En 1118, casi veinte años después de que los cruzados arrebataran Jerusalén a sangre y fuego a los musulmanes fatimíes, unos nobles con rango de caballeros se presentaron ante el patriarca de la ciudad con el propósito de cumplir un insólito voto: vivir perpetuamente en castidad y sin propiedades, entregándose al servicio de Cristo, misión que llevarían a cabo incluso empuñando las armas. No está claro si los caballeros eran ocho o quizás nueve, pero sí nos consta que su jefe era el francés Hugo de Pains, que a la postre, fue el que consiguió que Balduino II se fijara en ellos y les reconociera, al menos, el derecho de defender el corredor que discurre entre el puerto de Jaffa y la Ciudad Santa, y que tras la conquista de Jerusalén era le escenario de numerosos asaltos.
De lo que no hay duda, es que los orígenes de estos primitivos servidores de Cristo fueron modestísimos. Como no tenían iglesia ni residencia, el Rey les alojo piadosamente en el ala sur de su palacio, en esencia unas cuadras, que lindaban con el solar donde una vez se alzó el soberbio palacio del Rey Salomón. Tiempo más tarde, la orden recibió su nombre, Orden del Templo o del Temple, cuando quedó instalada definitivamente en ese lugar. Durante sus nueve primeros años, poco hicieron; al principio solo se dedicaron a excavar en el solar que les acogía, buscando quién sabe qué…y ni su número ni su riqueza aumentaron. Incluso se vieron obligados a vivir de las limosnas que el pueblo les daba para la salvación de su alma… pero pronto empezaron a recibir rentas y donaciones de toda especie, sobre todo a través de herencias. En 1126 la Orden contaba ya con 15 “socios” y numerosos sirvientes y escuderos. Un año más tarde, Hugo de Pains regresó a Europa y solicitó a la Iglesia una orden por la que regirse, más por darse alguna importancia que por necesidad real; esta pudo ser redactada por San Bernando de Claraval - no confundir con el cánido -, a la sazón uno de los clérigos más influyentes de la época… y un auténtico talibán del catolicismo; por el mismo precio, Bernardo incluía también en la oferta el uniforme oficial de miembro... una cruz patada roja sobre manto blanco. Cuando Hugo volvió a Tierra Santa, lo hizo acompañado por una romería de más de 300 caballeros que representaban a lo más granado de la nobleza francesa. Por último quedaba el problema religioso de unir espada y hábito, toda una novedad para la época, solucionado por el mismo Bernardo con su De Laude Novae Militiae, donde, en pocas palabras, se dejaba via libre para canear a cualquier no cristiano mientras que se rezaran los padrenuestros correspondientes…
Pese a la rigurosidad de la Regla, que incluía comer carne solo tres veces por semana, vestir con las ropas más sencillas, no tocar a las mujeres y observar estricta obediencia a sus superiores, parece ser que está solo aplicaba a título individual porque la Orden en su conjunto contaba con inmensas posesiones tanto en Europa como en Tierra Santa: “No hay provincia en el mundo cristiano que no les done parte de sus bienes”. Esta condición de “nuevos ricos” fue pronto favorecida por las bulas con las que les obsequiaban los Pápas de la época, como aquella que les autorizaba a librarse del diezmo, construir sus propias iglesias o recaudar impuestos en sus propiedades sin dar más cuenta de ello. A mediados del siglo XIII semejante plan de expansión dio su fruto: los templarios eran una inmensa potencia con más de 9.000 encomiendas, 35.000 caballeros, un ejército incontable de escuderos y sirvientes, cientos de fortalezas enclavadas en las ciudades más importantes, puertos propios… ¡incluso llegaron a idear un sistema de cobro de efectivo entre sus sedes, presentando un documento sellado por cualquiera de sus encomenderos..., literalmente, el antecesor de nuestros modernos cheques!
Pese a la rigurosidad de la Regla, que incluía comer carne solo tres veces por semana, vestir con las ropas más sencillas, no tocar a las mujeres y observar estricta obediencia a sus superiores, parece ser que está solo aplicaba a título individual porque la Orden en su conjunto contaba con inmensas posesiones tanto en Europa como en Tierra Santa: “No hay provincia en el mundo cristiano que no les done parte de sus bienes”. Esta condición de “nuevos ricos” fue pronto favorecida por las bulas con las que les obsequiaban los Pápas de la época, como aquella que les autorizaba a librarse del diezmo, construir sus propias iglesias o recaudar impuestos en sus propiedades sin dar más cuenta de ello. A mediados del siglo XIII semejante plan de expansión dio su fruto: los templarios eran una inmensa potencia con más de 9.000 encomiendas, 35.000 caballeros, un ejército incontable de escuderos y sirvientes, cientos de fortalezas enclavadas en las ciudades más importantes, puertos propios… ¡incluso llegaron a idear un sistema de cobro de efectivo entre sus sedes, presentando un documento sellado por cualquiera de sus encomenderos..., literalmente, el antecesor de nuestros modernos cheques!
