domingo, 2 de julio de 2006

El oro de Moscú

Los días 3 y 4 de septiembre de 1936 se sucedieron los descalabros para el gobierno republicano: Fracasaba la expedición contra Baleares, los navarros de Mola tomaban Irún y sobre todo, caía Talavera de la Reina. En este ambiente lúgubre, el gobierno de Giral dimitía en pleno y cedía el testigo – o el marrón, según se mire – a otro de concentración, de carácter mucho más revolucionario, presidido por Largo Caballero. Éste, sabía que el problema principal de la República se reducía, en aquel momento, a sacar partido de su aplastante superioridad material, mediante una mejor coordinación en el mando y sobre todo, a través de la sustitución de los milicianos – llenos de anhelos y buenas intenciones pero de poco valor frente a los marroquíes de Franco – por algo “parecido” a un ejército regular. La baza principal para conseguir esto último reposaba en los sótanos del Banco de España, entidad privada al cargo del 4º depósito de oro más grande del mundo, acumulado gracias al comercio derivado de la neutralidad española durante la primera Guerra Mundial y no, como se ha creído siempre, traído de América en tiempos antiguos.

A la pregunta de ¿cuánto? es imposible responder con absoluta seguridad, porque los “herederos” de los que lo sacaron dicen que fue muy poquito, y los “descendientes” de los que no lo pudieron sacar para ellos, defienden que fue cuatro veces la fortuna de la Reina de Inglaterra, pero desde el anonimato de un blog, se puede concluir que no fueron menos de unas 600 toneladas de oro, de excelente pureza, y que hoy su valor ascendería a más de 9.000 millones de dólares americanos… una minucia.

El caso es que el Gobierno de Largo Caballero, viendo que las columnas de Varela se acercaban más y más a Madrid, re reunió con carácter urgencia y, mediante Decreto, resolvió trasladar las reservas de oro a un lugar más seguro. Para salvar las apariencias, a los cuatro consejeros del Banco de España con los que se pudo contactar – los otros ocho ya habían huido, supongo que con el oro que hubieran podido – se les obligó a estar presentes durante el inventariado, se les prohibió dimitir y se les conminó a firmar el acta de traslado “como observadores”. Lo cierto es que su opinión apenas contaba para nada ya… Una vez resuelto el traslado, todos abandonaron sus funciones, salvo uno, que informó a los rebeldes. El clavero más antiguo del Banco de España, más afectado que cualquiera de sus jefes – esto es verídico… - se suicidó.

Del 14 al 16 el oro fue escondido en varias grutas excavadas en los alrededores de la ciudad murciana de Cartagena, base naval principal de los populistas, alejada de los frentes e inexpugnable por mar. El 25, casi todo el oro era embarcado con rumbo a Odessa ¿Por qué? Pues porque en aquellos momentos ya estaba en marcha la Operación X, por la que la URSS se convertía en aliado principal de la República – en parte, gracias a que las democracias europeas la habían dejado más sola que a Gary Cooper – y, por ende, principal suministrador de armas y pertrechos. Uno de los términos más importantes del citado acuerdo era el pago de dichos materiales, y para garantizarlo, nada mejor que el oro del Banco de España, oro del que se irían descontando las cantidades suficientes para compensar los envíos con destino a los republicanos.

El problema, o uno de ellos, es que la URSS nos la lió. A fin de cuentas, la República se tuvo que agarrar a lo que pudo, y esto fue un régimen político opaco, no democrático, a más de 4.500 kilómetros de distancia y ajeno a todas las convenciones y tratados internacionales, en especial, a los de contenido económico. Sin embargo, la confianza de los jefes populistas fue tan grande, que ni siquiera tuvieron los soviéticos que firmar un mísero recibo de entrega. A los cuatro claveros enviados desde España para dar fe del pesaje y conteo del material precioso, se les impidió hacer su trabajo y permanecieron invitados – de hecho secuestrados – durante buena parte del tiempo que duró la contienda y, ahí, en el pesaje, fue donde Stalin nos la volvió a meter doblada... Del envío formaban parte una multitud de monedas antiguas, como soberanos, reales, escudos, maravedíes, muchas de ellas rarísimas, cuyo valor intrínseco era mucho mayor que el asociado a su peso. Aparte, también fueron entregadas cientos de obras de arte en oro y plata como cuberterías, vajillas, joyas e incluso un par de cetros cuyo valor era, posiblemente, incalculable. La URSS alegó que solo aceptaría créditos ligados al peso del mineral precioso y que su pesaje y fundición era urgente, por lo que se limitó a “apartar” dichas obras para su posterior clasificación… y tan bien debieron de ser clasificadas que nunca se volvió a saber de ellas, y tampoco formaron parte del montante final del envío… ¡Que listillos los ruskies!

