, un apunte personal, me has hecho recordar a mi abuela, cuando volvíamos de jugar en la calle, hechos un cristo y sucios... solía decir:"pareceis los últimos de Filipinas...".Seguro que entre esas canciones que aprendimos de crios a alguien le suena "Yo te diré..."que se hizo popular con la película.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Después de la introducción de Caboblanco y el comentario de Turulato no puedo aportar nada, pero en el 2005 había oído que se estaba tratando de conceder la Medalla colectiva del Ejército, a título póstumo, a los soldados que componían el Destacamento de Baler. No sé si habrá llegado a buen fin.
Saludos

Anónimo dijo...

Por fín entiendo la expresión los últimos de filipinas. Que cantidad de hilos sueltos tiene la historia. Y que bien los hilas.

Anónimo dijo...

De esto si había oido hablar, y ahora al leerte he ampliado mis conocomientos.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Me ha enviado este artículo un amigo cuando hemos estado hablando de la película Los últimos de Filipinas y me ha mandado este,Yo lo he puesto, no he tenido que trabajar, me pareció interesante, no es igual de bonito que los vuetros pero es infomativo Nina
Si no vale me lo decís y no mando más .
Y reitero lo de siempre,Caboblanco, eres único y con el apoyo de Turulato,que no sabe ni le gustan estas cosas, y aclarais muchos conceptos, haceis del tema una bella historia triste,pero hermosa a la vez.

La Guerra de 1898 ocasionó la pérdida traumática para España de sus últimas posesiones ultramarinas: Cuba, Filipinas y Puerto Rico. Dentro de esa contienda se enmarca la Gesta de Baler (1898-1899), episodio bélico protagonizado por 57 hombres que resistieron en la iglesia del pueblo de Baler los reiterados ataques enemigos una vez la contienda colonial ya había concluido, razón por la que también fueron conocidos como Los Últimos de Filipinas.

Entre ese reducido grupo había dos soldados nativos de Fuerteventura: Eustaquio Gopar, sobradamente distinguido y tratado como un héroe. El otro, Rafael Alonso, vecino de Villaverde, murió en la iglesia de Baler, aunque hasta la actualidad ha sido un verdadero desconocido para sus propios paisanos.

Rafael de San Quintino Alonso Mederos, nació en Villaverde el 31 de octubre de 1877. Como muchos jóvenes de la época tuvo que participar en la Guerra del 98 y fue alistado en el Ayuntamiento de La Oliva . Ese mismo año parte para Filipinas junto a Eustaquio Gopar y otros compañeros de quinta. En 1898 forman parte del Batallón de Cazadores Expedicionarios a Filipinas nº 2, que es destinado al pequeño pueblo de Baler. Ante el asedio de las tropas insurrectas, los militares se refugian en la iglesia, única edificación del pueblo que ofrecía unas ciertas garantías de defensa, levantando a su alrededor un perímetro de trincheras.

Desde el 30 de junio de 1898 hasta el final de la odisea, el 2 de junio de 1899, el destacamento sufre un duro asedio y sus ocupantes ya no abandonarían la iglesia salvo en dos ocasiones para realizar incursiones por sorpresa con las que tratar de diezmar al enemigo y conseguir alimentos.

En una de ellas participó Rafael Alonso, quien fue hecho prisionero por los nativos, castigándolo amarrado a un árbol hasta que pudo escapar y volver a la iglesia. Allí acabaría falleciendo el día 8 de diciembre de 1898, aquejado por una enfermedad conocida como e beri beri.

Buñuelos. Un total de once soldados morirían en el asedio por el beri-beri, entre ellos Rafael Alonso Mederos. Con sólo 21 años de edad fue una víctima más de esa sangría humana del 98 que acabó con la vida de gran parte de la juventud española de la época. Según relatara el teniente Martín Cerezo, «como era un día tan señalado (patrona de Infantería) y convenía desvanecer el mal efecto de aquella nueva pérdida, mandé hacer buñuelos y café para la tropa, dándoles además una lata de sardinas por individuo».

