Decía un bonachón Papa del siglo XX que, si juntáramos todas las astillas supuestamente pertenecientes a la Cruz de Cristo que reposan en las iglesias de media Europa, podríamos levantar una cabaña canadiense sin demasiados problemas... y es que pocas religiones pueden competir con la vasta imaginería cristiana en materia de reliquias y derivados. El catálogo de productos es amplísimo e incluye desde sudarios y sábanas a trozos de espinas de la corona con la que se martirizó a Jesús de Nazareth, pasando por la fragua con la que se forzaron los clavos que le atravesaron o incluso alguno de los baldosines que hace dos milenios conformaron la Vía Dolorosa. Otra curiosa circunstancia es que la base de datos de reliquias que maneja la iglesia católica causaría mil y un dolores de cabeza al informático que la administrara porque debe ser de las únicas que admiten registros duplicados: por ejemplo, basta por dar una vuelta por Ávila y sus alrededores para que el visitante se harte de contemplar extremidades incorruptas de Santa Teresa, a pesar de que no existan pruebas de que esta pobre mujer tuviese más de dos brazos y más de cinco dedos en cada mano...
En cambio, una de estas reliquias, antes de pertenecer al mundo del folklore religioso, jugó un papel de importancia capital en los acontecimientos que rodearon la primera cruzada… porque todos los historiadores, latinos o musulmanes, coinciden en que fue un milagro lo que salvó al ejército cristiano. En aquellos días del mes de junio de 1098 d.C. las mesnadas de Godofredo de Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento estaban sitiadas en la ciudad de Antioquía, sin víveres, casi sin pertrechos, muchos de ellos enfermos y, sobre todo, sin esperanza; pero una persona, sin desearlo, iba a desencadenar un suceso que iba a conceder a los cruzados una oportunidad de, al menos, luchar por sus vidas. No se trataba de un obispo ni de un monje, ni tan siquiera de un soldado, sino del criado de un burgués pobre, un hombre del pueblo, un provenzal que formaba parte de los peregrinos que habían seguido al Conde de Tolosa.
Se llamaba Pedro Barthelemy. No solamente era un individuo de la más baja extracción sino que gozaba de la más triste reputación entre sus compañeros, que le tenían por disoluto, borracho y falto de carácter. En fin, el caso es que este cruzado, que era todo menos un modelo a seguir, recibió la visita en sueños, ora de San Andrés, ora del propio Cristo. Tanto le obsesionaron estos sueños que terminó por dar parte a sus superiores, y luego al mismísimo Conde Tolosano. La sinopsis de la revelación divina era la siguiente: San Andrés y Jesucristo mismo notificaban a los cruzados que su conducta perversa y sus libertinajes con las mujeres paganas les habían hecho atraer la cólera divina. Esta revelación no hubiera tenido nada de original si no fuera porque Dios, en su infinita misericordia, estaba dispuesto a perdonarles los pecados y, para demostrárselo, les mandaba una señal manifiesta: les revelaba que la Sagrada Lanza que había atravesado el costado de Cristo se encontraba enterrada bajo las losas de una iglesia de Antioquía.
Sin embargo, la Sagrada Lanza, o por lo menos la que se reconocía como auténtica, estaba debidamente custodiada en una Iglesia de Constantinopla, donde los jefes de la Cruzada habían tenido ya la oportunidad de venerarla junto a otras reliquias. No obstante, aunque en un primer momento se intentó dejar pasar el asunto, el estado al que les llevaba su debilidad y la sobreexcitación en que se encontraban los soldados empezaron a suscitar fenómenos que podían tomarse como mensajes del altísimo. Varios de los soldados cruzados empezaron a oír voces y hasta a tener visiones relacionadas con la reliquia. Un poco hastiados, los jefes del ejército decidieron poner las cosas en claro e incluso el legado del Papa autorizó a Pedro a que, acompañado de sacerdotes del séquito del Conde de Tolosa, efectuara excavaciones en la iglesia de San Jaime.
La Sagrada lanza – o lo que podía parecérsele, pues era simplemente un trozo de hierro roído por el moho – se encontró en efecto, tras largas e infructuosas búsquedas, bajo las losas de la antigua iglesia; y cuando Pedro salio del hoyo con el trozo de metal en las manos, los asistentes ya no dudaron más: todos se precipitaron sobre la pobre reliquia manchada de barro y la cubrieron de lágrimas y besos. Al punto la noticia se propagó por el campamento y la alegría del ejército fue tan grande que los soldados corrieron a ponerse armaduras y escudos. El asunto se disparó tanto que, a pesar de que los barones estaban muy lejos de aceptar la autenticidad de la lanza, creyeron oportuno creer en ella de puertas hacia fuera, para no decepcionar a sus huestes.
