Valiente perogrullada además, teniendo en cuenta como está el patio, pero verdad como un templo al fin y al cabo; porque lo que suena cuando Nadal se merienda a un adversario sobre la arcilla de Roland Garros o al paso de nuestros equipos de baloncesto, waterpolo, Voleyball o fútbol... sala, no es propiamente un himno sino una marcha militar, concretamente la Marcha granadera o Marcha real. Y así pues no es de extrañar que no seamos capaces de ponerle letra... ¡Si ni siquiera sabemos quien pudo ser su autor!
Es posible que el tachán tachán fuese mérito del rumboso Federico I de Prusia, que, falto de pasta para hacer un regalo de boda en condiciones a su hija María Amalia de Sajonia, decidió regalarle el politono con motivo de su boda con el futuro Carlos III de España en 1738. A Carlos le debió de gustar mucho porque al parecer se la ponía hasta en el despertador y, salvo algunos periodos en los que el “top ten” musical benefició más al Himno de Riego, siempre nos ha adornado los actos oficiales, besamanos y demás fiestas. La versión actual fue modificada en 1997 en dos versiones – no es coña – una corta para los actos con menos relumbrón y otra, más larga, que se suele ejecutar cuando algún miembro de la familia real esta presente.
Contrariamente a lo que puede indicar la que se esta montando – y la que se va a montar – el himno español no es el único que no tiene letra. El británico tampoco la tiene y no creo que a nadie se le escape que en solemnidades, los hijos de la Gran Bretaña van tres o cuatro cuerpos por delante. Pero se ve que, como nuestros deportistas ganan hasta a los chinos y más allá de nuestras fronteras sorprende la cara de sosos que ponen los españoles en el podio cuando les ponen la chapa y se giran hacia la bandera, el Comité Olímpico a convocado un concurso para darle contenido a la dichosa marchita y que los nuestros se rompan los pulmones como el que más. Pero el asunto es bastante más peliagudo de lo que parece...
Si se opta por la versión reivindicativa de lo español, en plan “balones a mí que los arrollo...” podemos dar la impresión de facciosos, caducos, añejos, fachas o caciques e inmediatamente el nuevo contenido de uno de los símbolos básicos del Estado – eso pone en nuestra Constitución – no sera aceptado por, más o menos, la mitad de nosotros. Si, en cambio, elegimos ir por ahí cantando alabanzas al talante, la musiquita será inmediatamente tachada de progre, roja, republicana, melenuda y alguna lindeza más, y la otra mitad de los nuestros no se la pondrá ni en el móvil. Y, por último, si preferimos no dar la de cal ni la de arena y hacemos un “temazo” en plan Manu Tenorio con alabanzas al amor, a la amistad, a la solidaridad, al respeto y, en fín, a todos estos hermosos principios hoy sólo vigentes en el mundo Teletubbie, al final, solo va a servir para perder nueve o diez meses a base de estériles discusiones y disponer de media docena de buenos chistes sobre el asunto.
Y que conste que yo no digo que no haya que hacerlo pero... ¿tiene que ser ahora? A mí, que al contrario que a la mayoria de la gente sí me interesa la política, me parece bien que el himno refleje una serie de valores o principios más o menos comunes que nos acerquen a todos y así, que cuando suene, se le quiten a uno las ganas de bailar la Macarena, pero me da que el momento político no es el más adecuado - con elecciones en el horizonte -, y que el tema va a servir no solo para encontrarnos sino para alejar la discusión de los temas que realmente importan a la ciudadanía, hoy más preocupada por el precio al que se está poniendo el muslo de pollo.
Y además, si no hemos sido capaces de reflejar en nuestros nuevos libros de texto que nuestro país, estado, nación o lo que carajo sea, llevó a cabo la epopeya más grande de la humanidad al otro lado del Atlántico y que sirvió para que hoy tenga en común mucho más con bolivia que con indonesia, esto es, si no nos esforzamos en que nuestra juventud tenga claro porqué somos lo que somos en sus diez o doce años de formación... ¿Por qué corre tanta prisa intentar que la gente lo asimile en minuto y medio?. Yo creo algo habrá que nos una para que hayamos sido capaces de aguantarnos, de diferentes maneras y con sus más y sus menos, un buen montón de siglos y que, si tanto nos interesa encontrarlo, corre más prisa aplicarlo en las conversaciones entre los que nos gobiernan y en la manera en que atajan los problemas y se llega a los acuerdos, que meterlo en un mp3.
Por cierto, hoy no se habla de otra cosa más que de la absurda disquisición de si un catalán debe poner en su buzón Jose Luis o Josep Lluis... Grandes visionarios los directores de los periódicos españoles al dedicarle portadas y editoriales, recabando testimonios de prestigiosos linguistas y con ociosos testulianos de canal en canal...
Yo, les recuerdo que esta subiendo el pollo.