Sin vitaminas. Rafael falleció de la enfermedad del beri-beri, que consiste en una grave carencia de tiamina (Vitamina B1) y que está presente en alimentos vegetales y animales. Se localiza abundantemente en la cascarilla del arroz y otros cereales,

Homenaje. Los restos de los 17 soldados españoles que fueron enterrados en la iglesia, así como los del párroco, serían exhumados el 9 de noviembre de 1903 y trasladados a España a bordo del barco Isla de Panay. Una Real Orden publicada en 1904 dispuso que sus restos fueran inhumados en el Panteón de Nuestra Señora de Atocha, en Madrid. Actualmente descansan en un mausoleo construido en honor de los Héroes de Cuba y Filipinas, situado en el madrileño cementerio de La Almudena

Luis Caboblanco dijo...

Turu, gracias por tu comentario. Efectivamente, el teniente Cerezo quedó al cargo de la situación por mor de las circunstancias. También coincido en que la actuación del oficial médico fue más que sobresaliente. Los supervivientes contaron que, como también estaba afectado de beriberi, se desplazaba en un sillón acarreado por dos soldados; cuando empeoró, lo hacía en unas parihuelas construidas con restos de una viga.

Marina, su historia forma ya parte de nuestro pasado, y cada uno debe sacar sus propias enseñanzas. Yo, por ejemplo, he sacado en claro que el destino de un país no suele ser el que merecen sus hombres sino sus dirigentes. España, a la altura del final del siglo XIX tuvo una suerte de políticos de la peor especie, pero una generación de hombres de quitarse el sombrero.

Hola Jubilado, yo tampoco lo sé. A Cerezo se le concedió la Laureada de San Fernando, que creo es – corrígeme Turu – la condecoración más importante del ejército español.

Nina, gracias; no conocía que sus restos estuvieran repatriados, pero sé que BONO estuvo honrando la iglesia donde resistieron. El Gobierno de Filipinas - con muy buen talante - ha colocado una placa y se preocupa de mantenerla cuidada.

Mayte dijo...

Dicen que los heroes siempre son controvertidos históricamente y siempre es un gusto aprender sobre personajes que nos "presentas", me ha gustado este pasaje.

Ojalá se reconociera también a los héroes cotidianos que tenemos en casa...o tropezamos por las calles cada día.

Bikos.

p.d. no sé porque se te dificulta entrar al blog, debe ser cosa de tu explorer o los duendes que dicen rondan por mi ventana :P

Anónimo dijo...

Ficho y dejo constancia de que lo he leído todo...( estoy convencida que en algún momento esto me servirá para algún título académico, dada la calidad de los profes)
Conocía el hecho por la antigua película en blanco y negro.
Bicos.

Turulato dijo...

Efectivamente, la condecoración más importante que concede el gobierno en tiempo de guerra es la Cruz Laureada de San Fernando, seguida de la Medalla Militar Individual -antes Cruz Laureada de San Fernando de 2ª Clase-.

Su concesión acredita en la Hoja de Servicos el "valor heróico" y exige la superación del correspondiente expediente de Juicio Contradictorio, que es una de sus peculiaridades.

Dicho Juicio es lo que su nombre indica, abierto no sólo a cualquiera que quiera aportar información, sino también a los que consideran merecida la recompensa y a los que se oponen por considerar que no hay méritos suficientes.
Y hay que pasarlo. ¡Tela!. Los requisitos que debe reunir la acción de guerra y el comportamiento del aspirante son... Mis compañeros de otros ejércitos reconocen que la "Laureada" es la condecoración más difícil de conseguir.

Estuve presente en la formación donde se le impuso su Cruz al Excelentísimo señor Caballero Laureado de San Fernando don Renato Zanardo.
La instrucción del Juicio duró casi 30 años y eso que los hechos se reducían a que cuando Zanardo mandaba "lo que quedaba" de una sección, un cañonazo le arrancó de cuajo un brazo a la altura del hombro -creo que el izquierdo-; sin más, lo recogió del suelo con la mano que le quedaba y armado de esa guisa atacó a pie a una unidad republicana de carros de combate,que quintuplicaba en tamaño a la suya, hasta obligarla a rendirse. No consintió en entregar el mando hasta el fin de la acción.

Laureados hay siempre poquísimos. Suele concederse a los muertos.

