jueves, 11 de mayo de 2006

Adriano, un ser humano irrepetible

Cuesta admitir cómo es posible que un fausto acontecimiento como el advenimiento al trono del más grande Emperador de la antigüedad, se debiera a una casualidad y a un acontecimiento más bien sucio, como el adulterio. Es cuestiones de “cuernos” no hay que hacer mucho caso a lo que se oye por ahí, pero parece claro que Plotina, la virtuosa mujer de Trajano, una mano le echó a su amante para que alcanzara el trono de la manera más sosegada posible. Para acabar de complicar el asunto, Trajano y Adriano eran tío y sobrino, aunque gracias a Dios, no consanguíneos. Además también eran paisanos, andaluces de Itálica ambos, aunque en lo que se refiere al carácter, no podían ser más distintos. Adriano era un muchacho lleno de vida, de curiosidad e interés, que lo estudiaba todo con fervor: Matemáticas, historia, arte, ciencia… y aprendía muy rápido. Pero parecía que todo eso esfuerzo solo iba dirigido a conocer el interior de los hombres, quizá para intentar parecerse lo menos a ellos… en definitiva, Adriano fue siempre un escéptico. De ahí que conquistar mundos lejanos no le llamara demasiado la atención y que, contando con la escultural Julia Sabina como esposa – un “cañón” a decir de los entendidos de la época – no la pusiera la mano encima, ni para bien, ni para mal.

Cuando subió al trono tenía cuarenta años y su primera medida fue pegar carpetazo a las conquistas militares con que había engrandecido Roma el divino Trajano. Inmediatamente salieron de Persia, de Armenia y de Arabia las victoriosas legiones que años atrás no habían dejado por aquellos confines títere con cabeza. Lo hicieron ordenadamente, como siempre, pero seguro que refunfuñando y con malos modos, porque presentían que se acababan los tiempos de gloria, de triunfos… y de sobresueldos. Y para asegurarse de que lo habían entendido, cuatro de los mejores comandantes fueron ajusticiados, sin proceso, sin abogados defensores y sin pruebas. Adriano, que no estaba en Roma, regresó a la carrera, les preparó lo más fastuosos funerales que el dinero podía comprar y respiró aliviado, porque ya tenía un problema menos del que preocuparse. En ese momento el pueblo se temió lo peor: volver a los tiempos de un Calígula, un Nerón o un Domiciano, pero no fue así. Adriano se reveló como un incansable administrador, un soldado competente y un político capaz. A ello sin duda ayudó su físico, pues era alto y más bien guapo, y sus cuidadísimos modales y estudiados hábitos, propios de lo que ahora denunciaríamos como “populismo puro”.

Y es que, a ciencia cierta, nadie sabía con seguridad que era lo que llenaba los pensamientos de este hombre. Intelectualmente, tendía al estoicismo, pero en la práctica se cuidó mucho de aplicar sus preceptos. Tomo el placer allá donde lo encontró, pero siempre dominándose a si mismo y sin sentir el menor remordimiento por ello. Le daba igual un chico guapo que una muchacha hermosa pero cuando había que coger la espada lo hacía sin tardanza y ni unos ni otras le hicieron perder la cabeza. Hacía lo que quería aún cuando parecía que se dedicaba a lo que debía; parecía que no estaba pero se enteraba de todo… estaba tan presente, que no necesitaba aparecer. Por eso sacó tiempo para viajar; bueno, por eso, y porque tuvo la infinita suerte de rodearse de los funcionarios más competentes de la historia del Imperio. Gracias a esta burocracia cualificada tuvo la oportunidad de ir de una parte a otra del Imperio, reventando caballos, para inaugurar palacios, comprobar que los sillares de piedra del Muro que lleva su nombre estaban bien armados, para supervisar el traslado de grano desde África o para sofocar la insurrección anual de los siempre belicosos judíos. Si uno echa mano de sus libros de viaje, parece imposible que hubiera estado en la mitad de los sitios en que estuvo, teniendo en cuenta que lo había más AVE´s que las de verdad...

