sábado, 17 de junio de 2006

La muy rápida toma de Amiens

La Impresionante catedral de Amiens

Una cosa es que un soldado asuma los deberes inherentes a su condición y acepte, de mejor o peor grado, jugarse la vida en las peligrosas situaciones a las que puede verse abocado, y otra muy distinta es que por ser militar, uno sea tonto. Quiero decir que, desde que el mundo es mundo, todo humano en guerra, que se halle en plenitud de sus facultades mentales, intenta que no lo maten. Y para ello tiene tres opciones, dependiendo del valor que se atesore: una, la deserción, poco lucida y que arroja tremendas incertidumbres sobre la propia vida en el caso de que aquellos que fueron tus compañeros den contigo; dos, colocarse, burla burlando, en retaguardia, e intentar que no se note demasiado, a fuerza de pegar un tiro de cuando en cuando y poner cara de pasarlas canutas… y tres, darle a la cabeza, que para eso nos fue dada, y demostrar que entre el mono y nosotros mismos hay algo más que un 2% de componente genético.

De acuerdo con esto último, muy espectacular fue la toma de Amiens, durante las interminables guerras que desolaron los campos de Flandes y los corazones y almas españoles, en 1597. A Hernán Tello de Portocarrero, capitán de uno de los Tercios patrios, le cayó en suerte asaltar la citada ciudad pero, lamentablemente, no contaba con medios para hacerlo… Las murallas de Amiens eran de impresionante porte y estaban custodiadas por cerca de dos docenas de piezas de artillería, sus fuerzas estaban al borde la inanición, ya que unas semanas de fuertes lluvias habían echado a perder la mayoría de las cosechas y en cuanto a sus hombres, que llevaban más de dieciocho meses de campaña ininterrumpida y parecido tiempo sin cobrar, estaban más pendientes de cazar algún roedor que llevarse a la boca que de cuidar de sus picas y limpiar sus arcabuces. Por eso, cuando Hernán llegó con la “buena nueva”, una sonora carcajada retumbó en los barracones, recibiendo el esperado “… pues va ser que no”. Más el capitán español no desesperó.

Una tarde, Hernán recibió información de que la guarnición de la plaza se consideraba segura, por lo que se hacía con poco celo el servicio de guardia. Tras confirmarlo, recorrió el campamento hasta que dio con un sargento que chapurreaba francés y, tras convencerlo para “presentarse voluntario”, movilizó un fuerte destacamento de unos 800 hombres, apenas todos los españoles que le quedaban. El grueso de esta tropa se emboscó próxima a la ciudad y, al amanecer, se abrieron las puertas y la guardia realizó muy someramente el preceptivo reconocimiento de los alrededores, de forma que no se percataron de la presencia de nuestros bisabuelos. A continuación, se admitió la entrada en la plaza de algunos campesinos que acudían a comerciar y entonces, algunos de los nuestros que se habían manchado la cara y las manos para parecer agricultores, avanzaron hacía la puerta, conduciendo un carro y encabezados por el sargento aragonés, francófono a su pesar. Para rematar el engaño, el carro portaba lo que parecían ser sacos de hortalizas… aunque en realidad eran costales llenos de trapos, en los que asomaban bien colocadas las veinte o treinta lechugas que habían podido comprar en los campos cercanos.

Llegados a la puerta, su aspecto debía ser tan miserable, que la guardia les invitó a que se acercaran a la hoguera para calentase, e intercambiaron bromas sobre la proximidad de los españoles. Sin embargo, un sargento francés desconfió de su homólogo hispano y le preguntó de donde era. El otro, hombre de pocas palabras, respondió: “De aquí soy” y le descerrajó un tiro entre ceja y ceja. Inmediatamente sus compañeros se hicieron con las armas que el enemigo tenía en el cuerpo de guardia y empezaron “a menear las manos”… Mientras, los del carro, al oír el tiro, lo colocaron bajo el rastrillo de la puerta y desengancharon los caballos que lo arrastraban. Un francés tuvo la presencia de ánimo suficiente para cortar la cuerda que sujetaba el rastrillo pero éste cayó encima del carro y las puntas de hierro no llegaron al suelo. Arrastrándose por este espacio los españoles que aguardaban en los campos cercanos se deslizaron hasta el interior de la ciudad y tomaron el ayuntamiento y los cuarteles, parando al poco la resistencia de los desconcertados defensores. Un sargento mayor pagó de su bolsillo los sacos y las lechugas que los falsos campesinos portaban en el carro. Le costaron escudo y medio “… barato, teniendo en cuenta que se ganó una de las mejores ciudades de Francia”

El sargento aragonés fue ascendido a capitán, recibió el mando de una compañía y murió, junto a la práctica totalidad de sus hombres, tres años más tarde intentando tomar al asalto una muralla aún más inexpugnable que la de Amiens…

¿Cuánto más responsabilidad se asume… menos se piensa?

Por cierto, el tatarabuelo de Hernán también se distinguió en la pelea, aunque es mucho más conocido por practicar el concubinato con una famosa índia... Fue el conquistador español al que "regalaron" a Malitzin o Malinche, esclava, traductora, amante y luego madre del primer hijo de Hernán Cortes.

Las vueltas que da la historia.



15 comentarios:

Mayte dijo...

