jueves, 6 de julio de 2006

La libertad de Escocia

Memorial en honor a W.Wallace

Todas las naciones tienen un libertador… algunas de ellas muy a su pesar. Las más, las europeas, las que vienen de antiguo, han tenido muchos y variados, dedicados a rescatar a su pueblo y enderezar entuertos e injusticias que en algunos casos solo ellos veían, y cuyos arreglos, han traído en la mayoría de las ocasiones más muertos, más viudas y más sufrimiento. El libertador raras veces pregunta a los oprimidos sin están interesados en ser redimidos, o si siguen dispuestos a pagar la costosa factura que acarrea pasar de servir a un viejo dueño, para saludar a otro nuevo… Eso da igual, pues es un bien supremo el que perseguimos… la libertad… algo tan etéreo y pasajero, que bajo sus faldas cabe esconderlo todo, y tan difuso y relativo que, a la pregunta de si se considera usted libre, buena parte de los ciudadanos bajo los regímenes totalitarios e inhumanos comandados por Hitler y Stalin hubieran dicho que sí, sin dudarlo demasiado; y no es de extrañar, pues la capacidad del hombre de vivir engañado no conoce límites. En cualquier caso, nunca hemos estado peor que ahora, momento en el que medimos nuestra independencia por la altura que alcanza la medianera que separa el patio del vecino del nuestro… algo normal, por otro lado: nuestras necesidades no son las de un hombre del pasado siglo XIII…

Aquellos pobres, con menos servidumbres que nosotros e infinita falta de regalías, tenían pocas comodidades y prebendas terrenales a las que aferrarse, y se jugaban la vida, conscientemente o no, un par de veces al mes. Apostaban fuerte, pero en cierto modo, se jugaban menos. Pues bien, a finales del siglo XIII d.C. una parte de esos hombres “antiguos”, la mayoría de los que vivían en el viejo reino de Escocia imaginaron un ideal de libertad, lo compararon con la sensación con la que se levantaban cada mañana y, como no casaba lo más mínimo, se echaron al monte. Semejante desengaño se había ido fraguando durante los cientos de años que su patria había pasado al lado de su “hermano mayor” inglés, un reino más rico, más poblado y más próspero. Al principio la coexistencia no fue insoportable, pero como el paso del tiempo solo realza lo malo, el “protector” empezó a mostrarse más como “un dominador” y pronto empezó a exigir variados derechos y pernadas… Tratándose de escoceses, los más orgullosos de entre los soberbios, aquellos con quien ni siquiera las legiones de Roma habían podido, el asunto solo podía acabar de un modo… a palos.

Al principio, si los inventores del “kilt” no tuvieron más éxito, se debe exclusivamente a su propia dejadez, a su perniciosa costumbre de darse al zumo de cebada tras una buena batalla, y a su propia desorganización. Sus nobles, que curiosamente eran de ascendencia inglesa, dedicaban más tiempo a traicionarse entre ellos que en gestionar el inmenso capital humano que ofrecían aquellas inhóspitas colinas y valles. Eduardo I “el Zancudo”, que era taimado como un zorro, pronto percibió el clima de crispación que adornaba el bando escocés, y dedicó energías, embajadores y grandes cofres de oro para sobornar a discreción… con gran éxito por cierto.

Dicen que un mal gallinero solo lo soluciona un gallo nuevo… y así fue también en tierras escocesas. Tuvo que venir un segundón, un tal William Wallace, con poca nobleza en sus tierras pero mucha en su alma, para que la mayoría de los suyos se reunieran en torno a él, se olvidaran de disputas y viejas rencillas, y volvieran a concentrarse en lo principal… matar ingleses para recuperar la libertad. Primero salió a buscarlos a Lanark, donde sitió a una guarnición inglesa y exterminó todos sus integrantes y durante el año siguiente vagó por las tierras escocesas acumulando éxitos y seguidores, y alimentando su leyenda, con tan buen resultado, que al poco los ingleses no se aventuraban a salir de sus fortalezas y, cuando no les quedaba más remedio que hacerlo, lo hacían muertos de miedo, seguros de ser observados por la ese tal Wallace, que algunos pintaban con más de dos metros de alto, con alas y garras e incluso echando fuego por la boca…

Un día, seguro de sus posibilidades a campo abierto, sitió a un gran ejército inglés en Stirling y provocó furiosamente a su caballería, hasta que logró que cargara contra él. De pronto, los cientos de jinetes que se lanzaron contra las filas escocesas, se quedaron mudos al ver que aquellos campesinos y bandidos a los que iban a masacrar, se agrupaban en grupos de tres o cuatro, agarraban gruesas estacas de fresno y las dirigían contra las caras y las ancas de sus cabalgaduras… De trescientos caballeros británicos no sobrevivió ni uno. Huérfanos de la protección de su caballería, a la infantería inglesa le entró el pánico y se desbandó, facilitando la posterior carnicería. Wallace ya era dueño de la mayor parte de Escocia.

Eduardo entonces, decidió echar el resto… esto es, poner encima de la mesa más dinero. Se rascó el bolsillo de tal manera, que consiguió que los nobles escoceses se pensaran si no se estaba mejor el casa viendo el mundial, y meses más tarde, William Wallace era abandonado a su suerte en plena batalla, esta vez en Falkirk. Consiguió escapar, pero casi sin apoyos ni dinero, se convirtió en un fugitivo en su propia tierra… Un noble de poca monta, un tal John Meteith se las ingenió para entregarle el 5 de agosto de 1305.

