Durante la Segunda Guerra Mundial, las películas, tanto largometrajes como documentales, fueron un poderoso instrumento al servicio de los gobiernos implicados porque, a la vez que servían de entretenimiento para una población que estaba harta de la variada suerte de privaciones que ocasionaba la guerra, ejercían de “guía espiritual” en aquellos difíciles días… vamos, propaganda pura y dura . Al comienzo de la guerra en Europa la neutralidad estadounidense provocó que la mayoría de estudios de Hollywood fueran más o menos cuidadosos a la hora de adoptar una postura de abierto rechazo al nazismo. Consecuencia de esta calculada tibieza fue, por ejemplo, “Casablanca” (1942), donde “Rick” encarnaba el dilema estadounidense acerca de su neutralidad. Sin embargo, tras el polémico estreno de "Confesiones de un espía Nazi" (1939) de la Warner, la mayoría de los estudios se decidieron a salir del armario ideológico y tratar el tema con más “bemoles”. Entre las más influyentes películas antinazis producidas por los Estados Unidos figuran el "Gran dictador" (1940), en la que Charles Chaplin ridiculiza a Hitler y lanza una especie de mensaje de optimismo a los pueblos oprimidos por el cabo austriaco, y "La Caza del hombre" (1941) del exiliado alemán Frizt Lang, una hermoso alegato contra la dominación de un ser humano por otro.
Después de la entrada en guerra de los Estados Unidos la tortilla se dió, definitivamente, la vuleta, y más de 40.000 actores, productores y directores se pusieron de mejor o peor grado el uniforme patriótico. Incluso un buen número de realizadores de prestigio como Jhon Houston o Billy Willer pusieron sus energías al servicio de impactantes documentales que hablaban de guerra de forma bastante explícita… en el fondo se trataba de un calculado modo de preparar a la población para lo que se le iba a venir encima en muy pocos días: un incesante goteo de ataudes. La implicación total de los Estados Unidos con la causa aliada. Houston filmó poderosos cortometrajes fotográficos en los que refugiados alemanes hablaban de los “parabienes” del régimen nazi y Wyler facturó películas en las que idealizaba aún más, el principal objetivo de los jóvenes estadounidenses a la hora de alistarse: las fuerzas aéreas… Poderosos reclamos fueron Memphis Belle (1944) y Thunderbolt (1944).
En algunos otros casos la implicación pasaba directamente por la participación personal en la confrontación. Muchas estrellas, entre ellas Clark Gable o Robert Taylor se alistaron y sirvieron en destinos más o menos complicados. Mención especial merece un comprometido James Stewart que sirvió con honores en la USAAF, alcanzó el grado de coronel y voló más de 20 misiones de bombardeo sobre el cielo alemán en la etapa más dura de la guerra aérea. En fin... en el apogeo del conflicto, 90 millones de estadounidenses iban al cine cada semana a ver películas de todos los géneros cinematográficos en los que se idealizaba la figura del soldado americano, ese que participa decenas de desembarcos y peleas sin apenas despeinarse... pero no fue hasta el final de la guerra cuando Hollywood asumió la realidad del conflicto, con títulos como "También somos seres humanos" (1945) de William Welman o "Thery are expendable" (1946) de Jhon Ford.
En Inglaterra, el papel moralizador y efectista del cine fue asumido en su mayor parte por los rotativos y las radios debido a su enorme tradición periodística y radiofónica, pero aún así se rodaron varios filmes de carácter netamente propagandístico, fundamentalmente utilizando para ello obras de Shakespeare, como en "Enrique V" (1944) en la que Lawrence Olivier encarnaba las virtudes del más heroico de los reyes ingleses. Otro éxitazo fue "Waterloo road" (1944), una especie de remake de la histórica derrota de Napoleón, pero situando a los malos malísimos en la órbita nazi.
En Alemania, el séptimo arte no se libró de la corriente antisemita que el partido nazi se aseguró de propagar. Durante el primer año de la guerra y con el beneplácito de Goebbels se produjo una verdadera avalancha de filmes antijudíos... y todas las películas importantes calificaban a los hijos de Israel como el enemigo último. En "Der Ewige Jude" (1939) se lanzaba un mensaje de puro odio, comparando a los judios con ratas o cobayas y caracterizándolos con aberrantes minusvalías y taras faciales… Curiosamente muchos de los actores eran polacos semitas, que participaron en la película, evidentemente, muy a su pesar. A partir de 1942 Goebbels se hizo definitivamente con el control del "Chiringo" y unió los maniqueos prejuicios raciales de la Alemania de entonces con una visión romántica e idealizada de la causa germana a través de filmes suntuosos y de altísimo presupuesto como "El Barón de Münchhausenn" (1940), la cara más "simpática"... y patética de la psiqué germana de entonces.