Sólo conozco una laureada.. ¿política?. Se otorgó por aclamación al general Franco, al finalizar la guerra civil.
En Marruecos no superó el pertinente procedimiento.

El problema hoy es que, aun concurriendo todas las circunstancias y siendo así reconocido, puede no admitirse ní a trámite..
Es una condecoración que premia comportamiento en acción de guerra. El actual Reglamento de Recompensas especifica que el gobierno habrá tenido que declarar previamente la guerra...

Y España, ya lo sabemos, hoy no está presente en guerra alguna y su Ejército no combate en ellas.
Es una ONG más, junto a mis otros compañeros de MSF y similares, que cantando bellas canciones reparte alegría y color por el mundo, recibiendo el agradecimiento y la simpatía del mundo mundial..

Luego, claro, con tanta confusión "politicamente correcta", después de que una "ONG" como la nuestra les "regale" unos cuantos sacos de comida, llegan los de "MSF" -¡que cojovarios le echan estas personas maravillosas!- a curarles y unos cuantos dementes creen que son "como los de antes" y les forran a hostias. El "poblema" es que sólo tiene el fonendo para defenderse..

Me da asco tanta hipocresía. ¡¡Asco!!.

Anónimo dijo...

Si la historia familiar es cierta, que no lo dudo, mi bisabuelo fue soldado en la guerra de Filipinas y entre las historias que se contaban en casa antes de la llegada de la tele, en las largar veladas invernales, una era esta y la otra la de "Cascorro" el valeroso soldado tiene su monumento en El Rastro madrileño, y alguna otra que seguro nos iras contando....

Anónimo dijo...

Reconozco mi ignorancia sobre el tema de Filipinas,en la profundidad que lo conoceis vosotros, es más lo que se es através de lo que contaba mi madre de un tio suyo que fue o conoció a uno que había estado alli y contaba que como no había agua se bebian los orines y se comian a las ratas, igual que les ocurrió en Cuba pero no prestas la sufuciente atención en los hecgos y menos en los nombres.ahora con lo tuyo, lo de Turulato y más cosa que salgan por ahí, conoceremos la verdadera historia de Filipinas.La película dirigida porAntonio Román en 1941 realizó un gran esfuerzo para adaptarla lo máximo posible al hecho histórico, calificada 5 estrellas. Un abrazo Nina

Raúl dijo...

Baler; las mazmorras; suevos, vandalos y alanos; Moctezuma y Alejandro... Cinco temas muy bien tratados que me han aportado mucha información que desconocía. Un verdadero placer desatrasarme... Aquí siempre hay cosas muy valiosas (Las preguntas que planteas son duras... No encontré la respueta de la relación de los Suevos con Galicia...)

Saludos,

Anónimo dijo...

Me ha parecido sumamente interesante ;)) te aseguro que volveré.
Un saludo y mi enhorabuena!

Anónimo dijo...

HÉROES con mayúsculas, todo un placer leerte.
Besitos

Anónimo dijo...

Un estupendo artículo que me recuerda que en fechas cercanas tuvo lugar la guerra de Cuba (1898) la cual tuvo como detonante el «autohundimiento» del Maine donde, realmente, los americanos lo que querían era el control del azúcar (del que importaban más de un 90%) utilizando unas exigencias inadmisibles que obligaron al gobierno español a romper las relaciones diplomáticas en abril de 1897. A partir de ahí estoy convencido de que Caboblanco es capaz de ilustrarlo mucho mejor que yo.

Hay una cosa que he encontrado más que lúcida y no puedo estar más de acuerdo, Caboblanco: «que el destino de un país no suele ser el que merecen sus hombres sino sus dirigentes». Así nos ha ido y así nos va.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Hola caboblanco:
Realmente es difícil saber cuantos heroes eran conscientes de que lo eran o lo serían.
Muchas veces un acto de heroicidad no esconde más que un acto de cobardía que sale mal, o dicho de otra forma: un heroe bien puede serlo un cobarde que se equivoca de dirección de huida.
Saludos
José

@Intimä dijo...

Un beso CAboblanco hacía días que no pasaba por aqui, pero no caíste en olvido.
Me hiciste recordar a mi abuelo que no conocí.(Una persona muy culta según todos los que le conocían.)