Gracias al “oro de Moscú”, la República pudo estabilizar una situación militar que amenazaba ruina en pocos meses, y su ejército fue recibiendo material de mayor o menor calidad, pero imprescindible para equilibrar los envíos de armas que los franquistas obtenían vía Alemania o Italia.

Otro día contaremos, si os parece, cómo pagó Franco las cervezas a los alemanes de la "Legion Condor".

... Tampoco le salió barato.


14 comentarios:

Turulato dijo...

"...de poco valor frente a los marroquíes de Franco..".
No. La diferencia operativa entre las fuerzas de los dos bandos no consiste en la presencia de las unidades de tropa nativa marroquí.
Es más, las operaciones desarrolladas en Marruecos y a las que estaban habituadas las unidades del Territorio, tienen muy poquito que ver con las que se van a desarrollar en la Península.
Recordemos además que en esas fechas las unidades del Protectorado operan en la penetrante SO-Madrid, mientras que en el frente norte operaban unidades peninsulares.
La diferencia es muy sencilla. Y la apuntas. No se puede hacer nada sin profesionalidad.
Un ejército es lo que es. Cuando los republicanos se dieron cuenta era tarde.
Algo parecido, en mucha menor medida, ocurre ahora con las policias autonómicas, orientadas más hacia la lealtad política que a la estricta profesionalidad.
Y me gusta. Los ciudadanos eligen sus modelos. Que los sufran.
Es una de las mejores maneras de comprender la esencia de la democracia. Elijo y asumo las consecuencias de mis actos.
Nada que ver con otros regímenes, en que ní eliges ní tienes nada que decir.

(Por cierto; me han devuelto mi último correo, aunque no sé sí lo has recibido)

Anazia dijo...

Ahora mismo en mi casa vivimos situaciones de estafa, pero desde luego no tan grandes y nada que no podamos llevar adelante...

Menuda gamba metieron los de entonces, jozú.

Luis Caboblanco dijo...

Puede ser Turu, quizás generalicé. Pero he leído en diversos libros que el impacto de la tropa marroquí durante los primeros meses (y de la legión) se debió mucho a la carga psicológica de ambos cuerpos, aunque bien pensado, llegamos al mismo punto de llegada, la profesionalidad.

Y recibí tu primer correo pero no el segundo. Un abrazo.

Hola Anazia. Al gobierno republicano se le estafó, relativamente. En medio de una guerra, hablando de personajes como Stalin, etc... ¿Alguien en su sano juicio pensó que no nos iban a sisar?

Anónimo dijo...

La República estimó prudente trasladar el tesoro a lugar seguro y autorizó al jefe de gobierno Largo Caballero y al ministro de Hacienda Negrín a efectuar el traslado a algún lugar de España y así lo hicieron a Cartagena como tú muy bien dices pero estos dos personajes de acuerdo con Méndez Aspe que era el subsecretario civil decidieron enviarlo a Rusia, pero tengo entendido que ninguno de ellos se lo comunicó a Azaña, que se enfureció cuando se enteró, ni a los demás ministros.
Al parecer el recuento de cajas llevado a cabo por Méndez Aspe y por Orlov no coincidió ya que existía una diferencia de cien cajas, pero el ruso no le dijo nada al español por miedo a que le hicieran responder de ellas.
Este es un tema muy largo y con muchas lecturas por lo que creo que un estudio desapasionado sobre el tema sería muy interesante para comprender muchas cosas. Esperaré con impaciencia la segunda parte que nos prometes.
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Efectivamente Leo, al parecer, Azaña no estaba al corriente del asunto, al menos, no tal al corriente de que el envío era inmediato. Largo caballero lo justificó apelando al "lamentable estado espiritual en el que se hallaba Azaña". Cuando Indalecio Prieto se lo comunicó, parece ser que porque fue el único que tuvo bemoles para hacerlo, Azaña se puso fuera de sí. Lamentablemente el Presidente de la República no hace referencia en sus memorias a este asunto.

Anónimo dijo...

Imagino que conocerás estas páginas, pero por si acaso no, aquí te las dejo:

http://www.sbhac.net/Republica/Fuerzas/Armas/Polemica/Opinion.htm

Y

http://www.fundanin.org/gorkin5.htm

De esta última, os dejo:

"Todos los testimonios concuerdan en que la famosa ayuda a España constituyó el más escandaloso de los negocios para el Kremlin y que éste no empezó realmente a enviar armamentos hasta tener en sus manos la mayor parte del Tesoro español. Uno de los primeros en hablar de “los aspectos lucrativos del auxilio de la URSS y de los partidos comunistas que la secundaban” fue el líder socialista y ex Ministro de Defensa Nacional Indalecio Prieto[4]. Según sus revelaciones, “el 25 de octubre de 1936 se embarcaron en Cartagena, con destino a Rusia, siete mil ochocientas cajas llenas de oro, amonedado y en barras, oro que constituía la mayor parte de las reservas del Banco de España”. Jesús Hernández y El Campesino[5] confirman este dato. El primero precisa: “De 2.258 millones de pesetas (el 70 % en libras esterlinas oro) que representaban las reservas del Estado español en 1936, exigieron un depósito de 510 toneladas de oro, o sea 1.581 millones de pesetas oro, más de la mitad de nuestro tesoro nacional”. Y añade: “El 6 de noviembre llegaba el oro español a Moscú."