Pero para los templarios, la salsa de la vida se encontraba en el campo de batalla; ante Ricardo corazón de León se identificaron como “…leones en la guerra y corderos en la paz”. Por orden del Pápa, tenían prohibido alzar la espada contra otro cristiano; esto tenía dos consecuencias: la primera, que con los musulmanes se desquitaban, y la segunda, que los enfrentamientos con sus viejos enemigos, los caballeros del Hospital, terminaban como el rosario de la aurora… a puñetazos. En cualquier caso, siempre eran los primeros en intervenir y los últimos en retirarse y, ni daban cuartel, ni esperaban recibirlo. Un templario tenía prohibido rendirse salvo que sus enemigos le superasen en una proporción de nueve a uno, y tenía vedada la posibilidad de solicitar rescate si era hecho prisionero. La orden además especificaba que si la enseña se mantenía en pie, había que seguir luchando hasta el final. Esto último no es propaganda barata: de los 23 maestres de la orden, 13 murieron con las botas puestas.
En campaña, parece que los templarios hacían gala de una magnífica organización. Tras el Maestre, el mejor de los hermanos, se alineaban el Mariscal y el Senescal, los comendadores provinciales, el turcoplier (o encargado de reclutar a la caballería mercenaria) y el golfanero, o portador del estandarte; tras ellos escuderos, sargentos, armeros y capellanes. Toda actitud individual estaba prohibida, así como adelantarse a las órdenes. Como solo se prohíbe lo que se generaliza, los templarios enseguida tuvieron una bien ganada fama de excesivamente valerosos y despreocupados, rozando claramente la indisciplina. En el sitio de Ascalon en 1153, murieron cuarenta templarios porque se lanzaron por una brecha sin la autorización de su jefe, les cercaron y les fueron degollando uno por uno. En el sitio de San Juan de Acre, dos docenas de ellos se lanzaron contra las máquinas de guerra que destrozaban las defensas de la ciudad para intentar incendiarlas. Parece increíble que esos pocos jinetes albergaran alguna esperanza de acabar con esos ingenios mientras se defendían de cientos de musulmanes… ¡pero es aún más increíble que aquellas dos docenas de caballeros consiguieran acabar con tres de ellos ingenios!
Tras la caída de San Juan de Acre y de toda tierra Santa, su fortaleza militar comenzó a declinar, en parte porque, sin su componente militar, los templarios habían perdido toda razón de ser. Pero a cambio, su poderío económico cada vez era más y más fuerte. Alfonso I el Batallador llegó a legarles su reino en su testamento, aunque nunca llegaron a reivindicarlo. Incluso contaban con la complicidad del Pápa Bonifacio VIII, uno de sus más acérrimos admiradores. Sin embargo, su muerte permitió al rey de Francia apoyar la elección de Papas franceses de la peor calaña, como Benedicto XI o Clemente V. La ambición de Felipe de Francia se centró entonces en el Temple, que tenía en sus manos el tesoro del reino… y fueron los mismos templarios los que, involuntariamente, le ofrecieron una inmejorable excusa: el tremendo secretismo en el que operaba la orden. El rey empezó a acusarles de sodomía, adoración del gato, herejías… y se convocó a Jacques de Molay, el Gran Maestre de la orden, para que diera cuentas en París. Felipe le estaba preparando una celada colosal pero el Papa Clemente aún dudaba. Finalmente, el 14 de septiembre de 1307, se envió una orden para detener a todos los hermanos de la orden en Francia, en lo que posiblemente fue la primera gran redada policial de la época. Los templarios no mostraron oposición alguna y para cuando el Papa decidió protestar, buena parte de los hermanos habían sido salvajemente torturados, algunos asesinados y muchos de ellos, incluido el propio Maestre, habían confesado justo lo que el rey pretendía que confesaran; esto último no tiene excesivo mérito…con las torturas a que fueron sometidos, hubieran confesado hasta la autoría del crimen de cuenca.