Curiosamente, los aliados se convirtieron en protagonistas involuntarios de uno de los primeros y mejores documentales en color de la historia. En aquellos días, filmar en color era, más que nada, caro; las cámaras de entonces requerían una película triple que era difícil de conseguir y además, apenas había nada filmado en colorines para tomarlo como refenrecia. Tras la debacle aliada en el continente, parte de las fuerzas anglo - francesas quedaron arrinconadas en las playas de Dunkerque, en Francia. Un cúmulo de circunstancias propiciaron que la mayoría de aquellos hombres pudieran ser reembarcados hacía Inglaterra, de modo que cuando llegaron los alemanes, ya no quedaban soldados a los que filmar; pero no fue óbice para que alemanes realizaran un estupendo trabajo documental en lo artístico y, siempre según su criterio, en lo histórico.
Después de la entrada en guerra de los Estados Unidos la tortilla se dió, definitivamente, la vuleta, y más de 40.000 actores, productores y directores se pusieron de mejor o peor grado el uniforme patriótico. Incluso un buen número de realizadores de prestigio como Jhon Houston o Billy Willer pusieron sus energías al servicio de impactantes documentales que hablaban de guerra de forma bastante explícita… en el fondo se trataba de un calculado modo de preparar a la población para lo que se le iba a venir encima en muy pocos días: un incesante goteo de ataudes. La implicación total de los Estados Unidos con la causa aliada. Houston filmó poderosos cortometrajes fotográficos en los que refugiados alemanes hablaban de los “parabienes” del régimen nazi y Wyler facturó películas en las que idealizaba aún más, el principal objetivo de los jóvenes estadounidenses a la hora de alistarse: las fuerzas aéreas… Poderosos reclamos fueron Memphis Belle (1944) y Thunderbolt (1944).
En algunos otros casos la implicación pasaba directamente por la participación personal en la confrontación. Muchas estrellas, entre ellas Clark Gable o Robert Taylor se alistaron y sirvieron en destinos más o menos complicados. Mención especial merece un comprometido James Stewart que sirvió con honores en la USAAF, alcanzó el grado de coronel y voló más de 20 misiones de bombardeo sobre el cielo alemán en la etapa más dura de la guerra aérea. En fin... en el apogeo del conflicto, 90 millones de estadounidenses iban al cine cada semana a ver películas de todos los géneros cinematográficos en los que se idealizaba la figura del soldado americano, ese que participa decenas de desembarcos y peleas sin apenas despeinarse... pero no fue hasta el final de la guerra cuando Hollywood asumió la realidad del conflicto, con títulos como "También somos seres humanos" (1945) de William Welman o "Thery are expendable" (1946) de Jhon Ford.
En Inglaterra, el papel moralizador y efectista del cine fue asumido en su mayor parte por los rotativos y las radios debido a su enorme tradición periodística y radiofónica, pero aún así se rodaron varios filmes de carácter netamente propagandístico, fundamentalmente utilizando para ello obras de Shakespeare, como en "Enrique V" (1944) en la que Lawrence Olivier encarnaba las virtudes del más heroico de los reyes ingleses. Otro éxitazo fue "Waterloo road" (1944), una especie de remake de la histórica derrota de Napoleón, pero situando a los malos malísimos en la órbita nazi.
En Alemania, el séptimo arte no se libró de la corriente antisemita que el partido nazi se aseguró de propagar. Durante el primer año de la guerra y con el beneplácito de Goebbels se produjo una verdadera avalancha de filmes antijudíos... y todas las películas importantes calificaban a los hijos de Israel como el enemigo último. En "Der Ewige Jude" (1939) se lanzaba un mensaje de puro odio, comparando a los judios con ratas o cobayas y caracterizándolos con aberrantes minusvalías y taras faciales… Curiosamente muchos de los actores eran polacos semitas, que participaron en la película, evidentemente, muy a su pesar. A partir de 1942 Goebbels se hizo definitivamente con el control del "Chiringo" y unió los maniqueos prejuicios raciales de la Alemania de entonces con una visión romántica e idealizada de la causa germana a través de filmes suntuosos y de altísimo presupuesto como "El Barón de Münchhausenn" (1940), la cara más "simpática"... y patética de la psiqué germana de entonces.
Curiosamente, los aliados se convirtieron en protagonistas involuntarios de uno de los primeros y mejores documentales en color de la historia. En aquellos días, filmar en color era, más que nada, caro; las cámaras de entonces requerían una película triple que era difícil de conseguir y además, apenas había nada filmado en colorines para tomarlo como refenrecia. Tras la debacle aliada en el continente, parte de las fuerzas anglo - francesas quedaron arrinconadas en las playas de Dunkerque, en Francia. Un cúmulo de circunstancias propiciaron que la mayoría de aquellos hombres pudieran ser reembarcados hacía Inglaterra, de modo que cuando llegaron los alemanes, ya no quedaban soldados a los que filmar; pero no fue óbice para que alemanes realizaran un estupendo trabajo documental en lo artístico y, siempre según su criterio, en lo histórico.