La invención en nuestros días de una vacuna contra una rara enfermedad o la llegada del hombre a la luna hubieran levantado menos entusiasmo entre una multitud de la que, entre los cruzados, motivó el descubrimiento de la dudosa reliquia; y también es la única explicación posible si queremos atisbar los motivos de los cambios producidos en el ejército cristiano de Antioquia. Unos hombres extenuados y desmoralizados se convirtieron de súbito en soldados aguerridos, resueltos a lanzarse contra el enemigo a la menor ocasión. Cuánta verdad habrá en este asunto, que incluso los cronistas musulmanes se hacen eco en sus escritos de “inexplicables actitudes de los cristianos sitiados, que parecen estar seguros de que en esta guerra es imposible que mueran…”
Los jefes acapararon por un tiempo la reliquia, que acabó en manos francas por ser sus hombres los que la habían encontrado. Días después y viendo que era imposible contener a los soldados, se dispuso que el ejercito al completo realizaría un único intento de romper el cerco mediante una salida en masa para combatir en campo raso con el ejército sitiador. La empresa tuvo mas éxito del que cabria esperar; Kurbuqa, el jefe de los musulmanes, cometió la imprudencia de dejar una puerta sin vigilancia, lo que aprovechó la caballería pesada cruzada para alcanzar unos llanos propicios para cargar. Cuando los arqueros sirios se adelantaron unos metros para asetear a las primeras filas cristianas, un mar de cascos y armaduras descendió al galope por una loma cercana, y de un plumazo borró a la élite del las tropas musulmanas. Sin el peligro de las flechas sirias, la caballería maniobró a su antojo por el campo de batalla, alanceando a discreción.
Murieron unas diez mil personas, el 95% de ellas pertenecientes al ejército de Kurbuqa.
Actualmente, que se sepa, cuatro iglesias manifiestan acoger en sus relicarios los restos de la lanza que atravesó el costado de Jesús de Nazareth.
En cambio, una de estas reliquias, antes de pertenecer al mundo del folklore religioso, jugó un papel de importancia capital en los acontecimientos que rodearon la primera cruzada… porque todos los historiadores, latinos o musulmanes, coinciden en que fue un milagro lo que salvó al ejército cristiano. En aquellos días del mes de junio de 1098 d.C. las mesnadas de Godofredo de Bouillón, Raimundo de Tolosa y Bohemundo de Tarento estaban sitiadas en la ciudad de Antioquía, sin víveres, casi sin pertrechos, muchos de ellos enfermos y, sobre todo, sin esperanza; pero una persona, sin desearlo, iba a desencadenar un suceso que iba a conceder a los cruzados una oportunidad de, al menos, luchar por sus vidas. No se trataba de un obispo ni de un monje, ni tan siquiera de un soldado, sino del criado de un burgués pobre, un hombre del pueblo, un provenzal que formaba parte de los peregrinos que habían seguido al Conde de Tolosa.
Se llamaba Pedro Barthelemy. No solamente era un individuo de la más baja extracción sino que gozaba de la más triste reputación entre sus compañeros, que le tenían por disoluto, borracho y falto de carácter. En fin, el caso es que este cruzado, que era todo menos un modelo a seguir, recibió la visita en sueños, ora de San Andrés, ora del propio Cristo. Tanto le obsesionaron estos sueños que terminó por dar parte a sus superiores, y luego al mismísimo Conde Tolosano. La sinopsis de la revelación divina era la siguiente: San Andrés y Jesucristo mismo notificaban a los cruzados que su conducta perversa y sus libertinajes con las mujeres paganas les habían hecho atraer la cólera divina. Esta revelación no hubiera tenido nada de original si no fuera porque Dios, en su infinita misericordia, estaba dispuesto a perdonarles los pecados y, para demostrárselo, les mandaba una señal manifiesta: les revelaba que la Sagrada Lanza que había atravesado el costado de Cristo se encontraba enterrada bajo las losas de una iglesia de Antioquía.