La declaración del templario Aimeri de Villars le Duc, da una idea de la brutalidad de las torturas. Este, tras mantener que todo lo imputado era falso, aseguro que no estaba dispuesto a sufrir más y que juraría y que “mataría al mismo Dios si se lo pidieran”. Cuatro años más tarde, en 1311, Clemente convocó un concilio cerca de Lyón para abordar la inocencia o culpabilidad de la orden. De nada sirvió que nueve templarios se ofrecieran para defenderla. Sin el menor atisbo de un juicio justo, los acontecimientos se precipitaron; mediante varias bulas se estableció su disolución, su excomunión, así como el traspaso de los bienes a los hospitalarios. El rey Felipe de Francia se quedó con el efectivo, claro.
Jacques de Molay y los principales templarios fueron condenados a cadena perpetua en un proceso en el que el Papa delegó ignominiosamente en sus principales cardenales. En un arranque de dignidad, todos los reos declararon ser inocentes y afirmaron que todo lo confesado había sido a causa de la tortura. Aún así, su suerte estaba echada; fueron condenados a la hoguera como relapsos. Según la tradición, Jacques de Molay conmino a todos los responsables de aquella injusticia a comparecer en el juicio de Dios en el plazo de un año. Mito o realidad, lo cierto es que el Rey Felipe, el Papa Clemente y 5 cardenales implicados en el proceso fallecieron antes de 365 días...
En campaña, parece que los templarios hacían gala de una magnífica organización. Tras el Maestre, el mejor de los hermanos, se alineaban el Mariscal y el Senescal, los comendadores provinciales, el turcoplier (o encargado de reclutar a la caballería mercenaria) y el golfanero, o portador del estandarte; tras ellos escuderos, sargentos, armeros y capellanes. Toda actitud individual estaba prohibida, así como adelantarse a las órdenes. Como solo se prohíbe lo que se generaliza, los templarios enseguida tuvieron una bien ganada fama de excesivamente valerosos y despreocupados, rozando claramente la indisciplina. En el sitio de Ascalon en 1153, murieron cuarenta templarios porque se lanzaron por una brecha sin la autorización de su jefe, les cercaron y les fueron degollando uno por uno. En el sitio de San Juan de Acre, dos docenas de ellos se lanzaron contra las máquinas de guerra que destrozaban las defensas de la ciudad para intentar incendiarlas. Parece increíble que esos pocos jinetes albergaran alguna esperanza de acabar con esos ingenios mientras se defendían de cientos de musulmanes… ¡pero es aún más increíble que aquellas dos docenas de caballeros consiguieran acabar con tres de ellos ingenios!
Tras la caída de San Juan de Acre y de toda tierra Santa, su fortaleza militar comenzó a declinar, en parte porque, sin su componente militar, los templarios habían perdido toda razón de ser. Pero a cambio, su poderío económico cada vez era más y más fuerte. Alfonso I el Batallador llegó a legarles su reino en su testamento, aunque nunca llegaron a reivindicarlo. Incluso contaban con la complicidad del Pápa Bonifacio VIII, uno de sus más acérrimos admiradores. Sin embargo, su muerte permitió al rey de Francia apoyar la elección de Papas franceses de la peor calaña, como Benedicto XI o Clemente V. La ambición de Felipe de Francia se centró entonces en el Temple, que tenía en sus manos el tesoro del reino… y fueron los mismos templarios los que, involuntariamente, le ofrecieron una inmejorable excusa: el tremendo secretismo en el que operaba la orden. El rey empezó a acusarles de sodomía, adoración del gato, herejías… y se convocó a Jacques de Molay, el Gran Maestre de la orden, para que diera cuentas en París. Felipe le estaba preparando una celada colosal pero el Papa Clemente aún dudaba. Finalmente, el 14 de septiembre de 1307, se envió una orden para detener a todos los hermanos de la orden en Francia, en lo que posiblemente fue la primera gran redada policial de la época. Los templarios no mostraron oposición alguna y para cuando el Papa decidió protestar, buena parte de los hermanos habían sido salvajemente torturados, algunos asesinados y muchos de ellos, incluido el propio Maestre, habían confesado justo lo que el rey pretendía que confesaran; esto último no tiene excesivo mérito…con las torturas a que fueron sometidos, hubieran confesado hasta la autoría del crimen de cuenca.