Más, como los hombres ni siquiera estamos contentos con el mejor de los destinos posibles, en Roma empezaron a cansarse de ese Emperador que nunca volvía y pronto, cuando se supo que remontaba el Nilo acompañado de un joven de cabellos rubios y piel aterciopelada, los rumores tomaron las calles de la capital. Sus consejeros, algo preocupados, decidieron hacer lo de siempre, obrar sin consultarle, aunque en esta ocasión, para quitarle los pájaros que pudiera tener en la cabeza… y Antinoo, que así se llamaba el “problema” se las arregló para ahogarse voluntariamente las veces que hizo falta hasta que dejó de respirar. Un accidente vamos. Y pasó lo que no había pasado nunca: Adriano se lo tomó mal; las crónicas cuentan que se pasaba el día llorando por las esquinas de palacio como un alma en pena y debieron de pasar meses hasta que el Emperador se acordó de quien era y se puso a ejercer de nuevo.

Pero aquel hombre ya no era el mismo. Perdió toda su energía vital, su humor y hasta su encanto, enfermó gravemente, y las horas que antes pasaba viajando o inspeccionando obras o guarniciones las llenaba ahora escribiendo las cosas más tristes a que puede dar lugar un alma desgarrada. Su sufrimiento era tan intenso, que en sus conversaciones solo aparecía la necesidad de irse a la tumba. Él, que desde joven había desconfiado del género humano y sus servidumbres, agudizó aún más todas sus fobias, hasta ser incapaz de hablar con otra cosa que no fuera un papel en blanco. Un día, ya inmovilizado en la cama, el filósofo estoico Eúfrates le pidió permiso para suicidarse. Adriano conversó con él sobre la futilidad de la existencia y se lo dio. Acto seguido pidió seguir su ejemplo, más nadie se atrevió a acercarle el veneno. Se lo ordenó a su médico, que para no hacerlo, se mató y un esclavo al que rogó que le proporcionase un puñal, huyó despavorido por las escaleras pensando que su amo se había vuelto loco. Adriano, desesperado, exclamó “he aquí un hombre con poder para hacer morir a quien quiera, salvo a sí mismo". Meses más tarde, murió.

Con él no se fue solo un Emperador excepcional, que entendió como nadie las posibilidades reales del Imperio y de sus súbditos, sino también un ser humano irrepetible, inentendible, dual, cautivador e incierto. Y como su antecesor, se despidió nombrando como sucesor al más capaz entre los disponibles, quizá para que no le echaran de menos. Más eso era imposible…
Saludos

24 comentarios:

Mayte dijo...

Irremediablemente me traes a la mente a mi escritora adorada y profundamente admirada, mi Yourcenar y sus maravillosas Memorias de Adriano.

Y tu artículo....no lo podría describir mejor... irrepetible e irresistible podría agregar yo... gracias, gracias por tus letras hoy, las disfruto llena de entusiasmo.

Un biko fuerte!

Anónimo dijo...

Tu relato, tan ameno y facil de leer como instructivo, me ha recordado mis tiempos de estudante y los 3 emperador hispanos: Trajano, Adriano y Quintiliano.

Luis Caboblanco dijo...

Quien fuera capaz de llegar a interpretar el alma humana como Margarite... y además con alguien de distinto sexo.

Consumidor... ¿Teodosio? :-)

Anónimo dijo...

Bueno, a punto he estado de desistir. Finalmente los ingenieros de blogger me dejan pasar. :)
Decía que más allá de las motivaciones políticas ,sus contemporáneos no supieron apreciar la riqueza de matices de su personalidad. Era un intelectual; dominaba el arte de la guerra, la política, las letras, las ciencias... Tenía algo de personaje adelantado a su tiempo, algo de hombre del Renacimiento.
Respecto a Antinoo, el fervor del Imperio por este joven amante del rey después de su muerte, podría explicar que el muchacho se arrojó o lo arrojaron al Nilo con la intención de praticar un ritual de muerte vicaria.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Cierto caboblanco, olvide al segoviano, mil perdones..