Por boca de mi madre
sé de esta historia, él le contaba como perdimos una parte de nosotros
en Filipinas.

El Navegante dijo...

Hola Caboblanco:
luego de disrutar tu ilustrador y estremecedor relato, es tan vívido lo que uno vivió, que como una reacciión subconciente sentí como si fuese una actitud de respeto ante semjantes HEROES, la necesidad de formar parte de ese pasillo de honor, que con tanto honor a su vez, les rindieron sus encarnizados enemigos.
Gracias por segir sumergiéndote en aguas, mi querido amigo, donde no termino de lamentarme haberlas abandonado alguna vez, perseguido por los encarnizados enemigos de las luchas cotidianas, banales a veces, pero necesarias de ganar cueste lo que cueste.
Al menos aquí encontré un camino para no lamentar tanto la partida de esas aguas donde tú frecuentas.
Un coridal abrazo.

El Navegante dijo...

Siento como algo muy justo y valioso par ami blog, poder linkearte en el mismo, si es que no te molesta.
Un abrazo.

Verso dijo...

En tu línea de acercarnos la historia y perfectamente rematada en sus comentarios. En mi línea ....copiado de la red.Un abrazo.

"Yo te diré".
Preciosa habanera que se escribió para la película "Los últimos de Filipinas". La escena en la que se canta representa una de las tácticas que emplearon los sitiadores del destacamento español de "Baler", al pedirle a una mujer muy conocida por los defensores que les cantara esta emotiva canción, al objeto de que la nostalgia hiciera mella en ellos y optaran por rendirse. No lo consiguieron, aunque el director de la película sí consiguió emocionar a la mayoría de los espectadores, que se rindieron con sus lágrimas

Yo te diré, / por que mi canción, / te llama sin cesar, / me falta tu risa, / me faltan tus besos / me falta tu despertar.

Yo te diré, / por que mi canción, / se siente sin cesar, / mi sangre latiendo, / mi vida pidiendo / que tú no te alejes más.

Cada vez que el tiempo pasa se lleva una flor, / pienso que nunca más volverás amor.

No me abandones nunca al anochecer / que la luna sale tarde y me puedo perder.

Y así sabrás, / porque mi canción, / se siente sin cesar, / mi sangre latiendo, / mi vida pidiendo / que tú no te alejes más.

Anónimo dijo...

Me quedo encandilao leyendo estas historias
Un abrazo

Anónimo dijo...

...Hay que ver las narices que estos españoles echaron por el mundo de otrora. Claro que les iba la vida en ello. Hoy no hace falta irse muy lejos para ser un héroe. Siempre interesantísimo, Caboblanco... SALUDANDO:
LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

A todo aquél que quiera conocer algo más sobre la Guerra del 98 en Filipinas y sobre los Héroes de Baler le recomiendo el libro de Manuel Leguineche: "Yo te diré.... La verdadera Historia de los Héroes de Baler" no tiene desperdício y está magníficamente documentado en archivos de España, Filipinas, EEUU., Francia, etc.
Con respecto a la Laureada de San Fernando, como dice Turulato, casi siempre se concede a título póstumo pues los requerimientos para su concesión son casi inalcanzables, en el Cuerpo al que pertenezco tenemos varios ejemplos individuales y colectivos, durante la Guerra de Cuba (1895) se le concedió a dos Infantes de Marina en Cuba, José Rama Varela y Antonio Cancela Rodriguez, de la 2ª Cía. del 2º Bon. del 2º Regimiento de Infantería de Marina, en un cuartel construido cerca del lugar de los hechos se colocó una placa con el siguiente lema: "¡Viajero! ¡detente y descúbrete! la tierra que pisas es sagrada en nombre de la Infantería de Marina".
En la Historia de España podemos encontrarmuchos ejemplos como estos, pero jamás encontraremos un ejemplo así de un político español, así nos va, pero como dice un compañero mio:" Tenemos lo que nos merecemos".
Un saludo a todos y en especial a "caboblanco" por seguir enseñando esa parte de la Historia que ahora no es políticamente correcta y pocos conocen.
Un Infante de Marina