Seguramente también conocías esto... Disculpa la longitud del comentario.

Un abrazo entrañable.

Hannah

Luis Caboblanco dijo...

Hola Hannah; pues sí, lo conocía, pero como este blog está más pensado para vuestros comentarios que para mis post - aunque a algunos os cuesta aún - agradezco muy mucho tu comentario. En cuanto a las toneladas, no hay acuerdo unánime. Las cifras que barajas los historiadores van desde las 500 o 510 que citas hasta las 650. Curiosamente, el inventario oficial del gobierno republicano está muy incompleto y no parece pensado precisamente para que se supiera cuanto se envió. En fín, le necesidad obliga.

Briseida dijo...

nada nuevo bajo el sol ¿verdad?
oferta-demanda y el suma y sigue.

Un abrazo, Cabo

Anónimo dijo...

Como siempre en tu blog, amplio conocimientos. De historias que conocía poco, ahora conozco más y de las que nada sabía, ahora tengo noción.

Pues si, vaya trueque, o pecamos de inocencia ante los rusos o alguien, para llenarse sus propios bolsillos, organizó este traslado del tesoro sin exigir ni firma. Quizá algún día salgan a la luz, en cualquier museo privado, al menos, si no el oro en sí, si las monedas y algún que otro objeto. Dudo mucho que los fundieran.
En fin...

Besos

Chus dijo...

En este caso (como en muchos otros) no se puede decir nada sobre la "picaresca española", no? porque la verdad es que pecamos bastante de... de... bueno, lo dejaremos en que la necesidad nos llevó a un mal negocio.

Besos

Anónimo dijo...

Yo estoy con Turulato sobre lo de la profesionalidad.
Acerca de lo del oro tengo una historia o cuento bastante curioso.Soy de un pueblo del Pirineo Aragones, donde la guerra se cebo bastante. Entre los que participaron en la misma en el bando republicano, de algunos de ellos contaban que pasaron 2 vagones con lingotes de oro camino de Francia. Uno de ellos no se tocaba.El otro si que se podia coger cierta parte de su contenido.
Esto ocurrio en Bielsa,me imagino que antes de que se formase la bolsa.
Estos abuelitos se dedicaban a volar puentes cuando la desbandada era general.Uno de ellos,familia mia al que no conoci,se quedo en Francia.Otros 2 si que regresaron y uno de ellos,hacia viajes frecuentes a Francia.
No se cuanto hay de leyenda rural y si algo puede concordar.Lo cierto es que las historias que he escuchado se acercan bastante.

Anónimo dijo...

El oro de Moscú,se ha considerado uno de los mitos de nuestra guerra civil.Personalmente considero que fue un expolio tan desastroso como el "oro de Berlín". A este respecto, es muy interesante el libro de Martín Aceña en el que se hace una comparativa de la administración financiera de los dos bandos que se titula "El oro de Moscú y el oro de Berlín".
De pasada, Leo nombra a Negrín, para algunos responsable de poner en bandeja a Stalin nuestras reservas. El por qué, tal vez en un periodo de desunión y conspiraciones mutuas, con un país hecho trizas... la corrupción prolifera con facilidad en estos terrenos.Mientras al pueblo se le exigía resistir hasta la última bala, algunos preparaban un exilio liviano probablemente en los dos bandos.
En estas chapuzas, no tenemos nada que reprocharnos mutuamente.
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Pues no vas desencaminado Rustav... Aparte del oro enviado a Moscú, los gobiernos de Giral y Largo situaron en Francia hacia finales de 1936 la gruesa cantidad de casi 200 toneladas de oro. El frente popular negoció con Francia una compra de armas, y tambien lo intentó con Gran Bretaña, aunque esta última no accedió. Las reservas de plata tambien fueron enajenadas, esta vez en USA, y nada menos que 1.250 tolenadas. La preferencia en cantidades por la URSS tuvo caracteres ideológicos pero también de pura disponibilidad.

Anónimo dijo...

Hola Caboblanco:
Cuanta tinta ha hecho correr el famoso oro de Moscú. Nos timaron como achino.
Supongo que cuando hables de la otra parte saldrá a relucir el papel del Sr March y otros financieros ingleses.
Un saludo
José