Un saludo.
15 comentarios:
Nuestro querido historiador sabe donde comprar libros a buenos precios. Como diría un compañero de trabajo... "si no sabes hacerlo, preócupate de tener el teléfono del que sabe"
:-)
...Incluso en nuestros días la propaganda encuentra salida de expresión en el cine; cuando no es bélica es publicitaria. Es inevitable que el arte no refleje la situación real o sus consecuencias y, en cualquier caso, nunca fue fácil separar el grano de la paja... SALUDANDO:
LeeTamargo.-
Como siempre, da gusto visitar tu blog para aprender un poquito más.
Mencionas a un comprometido James Stewart. Yo añadiría a Lee Marvin (el Mayor Reismann de "Doce del patíbulo") que recibió el Corazón púrpura y está enterrado en Arlington.
Un saludo
Este sábado he visto La Isla, la que salió hace poco en el cine, y hablando de propaganda en el cine, me la has recordado. Porque cuando la vi recordé (y mira que eso es difícil) una frase de mi novio: "Es un anuncio de 2 horas".
Quizás los temas varían un poco... pero ahí ahí.
Hmmmmm, la agenda de Caboblanco debe ser interesantísima...
Pero me temo que su coco, más.
El cine es un buen medio de propaganda y no sólo para el tema bélico. Unas veces mandan el mensaje de forma abierta y otras de esa forma subliminal tan de moda ahora.
:-))) Me gusta esa frase de: "si no sabes hacerlo, preócupate de tener el teléfono del que sabe".
Un abrazo
Un artículo muy interesante, sobre todo porque la película no sólo es lo que vemos en sí, también hay que tener en cuenta cuándo se hizo, lo que pasaba en el mundo, etc.
Yo he visto alguna de las que mencionas (muy pocas, la verdad), pero sin saber que se hiceron durante la guerra, como propaganda. Es una dato muy interesante que tendré en cuenta la próxima vez que vea una de ellas.
Es que el cine refleja toda la historia, eso si a su manera. Suavizándola o haciéndola más cruel aún.
Interesante post, sea de historia o de cine o de cine-historia, lo bordas.
Un abrazo
Y hubo una producción cinematográfica amplísima que nunca fue exhibida en público..
Lo que hoy conocemos como "The Pentagon" se puso en contacto con las grandes productoras y elaboraron un proyecto que permitía instruir en un plazo muy breve a las tropas utilizando películas.
Ahorraron muchísimos millones de dólares, pues, como ocurre con los actuales simuladores, se entrenaba a los soldados sin necesidad de gastar medios materiales.
Un entrenamiento básico de combate, y de ahí a la eternidad, se completaba en el mejor de los casos en 12 semanas.
Yo "sufrí" este tipo de entrenamiento. No en su totalidad, pues hubiese emigrado a Groenladia, pero sí en ciertas áreas.
El problema es la comida. Sí a las tres y media de la tarde apagan la luz y te proyectan la "peli", con sus delicioso acento "yanquispanishamericanaños50", con los chistes y chascarrillos propios de un villorrio de Omaha, y nosotros nos hemso pulido una fabada.., ¡no hay tropa que aguante!.
¿Estará la paz en manos de la fabada?
¿Me he perdido el NODO?...
He recordado que en España el cine propagandístico de uso interno, nos duró hasta 1975.
Respecto al cine bélico de aquel momento,que tan bien has explicado,me quedo con una idea; el argumento de fondo de todas ellas ,convencer de que la guerra es un acto "justo" visto desde la retaguardia de los paises neutrales a quienes iba digirido. Creo que ya no se hacen pelis de guerra como las de antes... porque ya las podemos ver vía satélite por TV.Los argumentos, los de siempre.
Un abrazo
Que documento tan estupendo! te quiero pedir, es posible colocar este post, en mi blog de cine el rincon del cinematógrafo, que está hecho a mil manos?? espero tu respuesta, por supuesto que con tu firma.
Claro que lo puedes utilizar Zuriñe... ¡Muy honrado me haces haciéndolo!.
Turu, lo del cine para entrenar, me pilla de sorpresa, pero bien pensado tiene su lógica. A los aliados se les intentaba familiarizar antes del desembarco de Normandía con las playas y estuarios que se iban a encontrar, a través de películas de video. Una vuelta de tuerca más asunto supongo...
Un abrazo a todos
No me quedo con la guerra me quedo con el cine, sobre todo con el Gran Dictador de Chaplin. chiao Nina
muy bueno
un antes y un después
también en el cine
:-)
besos!
Gracias amigo, mañana lo publico en el Rincón del cinematógrafo. Abrazos.
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