CorriendoEnElRetiro dijo...

Me ha recordado algunos cuentos de Las Mil y Una Noche donde muchos hombres enfermaban por amor.
¿que será eso? Lo del amor digo.

Un abrazo fenomeno.

Ana M. García dijo...

¡Hola!!
Acado de descubrir tu blog y me he quedado hechizada con tu forma de contar. ¡Gracias!
un abrazo
M.

Anónimo dijo...

Quizá Adriano como algunos otros hombres, nació en un tiempo que no le correspondía.

Me ha gustado mucho este post.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Visto asi,Adriano todavia es mejor de lo que imaginaba.
Ojala se presentase en las proximas elecciones.
Sigo acudiendo todos los dias que me enchufo a leerte.

Rodrigo dijo...

saludos fraternos. Gracias por el aporte!. prometo volver para disfrutar de tus notas...en este momento el trabajo no me da tregua, pero volveré y te cuento de algunas de mis historias por tu tierra.

Un abrazo desde Chile

nube de colores dijo...

Buena historia. Gracias

Anónimo dijo...

"Se despidió nombrando como sucesor..." a Lucio Cejonio, pero murió ese mismo año. Y tuvo que pensar en un lejano pariente, el senador Tito Aurelio Fulvio Antonino. Adriano murió, el 18 de julio del año 138 en Baia.
Saludos

Leodegundia dijo...

Tienes razón que fue un buen emperador, dio por teminadas las conquistas, recorrió las provincias para conocer sus pueblos y mejorar sus condiciones en lo posible, hizo reformas y reforzó las defensas, intentó mejorar la suerte de los campesinos por la lex Hadriana de rudibus agris, permitió a los agricultores adquirir unos derechos sobre las tierras baldías a condición de cultivarlas, etc.etc., pero al final y como era humano como los demás tuvo sus flaquezas y dejó de ser el buen emperador, quizás esto demuestra que nadie es perfecto.
Un saludo

Anónimo dijo...

Hola Caboblanco:
Conocía a Adriano, pero no con el lujo de detalles que nos suministras, eres un pozo de sabiduría.
Como me dice María (Elucubraciones), gracias por desasnarnos.
Un abrazo
José

TORO SALVAJE dijo...

Un lujazo de blog si señor.

Gracias por tu visita.

Un saludo.

Anónimo dijo...

...Gracias, Caboblanco, por acercarnos la historia y a la Historia de forma natural y amena, con el lenguaje de andar por casa y expresiones de nuestro tiempo.
TE SALUDO: LeeTamargo.-

Luis Caboblanco dijo...

Adriano fue un hombre tan realista, que se volvió excéptico... un optimista bien informado, como diría el chiste. Fue el primero en darse cuenta de que el Imperio rozaba el límite de sus posibilidades y obra en consecuencia. Y eso, para una sociedad que no estaba acosumbrada a que la parara nadie, era doloroso. Eso no quier decir que Adriano fuera blando. A los judios, literalmente los exterminó y desarrolló operaciones militares en Britannia y la Marcomania aunque siempre de caracter defensivo.