Sin embargo, la Sagrada Lanza, o por lo menos la que se reconocía como auténtica, estaba debidamente custodiada en una Iglesia de Constantinopla, donde los jefes de la Cruzada habían tenido ya la oportunidad de venerarla junto a otras reliquias. No obstante, aunque en un primer momento se intentó dejar pasar el asunto, el estado al que les llevaba su debilidad y la sobreexcitación en que se encontraban los soldados empezaron a suscitar fenómenos que podían tomarse como mensajes del altísimo. Varios de los soldados cruzados empezaron a oír voces y hasta a tener visiones relacionadas con la reliquia. Un poco hastiados, los jefes del ejército decidieron poner las cosas en claro e incluso el legado del Papa autorizó a Pedro a que, acompañado de sacerdotes del séquito del Conde de Tolosa, efectuara excavaciones en la iglesia de San Jaime.
La Sagrada lanza – o lo que podía parecérsele, pues era simplemente un trozo de hierro roído por el moho – se encontró en efecto, tras largas e infructuosas búsquedas, bajo las losas de la antigua iglesia; y cuando Pedro salio del hoyo con el trozo de metal en las manos, los asistentes ya no dudaron más: todos se precipitaron sobre la pobre reliquia manchada de barro y la cubrieron de lágrimas y besos. Al punto la noticia se propagó por el campamento y la alegría del ejército fue tan grande que los soldados corrieron a ponerse armaduras y escudos. El asunto se disparó tanto que, a pesar de que los barones estaban muy lejos de aceptar la autenticidad de la lanza, creyeron oportuno creer en ella de puertas hacia fuera, para no decepcionar a sus huestes.
La invención en nuestros días de una vacuna contra una rara enfermedad o la llegada del hombre a la luna hubieran levantado menos entusiasmo entre una multitud de la que, entre los cruzados, motivó el descubrimiento de la dudosa reliquia; y también es la única explicación posible si queremos atisbar los motivos de los cambios producidos en el ejército cristiano de Antioquia. Unos hombres extenuados y desmoralizados se convirtieron de súbito en soldados aguerridos, resueltos a lanzarse contra el enemigo a la menor ocasión. Cuánta verdad habrá en este asunto, que incluso los cronistas musulmanes se hacen eco en sus escritos de “inexplicables actitudes de los cristianos sitiados, que parecen estar seguros de que en esta guerra es imposible que mueran…”
Los jefes acapararon por un tiempo la reliquia, que acabó en manos francas por ser sus hombres los que la habían encontrado. Días después y viendo que era imposible contener a los soldados, se dispuso que el ejercito al completo realizaría un único intento de romper el cerco mediante una salida en masa para combatir en campo raso con el ejército sitiador. La empresa tuvo mas éxito del que cabria esperar; Kurbuqa, el jefe de los musulmanes, cometió la imprudencia de dejar una puerta sin vigilancia, lo que aprovechó la caballería pesada cruzada para alcanzar unos llanos propicios para cargar. Cuando los arqueros sirios se adelantaron unos metros para asetear a las primeras filas cristianas, un mar de cascos y armaduras descendió al galope por una loma cercana, y de un plumazo borró a la élite del las tropas musulmanas. Sin el peligro de las flechas sirias, la caballería maniobró a su antojo por el campo de batalla, alanceando a discreción.
Murieron unas diez mil personas, el 95% de ellas pertenecientes al ejército de Kurbuqa.
Actualmente, que se sepa, cuatro iglesias manifiestan acoger en sus relicarios los restos de la lanza que atravesó el costado de Jesús de Nazareth.
Saludos.
25 comentarios:
Lo de las reliquias viene a ser el producto comercial de la iglesia. Hay infinidad de santos que tienen, al igual que Teresa de Jesús, 4 brazos, 4 piernas, ...y no sólo hay 20 lanzas repartadidas, probablemente viejos hierros de cualquier herrero, sino sábanas santas, caliz, la última pieza que Jesús trabajaba en madera... Es muy curioso el tema. Siempre ameno Caboblanco.
He aquí el dicho de «la fe mueve montañas», vale más un ejército convencido que uno bien armado, como ya nos has dejado ver en algún otro artículo.
Un saludo, Caboblanco.