La declaración del templario Aimeri de Villars le Duc, da una idea de la brutalidad de las torturas. Este, tras mantener que todo lo imputado era falso, aseguro que no estaba dispuesto a sufrir más y que juraría y que “mataría al mismo Dios si se lo pidieran”. Cuatro años más tarde, en 1311, Clemente convocó un concilio cerca de Lyón para abordar la inocencia o culpabilidad de la orden. De nada sirvió que nueve templarios se ofrecieran para defenderla. Sin el menor atisbo de un juicio justo, los acontecimientos se precipitaron; mediante varias bulas se estableció su disolución, su excomunión, así como el traspaso de los bienes a los hospitalarios. El rey Felipe de Francia se quedó con el efectivo, claro.
Jacques de Molay y los principales templarios fueron condenados a cadena perpetua en un proceso en el que el Papa delegó ignominiosamente en sus principales cardenales. En un arranque de dignidad, todos los reos declararon ser inocentes y afirmaron que todo lo confesado había sido a causa de la tortura. Aún así, su suerte estaba echada; fueron condenados a la hoguera como relapsos. Según la tradición, Jacques de Molay conmino a todos los responsables de aquella injusticia a comparecer en el juicio de Dios en el plazo de un año. Mito o realidad, lo cierto es que el Rey Felipe, el Papa Clemente y 5 cardenales implicados en el proceso fallecieron antes de 365 días...
Sólo les faltaba eso para convertirse en un mito.
...y si quieres conocer a los caballeros del Hospital, LEODEGUNDIA te los presentará...
28 comentarios:
¡Ya es casualidad!, yo también me alegro de ser la primera en visitarte.
Mira por donde tú también elegiste un tema original, me gusta, es muy interesante.
Un abrazo
¡Hola a todos!
Creo que durante un rato, se ha producido un problema en el blog, que ha hecho que no aparecieran los comentarios publicados. Afortundamente, creo que ya se ha solucionado.
Querida Dianora, las donaciones funcionaban de la siguiente manera. Imagina que tú tienes un buen terrero, pero no tienes brazos para trabajarlo, o un negocio y no tienes un hijo que pueda seguir la tradición familiar (todo esto visto desde la óptica del siglo XIII); o puede que tengas buenas haciendas pero tambien deudas. Los templarios pagaban las deudas de los propietarios, financiaban a aquellos que querían acudir a las cruzadas, o surtían de capital a pequeños artesanos con la salvedad de que, a su muerte, todos bienes revertirían en el Temple. A cambio, además de esas ayudas económicas los templarios les permitían pasar la vejez en sus encomiendas y les proporcionaban un entierro cristiano.
Como veís... también inventaron los "planes de pensiones".
A los caballeros del Temple los conocía un poco más que a los Hospitalarios, pero ni mucho menos tanto como he llegado a saber de ellos ahora.
Un abrazo.
Son legendarias todas esas andanzas de los caballeros, del bando que fueran. Se adivina la fe en sus ideales, equivocados o no.
Se mantiene la idea de imponer la religión propia por la fuerza y para eso se necesita una gran estructura bélica apoyada en la economía. Vamos, que "se lo sabían montar bien".
Leyendo estas "aventuras" nos trasladamos al pasado en donde todo valía. No había cultura entre el pueblo y los extranjeros eran casi de otro planeta.
Pero ahora los extranjeros están aquí al lado, nos comunicamos fácilmente, conocemos mejor las religiones propias y ajenas y, quien más o quién menos, conoce las realidades del mundo, todo el mundo está informado.
Sin embargo las guerras continúan. Los ideales de éstas parecen claramente los económicos, que eclipsaron a los religiosos.
que no nos quieran vender otra cosa. Van a hacer lo que quieran, al menos que no nos tomen por bobos.
Un saludo. (parezco una pelota de tenis entre tu blog y el de Leodegundia)
Aquí otra pelota de tenis...
Resulta curioso como desde un voto de renuncia a las propiedades se pueda construir toda esa fortuna.
Y como esa misma fortuna termina siendo la principal razón de su desaparición.
El mito es grande, y hay muchas personas fascinadas por él.
A mí me gusta leer estos post que me dan a conocer la amplitud y son muy placenteros.
Gracias a los dos.
un abrazo
qué curioso, sí, inventaron los "planes de pensiones". ¿Sabes que casi inventaron también la banca? Se sabe a ciencia cierta que eran unos maestros en el manejo de la "letra de cambio" inventada por los mercaderes genoveses.