Adriano además definió tendencias en el ámbito estético. Fue, quizás, el primer emperador en usar regularme los pantalones (BRACAE), que no gustaban demasiado entre los romanos porque los usaban los bárbaros y puso de moda la barba. Lo que poca gente sabe es que fue por necesidad. Adriano tenía una gran cicatriz en la barbilla que lo desagradaba y multitud de pequeños capilares a flor de piel en ambas mejillas, lo que daba a su tez un aspecto azulado. Para disimular estos "defectos" se dejó barba al estilo griego... y media Roma también lo hizo.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Era el problema del imperio romano. Para aumentar la riqueza, debia tener nuevas conquistas. Al tener nuevas conquistas, necesitaba nuevos esclavos para poner en orden el territorio. Pero claro, para tener mas esclavos se necesitaban conquistar nuevas tierras, lo cual...
No esta muy claro si Adriano hizo lo correcto o no. Adriano decia que el Imperio habia llegado a sus limites naturales. En Britannia puso el muro. En Germania puso un Limmes o frontera, con un rio siempre qeu podia, como el Rhin o el Elba. En Africa los desiertos y en el Este el Eufrates. Pues no se que deciros. Un Imperio como el Romano no debia haberse frenado. Lo que consiguió fue estancarse. Debia de haber fortalecido las fronteras y haber seguido conquistando territorios. Y hubiera pagado las campañas con los saqueos. Es lo que Craso, Pompeyo o Cesar hicieron en su momento. Y Cesar queria pagar la guerra civil con Persia.
Adriano puso al Imperio en forma defensiva, algo que pagaria mas tarde.
Lo de Antinoo fue mas hilarante. El senado se habia dado cuenta de que, si dejaban hacer a Adriano, a su muerte posiblemente hubiera sido emperador. Asi que se las arregló para que Antinoo visitara una pitonisa local. Esta le dijo que solo su muerte salvaria a Adriano y que le daria años gloriosos.
Como el chaval no estaba por la labor, el senado hizo que Antinoo inventara el buceo con pulmon libre. Luego, cuando murió, lo que le dijeron a Adriano fue que Antinoo se habia "sacrificado" por el.
Edem

Luis Caboblanco dijo...

Yo creo que el principal problema que tenía el Imperio en aquellos momentos era demográfico - económico. No había más jóvenes interesados en luchar en las legiones porque gran parte de las provincias del Imperio ya tenían la ciudadanía y, de todos modos, Adriano no estaba interesado en acuñar nuevas emisiones de moneda para pagar nuevas tropas porque la inflacción hubiera sido bestial.

Por otro lado, en algún momento había que parar y el problema no era tanto conquistar sino mantener. Adriano se paró en el Muro escocés porque de haber seguido hacia delante hubiese tenido que conquistar Hibernia (Irlanda) para asegurar Escocia, y esto le acarrearía tan solo 1 legion para hacerlo pero ¡tres para mantenerlo! Impulsar las fronteras danubianas hacia el Elba tenía un parecido coste. Por eso se dedicó a contemporizar.

Comparado con elementos que surgieron décadas más tarde, como Cómodo o Caracalla, el reinado de adriano apenas tuvo errores de importancia...creo :-)

Portobello dijo...

Un libro excepcional es "Memorias de Adriano" de Marguerite Yourcernar. Me fascinó. Según lo cuentas, me viene a la memoria el estilo Villepin, pero en romano y de la época. Eres muy ameno.

Anónimo dijo...

Por fin...tanto tu blog como el de Leodegundia (los dos de E blogger) sólo me dejan ver unos bastante atrasados, pero como ya le he dicho a ella, he conseguido poder leer los siguientes...ahora dame tiempo para ponerme al día ;).

Celebro poder seguir leyéndote.
Un abrazo. Adrià Urpí

Maribel Molina Rey dijo...

Ha sido un lujo encontrar tu blog y varias casualidades seguidas, te he encontrado buscando información sobre mi admirado Adriano y además somos vecinos.

En fin que te seguiré leyendo, me gusta tu estilo y el tema de tu blog.

Salud,

Jordi Guzman dijo...

Me encanta to blog Caboblanco, yo tambien he publicado un post con unos versos de Adriano que siempre me han fascinado. Felicidades por tu sitio.
Un Saludo

Anónimo dijo...

Hay un libro que parece realmente interesante... Es una historia llamada "El águila de la novena legión"
Está a punto de salir a la venda
Hechadle una ojeada. Parece un buen libro.

Lo podéis encontrar en la siguiente página:

http://www.plataformaeditorial.com/cont/novedades/novedades_sola_cas.php?idField=52&table=novedades

Un saludo