Esperaba con impaciencia el tema que tocarías. Es dificil definir el lugar donde se encuentra cualquier reliquia sea del santo que sea, aqui entra también Cristo, si reunieramos todos los trozos repartido por ahí como dice Zuriñe ,se multiplicarían por 100 como mínimo y tendríamos el mismo santo "super repe"
Un testimonio de la existencia de este arma es el de San Antonío de Piacenza que visitando los Santos lugares de Jerusalén, dice que vió en la Basílica del monte Sión la corona de espinas con que fue coronado el Salvador y la lanza que atravesó su costado, la corona y lanza fue venerada en JERUSALÉN hasta fines del S.VI , en el 615 fue robada por el lugarteniente del rey de Persia,una punta de ella fue recuperada por el Patriarca Nicetas llevándola a Constantinopla y depositándola en la Iglesia de Santa Sofia. En el S.XIII Balduino donó a San Luis el trozo de lanza que fue guardada junto a la corona de Espinas en la Sainte Chapelle. En la revolución Francesa fue guardada en La Biblioteca Nacional, desapareciendo el fragmento de lanza.El otro pedazo de lanza , el mayor, Arculpo la vió en Jerusalén pero después nadie la volvió a ver. No se sabe como cayó en poder de los turcos y en 1492 el Sultan Bayaceto la mandó a Inocencio VIII para que pusiese en libertad a su hermano Zizimo Desde entonces se guarda en Roma en la iglesia de S Pedro y yo añado que no hay ninguna verdadera y que aunque se sab que la hubo, con las cruzadas y los infieles y la manipulación posterio, adivina donde se encuentran si es que existen. saludos Salomón de NIna.LO de Salomón es por sabio.
Imagino que es por sabio Nina, porque estoy muy lejos de convertir en oro todo lo que toco... Bueno, fuera de broma ¡Gracias por la flor! Creo que el quid de la cuestión es, como casi siempre, ver los acontecimientos desde la óptica del momento en que se produjeron. Hoy en día, buena parte de la humanidad cree que en Jerusalen se ajustició al hijo de un Dios, pero hace dos mil años, unos soldados romanos se limitaron a cumplir la orden de ejecutar a un preso político, por orden del procurador Pilatos. Por seguidores que tuviera, es dudoso que se molestaran en ir recogiendo objetos del escenario del crimen... ¡posiblemente estuvieran temiendo por sus vidas!. Y, es más, dudo que LONGINOS - que así se llamaba el soldado que alanceó a Jesús - les entregara de buen grado su Pilum. Mejor quedarnos con la idea, válida para todos, de que el hombre en solitario y la humanidad en su conjunto es capaz de lo mejor y de lo peor, cuando está guiada por la motivación y el deseo. Intentemos que esa motivación sea la mejor y dejemos que la Fé penetré el alma de cada cual de la manera que quiera el interesado, si es que quiere...
En cuanto a la lanza en sí, se sabe que los caballeros teutónicos alardeaban de su posesión, e incluso la mostraron en público en varias ocasiones. Siglos más tarde, Hitler, se gastó un buen dinero en intentar hallarla, sin resultado.
Saludos a todos.
Hola Cabo ;)
Interesante post. Se cuentan tantas historias al rededor de las reliquias, que bueno cada quien guarda sus creencias y cuándo son bien cimentadas dificilmente se logra apartar de ellas :(
Un saludo y gracias una vez más por compartir ;)
;o)
El tema de las reliquias me parece interesantísimo desde hace mucho tiempo. No deja de extrañarme e incluso conmoverme en ocasiones como tantas personas se acercan a ellas depositando tanto... sip, la fe mueve montañas, ya lo creo... es totalmente cierto.
Tienes un blog muy interesante. Enhorabuena!