Por ejemplo, un viajero deseaba efectuar un viaje de peregrinación o de negocios, se ponía en contacto con los Templarios y depositaba en sus arcas el dinero que calculaban necesitar para su viaje. Los templarios, contra ese importe, le entregaban un documento mediante el cual (con unos intereses "mínimos") el viajero podía recuperar sus fondos según iba necesitándolos, en cualquier casa templaria de su camino (vamos como las sucursales del Banco).
Me ha encantado el post. ah! y me he reído mucho con... "... no confundir con el can..." jajajaj ese sentido del humor que pone chispa en todos tus posts : )
un beso!
Interesantísimo tema.
Me gustaría que trataras también la influencia que el Temple (y/u otras Ordenes de caballería) tuvieron en nuestro país.
Porque aquí el Temple acabó "reconvirtiéndose" si no recuerdo mal...
saludos y, como siempre, enhorabuena por el post.
De los templario si que me gusta y mucho leer, porque me parece muy enigmaticos, con mucho jugo y...porque a mi abuelo eran historias templarias las que más le gustaban, era todo un conocedor(lastima que lanieta le haya dado por la poesía y no por la historia:p) Pero para eso me encanta visitarte a ti y a Leo...los disfruto como una niña!
Bikos mil;)
Como siempre que te leo, me gusta mas tu naturalidad, que los libros que haya podido leer.
Precisamente, no hace mucho he leido un libro que hacía referencia a los templarios y prefiero la forma en que tú los describes.
Saludos.
Nacida soy en la ciudad de Temple, (gracias,!salao!, por el detalle de la foto del Castillo de mi infancia)luz arrojas sobre los designios que a dar de bruces con la Historia llevo a estos oscuros caballeros, no tanto por ambición propia sino por enredos y convulsas intrigas que acabaron con la disolución de la Orden del Temple. Agradecidos, el Gran Maestre y yo,convenimos declar tu artículo de hoy fiable y de gran utilidad si se quiere abordar sin estorbos novelescos esta etapa de la historia.
Un abrazo, y gracias por el guiño
Hola..
Para lo que no lo sepan, que serán la mayoría, la imagen del texto pertenece al castillo templario de Ponferrada, en Leon.
Efectivamente, Juan P, España fue un poco "autosuficiente" en cuanto a las órdenes militares pues, desde un principio, en Castilla y Leon se crearon Órdenes miltares propias como la de Calatrava, Alcántara o Santiago. El Temple estaba poco implantado en estas tierras, y sus encomiendas tenían un carácter más ganadero que guerrero, aunque cuando hubo que arrimar el hombro en el campo de batalla lo hicieron, como en Las Navas de Tolosa. Sin embargo, si había muchas encomiendas templarias en Aragón y, sobre todo, en Cataluña.
Y más que reconvertirse a nivel global, fueron sus caballeros los que lo hicieron, a veces de uno en uno, a veces en grupos más amplios. La órden que se considera heredera del Temple en España es la de Montesa, pues no en vano los bienes de los templarios del Reino de Aragón fueron a parar a estos últimos.
Ya hablaremos más despacio de todo esto...
Muy interesante este "dúo dinámico de la historia" que constituyen Leo y tu. Yo aprendo mucho cada vez que los visito.
Saludos y felicitaciones por tu blog,
Vengo también rebotando desde el blog de Leodegundia. Me ha gustado mucho el artículo, porque conocía la fama del secretismo y los misterios de la orden pero nada más, y me ha resultado muy ameno de leer. Un blog muy interesante, volveré otro rato para leer los posts anteriores.
Salu2!
Me gusta cómo lo has contado... Es un tema que me atrae.
Un abrazo.
vengo de hacerle una visita a Leo, eres una flecha por hacer diana y por conocimientos. Los dos a la corta habllais más o menos del mismo tema tocado desde distintos puntos de órdenes religiosas pero todas con el mismo punto de partida El temple y me gusta el tema y lo que está detrás más. Es cierto que el foco principal de residencia del Temple era el norte,pero aqui en Granada también tenemos la zona del Temple y cerca de Cazorla existe un castillo templario que es una maravilla, parece un nido de aguilas por su situación estratégica y su altura , no se como podian acceder a el, si el camino era vertical, se halla cerca del nacimiento del Guadalquivir. El café que he tomado con Leo estaba pa chuparse los deos. Un abrazo Nina
Sólo falta un detalle final: algunos Templarios huyeron a Escocia y Portugal, pues estos dos reinos decidieron no seguir los juicios que se estaban llevando contra la Orden en el resto de Europa. Y así, durante algunos años más, el Temple sobrevivió a esa "quema de brujas", aunque terminó por sucumbir, ya que eran pocos, separados y ya no tenían el poder que una vez tuvieron.
