jueves, 14 de abril de 2011

La incursión de Doolittle


Cuando Japón atacó Pearl Harbour en 1941 el americano medio se sintió como si usted o yo nos levantáramos en plena noche y vierámos a una familia totalmente desconocida en nuestro salón, celebrando un cumpleaños a costa de nuestro frigorífico... Mitad asombrados, mitad indignados. Lo cierto es que Estados Unidos quedó en estado de shock. Por más que la actitud japonesa durante los últimos meses había sido un poco "poligonera", el tío Sam se sentía relativamente seguro al otro lado del mar, convencido de que la dependencia económica de Japón en materias primas (unido al fuerte desprecio con el que en Estados Unidos se valoraba la capacidad mental del japonés tipo...) hacía imposible un "calentón" japo; evidentemente, estaban equivocados.

El problema es que, básicamente, EEUU no tenía con que responder; sólo disponía de tres portaaviones en el pacífico, uno de ellos en reparaciones y éstos eran demasiado valiosos para arriesgarlos en un ataque en masa contra la metrópoli nipona, y los bombaderos pesados americanos estaban aún en el plano de dibujo. Sin embargo Roosevelt estaba convencido de que algo había que hacer... de que había que agitar el sentimiento de orgullo norteamericano y que transmitir una imagen de debilidad era lo peor que se podía hacer en ese momento.

La solución, ¡y qué solución!, se la dio el comandante Doolittle, una especie de visionario que tuvo los bemoles de ofrecerle una alternativa a su presidente lo suficientemente innovadora para pensar que al tirar los dados, habría una mínima posibilidad. El amigo Doolitlle escogió un bombardero medio, el North American B-25 mitchell, normalmente basado en tierra pero al que se iba a transformar de la noche a la mañana en un borbardero embarcado de primera calidad... ¿Qué cómo?... pues desponjándole de cualquier cosa que pesara más de un gramo y que no fuera completamente imprescindible. Así, después de reclutar tripulaciones de calidad para la misión, se cargaron en la bodega del portaaviones Hornet 16 de estos aviones y se empezaron a desmontar largueros, compartimentos estancos, dobles fondos, armarios de material, instrumentos... a fín de dejar al aparato en carne viva... y para horror de los tripulantes, se sustituyeron las ametralladores (unos 90 kilos cada una incluida la munición) ¡por palos de escoba pintados de negro!

El 2 de abril de 1942, el Hornet puso proa al imperio del sol decidido a protagonizar la venganza estadounidense pero un pesquero japonés lo divisó; como consecuencia de ello, Doolittle decidió que, o se despegaba en el acto o las posibilidades de llegar de una pieza a sobrevolar Tokyo eran tirando a nulas, y ordenó a sus pilotos enfilar el objetivo a casi 1.000 kilómetros de distancia. Para usted o para mí ese dato apenas nos dice nada pero para un piloto con experiencia y conocimientos básicos de sumas y restas eso significaba que, simplemente, no habría combustible para volver... con lo que la única opción de volver a ver a la parienta era aterrizar de emergencia en China...

Con este panorama tan "esperanzador" y con los pilotos convencidos de que aquello era ir pa ná, se las arreglaron para alcanzar las ciudades de Tokyo y Nagoya y bombardearlas. Los daños fueron leves (la verdad es que los aviones daban para poco) pero los mandos militares japoneses quedaron horrorizados y avergonzados por el audaz ataque: Los estadounidenses podían alcanzar la madre patria y tenía pinta de que podían volver a hacerlo por lo que fue necesario asignar aviones y recursos a la defensa de Japón... aviones y recursos que eran muy necesarios en otros sitios. Estados Unidos, por contra, sufrió un repentino ataque de moral y aquellas imágenes de unas decenas de casas chamuscadas en Tokyo hicieron más para reforzar la autoestima estadounidense que cualquier discurso o soflama que le pudieran dedicar desde un atril... Estados Unidos había demostrado que contaba con cantidades inagotables del recurso más preciado del ser humano... Voluntad.

En cuanto a los aviones, ninguno volvió; algunos de sus tripulantes aterrizaron en Rusia donde fueron confinados, otros en la China ocupada donde fueron apresados por los japoneses y algunos, los más infortunados, en Japón, donde fueron ejecutados o dejados morir de hambre...

¿Doolittle?.. Bien Gracias; posiblemente el único caso en la historia de la aviación, de comandante ascendido a general.. después de haber perdido todo su escuadrón...

Saludos!