Caboblanco,llevas razón, pero también es cierto que eatá el testimonio de san Juan (XIX)donde narra que la lanza atravesó el costado de Jesucristo muerto. Lamayoria de los temas que escribiss , no son temas de cuatro lineas sisno de extensa discusión. En cuanto , asi aprovecho,a don Quijote en el cine , es un hueso duro de roer, por eso lo he escrito . Muy reducido por la problematica que presentan al guionista, director actores, fundir realidad con ficción y comprenderla psicología de los personajes tan dispar y ver como poco a poco se invierten, llevarlo a la pantalla es dificil y lo dejo porque no acabo.otro tema a tratar el videoforum.Saludos , buen vino y mucha alegría, la misma que te deseo para todos los años de tu vida. Nina
La "prudencia" de la Iglesia me parece de lo más macabra. Cierto que la historia no podría haberse escrito sin este componente, casi todos nuestros santos han sido objeto de múltiples "despieces" en función de la incorruptibilidad de sus cuerpos , de los objetos relacionados con sus martirios o de las prendas que supuestamente estuvieron en contacto con su cuerpo. Jamás discutiré su "utilidad", la duda sobre la autenticidad, siempre será una asignatura pendiente... me temo
Un abrazo
La versión de los árabes dice que con Bohemundo había un fraile muy asturo que fue el que aseguró a los cruzados o frany como ellos les llamaban, que en el Kusian, un gran edificio de Antioquía estaba enterrada una lanza del mesías y les dijo:"Si la encontrais, venceréis; si no, la muerte es segura" y también cuentan que fue ese mismo fraile el que la enterró previamente.
Otra cosa que tengo entendido es que parte de las tropas árabes no estaban de acuerdo con Karbuka y antes de la batalla muchos habían desertado. Karbuka pidió una tregua a los frany lo que hace que quede desprestigiado a los ojos de los suyos por lo que esto también puede formar parte de la causa de su derrota.
Un saludo.
Interesante, ameno y cómo siempre muy bien narrado, Caboblanco. Aunque, personalmente, esto de las reliquias me parece un negocio tremendo.
Gracias por tus comentarios en mi blog.
Un abrazo.
Hannah
¡Alla vamos!
Nina, estás en lo cierto. Juan, el presunto autor del evangelio que lleva su nombre, posiblemente fue el único de los cuatro que PUDO ESTAR presente en el momento de la crucifixión; el estilo del texto en arameo, su sensibilidad, su perfecto conocimiento topográfico de los alrededores de Jerusalén... hacen pensar que pudo ser JUAN EL HIJO DEL ZEBEDEO, uno de los apóstoles más cercanos a Jesús, junto a Santiago y Pedro. Quizá esto es lo poético de los evangelios: que son imposibles de confirmar; y, en cierto modo, esa es también su fuerza: para el que CREE en ellos, son la puerta de entrada a la FE, y su justificación última. Yo me he acercado a ellos como el que se acerca a una obra de Ortega, Galdós o Canetti, pero es difícil atacarlos desde una perspectiva totalmente objetiva. Pero ofrezco un dato objetivo para aquel que lo quiera escuchar... de LA GUERRA DE LAS GALIAS, escrita por Julio Cesar alrededor del 50 a.C, solo conservamos 8 o 9 manuscritos, la mayoría de ellos incompletos, de los que el más reciente data de, al menos, el año 900 d.C.
El historiador que quiera adentrarse en el estudio de los Evangelios cristianos cuenta, sin contar con los legajos asociados al documento "Q", con más de 4.500 manuscritos en griego del Nuevo Testamento, y más 13.000 copias de los mismos en Latín, todos anteriores al siglo III d.C. Sin embargo la polémica siempre se asocia a los segundos y nunca a la obra de Julio Cesar. Aquel que niegue su importancia - ¡ojo! - HISTÓRICA más allá de historias de lanzas y griales es, a mi humilde entender, un obtuso. En el terreno de la FE, aquel que quiera CREER hallará en ellos un tesoro aún mayor.
Leo, buena apreciación. Es más que probable que el hallazgo de la lanza sea una "mentira piadosa" para relanzar el ánimo de unos hombres desesperados. El tema del desacuerdo de las tropas árabes tiene que ver con su nacionalidad. Los ejércitos del Imperio Turco aunaban a decenas de étnias, que ni siquiera entendían el Islam de la misma manera. Karkuba estuvo esperando hasta el último momento contingentes armenios, persas y Kazajos, pero no llegaron nunca. Además, iba flojo de caballería, precisamente allí donde los cristianos decidían aún las batallas. En el momento que sugirió una tregua a los "Frany" (pues para los musulmanes, todos los cruzados eran Francos...) estos se dieron cuenta de que estaban empezando a ganar.
UN FUERTE ABRAZO Y GRACIAS POR PARTICIPAR...
Con qué complacencia leo todos tus post y los comentarios que luego se suscitan. En otro tono; tengo media docena de clavos gordos oxidados y unas cuantas maderas ¿no podríamos hacer algo con ellos?
Un fuerte saludo.
Luís, nunca he estado más de acuerdo contigo que en las respuestas que das a los comentarios recibidos.