Yo he estudiado la Licenciatura de Historia, y aunque la Edad Media no es mi especialidad, siempre me gustaron mucho las Órdenes de Caballería y sus historias ^_^. Es genial ver blogs que ayudan a difundir todas estas cosas que tanto me apasionan.
Al hilo del último comentario de Mazeekeen, he recordadado que no sé dónde leí que se consideraba al temple como origen de la masonería escocesa. Pero bueno, a los templarios se les coloca para todo y cualquier lado en toda novela histórica-esotérica que se precie.
creo recordar que también por Aracena(Huelva) había un castillo templario.
Perdón por las inexactitudes...
Sí, es cierto lo que comentas. Se supone que el origen de la Masonería escocesa -que es ligeramente diferente a la tradicional, pero más que nada en cuestiones de ritos y protocolo- tiene su origen en los Templarios que llegaron allí.
Es cierto que los ritos y parafernalia de la Masonería escocesa se parece sospechosamente demasiado a los utilizados por los Templarios, pero no sé si es más porque los copiaron directamente, o si de verdad tuvieron algo que ver los del Temple en todo ello, aunque lo dudo, porque la Masonería nació alrededor del siglo XVIII, y los Templarios no duraron tanto ni en Escocia (por lo que recuerdo, aunque debería repasarlo, por si acaso).
He disfrutado muchísimo.
Me voy a casa de Leo. Formáis una buena pareja...así da gusto.
Bicos.
Hola a todos...
Lo primero felicitar a los comentaristas por su buen tino. Efectivamente, hay dos teorías principales sobre el final de los templarios. Las dos parten de un documento que se conserva en los archivos del vaticano, y del que se puede contemplar una copia en una iglesia de Lyon. Dicho documento da fe del trasiego de dos docenas de carros de bueyes, cubietos de paja, que embarcaron en un puerto del norte de Francia pocos dias antes de la redada general. Ambas pistas conducen a Inglaterra, donde parece que tuvo lugar el desembarco. La primera pista conduce a HUMBERT BLANC, comendador de Auvernia, que se ocupó de enterrar en tesoro en las montañas de esa zona de Francia, en aquel entonces territorio inglés. La otra teoría nos conduce a un caballero inglés, JOHN MARK LAERMANIUS, que habría recidido de Jacques de Molay la misión de que el Temple sobreviviese. Jhon se habría unido a cuatro caballeros más y habrían escapado a Escocia. Se dice que por eso el rito Masón escocés tiene similitudes con el Temple...
¡Ah! y la vida del tal Laermanius fue la leche...
Unos temas muy interesantes los que tocas.. Tengo que tomarme el tiempo de leerte con tranquilidad.
Perdón por la tardanza. Leí el artículo a poco de publicarlo, pero quería ver por donde "salían" los cometarios.
Ya se sabe que "El Temple" origina cierta truculencia en estos días.
Pero no; así que me limitaré a animaros a Leo y a tí a que sigáis colaborando.
Es cierto que hay un gran problema con ciertos "estudiosos" que no hacen más que difundir majaderías por ahí del palo de la que dice que los Templarios estuvieron en América y trajeron oro y plata de allí.
Pero vamos, que no hay que hacerles el más mínimo caso, porque las pruebas materiales nos dicen que tales fábulas no son más que eso: meras fábulas.
Siempre interesante y atrayente el tema de los templarios. Te he colocado en mi gusanillo porque me gusta la historia. Y vas a ser mi proveedor, a falta de tiempo,por el momento, pra leer libros de historia. Para cuando nos plasmas las cruzadas desde el punto de vista del mundo árabe? un abrazo Cabo
Si se me permite, podría hacer dos recomendaciones de lectura:
Las Cruzadas vistas por los árabes, de Amin Maalouf
y
El péndulo de Foucault, de Umberto Eco.
En la segunda se pone en solfa a todos esos iluminados en pos del Grial, los Templarios, los supuestos misterios y el esoterismo fácil y resultón.
Interesántisimo y excelentemente narrado.
Un abrazo cálido.
Hannah
Hola! Muchas gracias por tu visita! :)
Un blog que cada día es más interesante y afortunadamente no faltan temas donde hincar el diente.
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