Pues sobre esto no conocía mucho, así que no puedo opinar con certeza pero si disfrutar de lo que nos compartes!

Un biko y buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Pues sí, Luis; barato, ingenioso y de la forma que lo has narrado, parece un guión cinematográfico.Muy interesante el personaje de Malinche o Dña. Marina, que era como yo la recordaba.
Un abrazo y que tengas una buena semana.

Briseida dijo...

Comienzo la mañana de domingo instruyéndome en Historia. Hacerlo aquí, en tu espacio, es como disfrutar de una apasionante novela.

Un beso!

Portobello dijo...

Caboblanco, me gusta leer la historia en este blog, de hecho más que en cualquier libro. Gracias a ti estoy recuperando un temario que tenía un tanto relegado, y que siempre me ha gustado en mis estudios. Sigue trabajando así y mejor aún, porque si salen ciertos proyectos que están en marcha, tu blog será de los que yo quiero promocionar. Saludos, es muy entretenida tu manera de presenar la histoira.

Anónimo dijo...

Cabo he pasado por aqui haciendoun recorrido rutinario. Como adultos que somos nos hemos dicho nuestros gustos y todo ha quedado divino y claro. No voy a pasar sin dejar un pequeño reconocimiento por tu esfuerzo, la guerra no me gusta, pero me has dejado un pedazo de de catedral de estilo gótico de las más hermosas de Francia, del siglo XIII, consta de una nave con capillas laterales, coro y girola.En el exterior destacan dos torres y tres puertas famosas por sus esculturas, el Cristo en la puerta central y la Virgen de la puerta del sur. Un abrazo Nina

Anónimo dijo...

Cabo he pasado por aqui haciendoun recorrido rutinario. Como adultos que somos nos hemos dicho nuestros gustos y todo ha quedado divino y claro. No voy a pasar sin dejar un pequeño reconocimiento por tu esfuerzo, la guerra no me gusta, pero me has dejado un pedazo de de catedral de estilo gótico de las más hermosas de Francia, del siglo XIII, consta de una nave con capillas laterales, coro y girola.En el exterior destacan dos torres y tres puertas famosas por sus esculturas, el Cristo en la puerta central y la Virgen de la puerta del sur. Un abrazo Nina

Anónimo dijo...

...Así que el Cortés era un fiel ejemplo de que de "raza le viene al galgo". Curioso el dato...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Turulato dijo...

Me intriga algo.. ¿Cómo enlazan los descendientes de Malitzin con Aragón?; y Tello de Portocarrero ¿como mandaba 800 señores soldados sí sólo era capitán?.
¿O fué el encargado de tomar el revellín y el rastrillo, bajo el mando del Tercio?.

Anónimo dijo...

Interesante relato histórico. Y en efecto, las vueltas que da la vida...
Quizá, como algunos aseveran, todo está concatenado...

Besos

Luis Caboblanco dijo...

Gracias a todos por vuestros comentarios. Las respuestas dan para tanto, que prefiero abrir una nueva linea más arriba...

Zuriñe, ten cuidado a quien promocionas, no sea cosa de que se vuelva rana o no de la talla y te recuerden por ello... ¿Tanto confías? :-)

Luis Caboblanco dijo...

A mi tampoco me gusta la guerra, Nina; estaría loco si así lo pensara, pero la violencia esta tan asociada a nuestra condición, que nos perseguirá mientras los hombres lo sigamos siendo. Sin embargo, sí me interesan y mucho, tres cosas:

1) Los avances técnicos a que dan lugar las contiendas (El radar, el sonar, la penicilina, etc...)

2) La facilidad de los conflictos para sacar lo mejor y lo peor de cada uno de los que participan.

3) Los hechos históricos asociadas a dichos conflictos: el nacimiento y desaparición de estados y fronteras, la evolución de las sociedades y de las personas que forman dichas sociedades.

Y lo trato de conocer, lo mejor que puedo... pero claro, odio la guerra... todo lo que se puede llegar a odiar sin haber participado ni sufrido una.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Creo que me expliqué mal, y estoy de acuerdo contigo en los tres puntos y creo haber comentado, en algún otro comentario sobre la guerra, tu acertada exposición positiva cuando publicas un artículo, fue un lapsus que ha quedado aclarado. Pero al pasar por tu post, si no te importa, me gusta dejarte aunque sea una queña crítica de la foto. UN abrazo Nina

Anazia dijo...

Me recuerda bastante mucho al caballo de Troya, ¿por qué será?

Leodegundia dijo...

Quizás no es que a más responsabilidad menos se piensa, en este caso puede ser que el éxito anterior le hizo relajarse y dejó de pensar con frialdad en la nueva situación.
Un abrazo

Chus dijo...

Efectivamente, nadie quiere vivir una guerra. Pero forman parte de nuestra historia, y por lo tanto, son parte de nosotros, de lo que somos.
Depende de la época a la que nos remontemos, las guerras son de un estilo o de otro, pero siempre han generado violencia y muerte. En muchas ocasiones, éstas han sido necesarias para poder dar pasos hacia delante.
Sin embargo, hoy, en la sociedad en la que se vive, nadie quiere avanzar a costa de las guerras... nadie excepto algunos excéntricos políticos.
Besos