Y no me refiero a los datos históricos..
Excelente, excelente.
En cuanto a los detalles, todas las doctrinas militares reconocen la primacía del factor humano sobre cualquier otro.
Sí, siguiendo nuestra doctrina, disponemos de "voluntad de vencer" y actuamos por "sorpresa", cuando nadie espera ya que hagamos cosa alguna..
Sí, además, realizamos una "acción de conjunto" y aplicamos nuestro esfuerzo en el lugar y momento idóneos..
Obtendremos aquella superioridad de la que hablé y tendremos "todas las papeletas" para que nos "toque el premio gordo de la rifa", la victoria.
Pero no hay milagro alguno. Símplemente "hemos hecho los deberes" como se debe.
Hoy solo saludarte, Caboblanco.
Nada, un resfriado, afonía, fiebre ayyy que hace que no tenga ánimos ni para leer.
Un beso!
Un placer como siempre aprender de tus manos.
Ah, y gracias por tus palabras!!!
Muy interesante episodio. Aquí en Colombia hay un importante departamento (división territorial) que se llama Antioquia (sin tilde).
Ahora, que tu hablas de lo que tuvo lugar en Antioquía, veo que este nombre carga un gran significado dentro de la tradición cristiana.
Gracias por la ilustración, y saludos,
Sorprendente, maravilloso post y magníficos comentarios.
Da gusto entrar aquí.
Saludos a todos.
Hola Caboblanco, un post muy interesante y también los comentarios.
Lo único que en mi opinión es milagroso es el poder de sugestión de la mente. Y como apuntan por aquí las reliquias son un buen negocio.
Yo pensaba que el Evangelio de San Juan era el más tardío y que se había escrito unos 100 años d.C. aprox. Pero no estoy muy enterada.
Salu2!
Hola a todos. Estás en lo cierto Tastavins; la REDACCIÓN del evanhelio de San juan data de alrededor del 100 d.C. pero el texto base es anterior, y hay varios indicios en el mismo Evangelio que corroboran esta atribución. Se supone que serían los discípulos de Juan los que terminaron la copia más o menos definitiva. Como curiosidad, te diré que está dirigido a principalmente a las primeras comunidades cristianas de Asia menor, y que su linea argumental es TOTALMENTE diferente a las de los otros tres (los considerador sinópticos). Los estudiosos gustan de llamar al de Juan, "el sentimental" pues incide sobre detalles de la personalidad del Galileo, mientras que a los otros tres los llaman los "cronológicos", porque parecen seguir una linea más temporal...
UN ABRAZO
Me gusta muchísimo tu modo de conta rhistorias....mucho más que cualquier foto que pongas....
Tu relato me ha llamado especialmente la atención la "puerta abierta", por su similitud con las circunstancias de la caída de Constantinopla, en todos los bandos suceden cosas similares....
Feliz 2006 a tod@s los que se asoman por aquí y a ti Caboblanco. Gracias por el apoyo que has prestado a mi blog. Estaré ausente hasta el 2 de Enero.
Un besito
Pero el tener esas reliquias y trozos de cuerpos incorruptos crea un fanatismo tal que es difícil de contener. Imagínate a alguien en algún lugar de estos, poniendo en duda la veracidad de tal objeto o tal miembro, puedo pasar cualquier cosa.
Pero todo es dinero, en Papua, esta la iglesia de San Antonio donde se conserva un trozo de no sequé de San Antonio incorrupto, hay colas para verla, pero lo más curioso es comprar cirios y velas para ponérselas al santo, pero como no se pueden encender velas dentro del templo, la gente las deja tal como las compra en unos cajones colocados estratégicamente. Y de nuevo se pondrán a la venta. ¡Increíble.!
Muy interesante tu blog y además un placer el que te hayas pasado por mi página. Gracias.
Un saludo.
Para la realeza de las reliquias
el ansiado Grial.
Que hasta ha dado para escribir númerosos libros y temas para películas.
Un tema realmente interesante Caboblanco.
Un besito y con mis mejores deseos desde aqui te envio una felicitación de las fiestas que se nos avecinan.
Feliz Navidad.
"La fe mueve montañas" y en este caso así parece ser. En fin realidad o leyenda que más da seguro que hay mitad de verdad y mitad de mentira como en tantas historias.
Interesante como siempre.
Un abrazo. Feliz Navidad
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