La muerte de Wallace fue de aquellas que resulta imposible de olvidar. Primero fue castrado, luego se le colgó de sus hombros mediante unas argollas, se le abrió en canal y se quemaron sus órganos y vísceras, delante de sus ojos, con el infortunado probablemente aún vivo. Por fin, le atravesaron con una pica y le cortaron la cabeza. Sus extremidades fueron repartidas por los cuatro extremos de Escocia, en un curioso ejercicio de propaganda que solo consiguió volver a estimular el sentimiento que Wallace había canalizado, años antes.

Los escoceses consiguieron, por fin, su libertad, en 1314, coronando como rey a Robert Bruce, que se comportó de manera igual de despiadada que los anteriores monarcas ingleses.

… hombres libres.


17 comentarios:

Anazia dijo...

Mi padre siempre me decía en estos casos: Sarna con gusto, no pica... y algo de razón podría tener.

Edem dijo...

Dicen que Bruce Supo morir, llegado el momento. Bastaba una sola palabra suya de clemencia, y lo hubieran decapitado, limpiamente. Pero despues de horas de tortura, cuando incluso el publico al martirio estaba pidiendo clemencia, solo le lograron sacar dos palabras: Libertad y Escocia.
Dicen que esas palabras, junto a Wallace, fueron recogidas por los patriotas escoceses, y que en Banockburn, en 1314, fueron recordadas a cada uno de los ingleses que pasaron por alli.
Escocia habia conseguido, por 200 años, su libertad.

El problema era mas complejo, claro. Por un lado, la separacion entre los Clanes, los Lowlanders (tierras bajas), mas proclives a Inglaterra, y los Highlanders, (tierras altas), mas proclives a hacer lo que les diera en gana, mas que a la independencia.
Por otro lado, la nobleza escocesa. Clanes que apoyaban a Inglaterra, Clanes que apoyaban a Escocia, pero que se negaban a luchar junto a los clanes vecinos, Clanes que decian pertenecer a la casa Real escocesa y que segun ellos "merecian" gobernar por encima de los demas...
Ciudades libres que miraban con simpatia los derechos de las ciudades Inglesas... como veis, de todo.
Eso y que frente a los ejercitos ingleses, la preparacion de los escoceses era pesima. Bruce pudo triunfar, porque era veterano de la guerra de los 100 años. Era tradicion de los Franceses, contratar a "esos barbaros del norte que quieren aporrear Ingleses". De echo, durante mucho tiempo, la Guardia Real Francesa, estaba formada por escoceses.
Robert Bruce, lo que hizo fue heredar su sistema de batalla... y hacer una alianza con Francia para tener su apoyo en caso de que perdiera la guerra.
Un saludo de Edem.

Chus dijo...

... con poca nobleza en sus tierras pero mucha en su alma...
Has dado en el blanco. Sólo una persona con la mayor nobleza no material puede conseguir determinadas cosas. Entre ellas, la confianza absouta, el respeto y la admiración.
William Wallace fue noble hasta para morir, y fue noble porque fue fiel a sí mismo... Muchos otros, de nobleza tan solo aparente, hubieran reculado en su situación.

Creo que si somos fieles a nosotros mismos, nadie podrá quitarnos la libertad .

Besos

Anónimo dijo...

...El quid de la libertad es que después hay que mantenerla, que es un modo de reconquistarla de continuo. Pero, sin duda, entonces el tal Wallace ya dio un paso adelante en la historia...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

Hace un tiempo di con tu blog, y me encantó.. no sé porqué perdí el rastro...; pero ahora que doy otra vez... siento lo mismo: me encanta.. Ahora sí, ya no pierdo el rastro, acabo de ponerte en "favoritos". Un saludo

Turulato dijo...

Magnífico primer párrafo.
Pero echo a faltar cuales eran los motivos personales de WW. Aún no conozco a ningún líder que no haya iniciado su.. sacrificio en pro del bien común sin un buen motivo propio.

Luis Caboblanco dijo...

Hola a todos

Por supuesto Edem, el componente monetario era importante. Parte de los nobles escoceses, los que tu nombras, tomaron una postura más "colaboracionista", a la espera de grandes huertos en Escocia e Inglaterra como compensación. No conocía el dato de la guardia real.

Abundando en lo que ha dicho Turu, es cierto casi todas - o todas - las operaciones de salvación nacional nacen de una experiencia traumática vivida en carne vivia. Aunque no es seguro, parece que así fue también aquí. A William le asesinaron los padres a una muy temprana edad - no de los padres, se entiende... - y puede que eso creara el "callo" necesario en su corazón para repartir lápidas con tantas energías.

Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

Después de la muerte de su padre y del destierro de su madre, Wallace se educó con un tío suyo, clérigo, con el que estudió a los clásicos y latín, también se dice que hablaba tres idiomas, o sea que era una persona bastante preparada para su época. Con unos cuantos amiguetes, que no tragaban a los ingleses, se dirigió a Loudun en donde vivía Fennwick, caballero que había matado a su padre y a pesar del número inferior de personas que acompañaban a Wallace, logró darle muerte. Esta es una de las causas por las que digamos "se enfadó" con los ingleses y por las que empezó su lucha.

Se enamoró de Marion que acabó asesinada ya que al no conseguir apresar a Wallace ni siquiera con la muerte del hermano de Marion, terminaron por matar a esta cosa que no les sirvió de nada pues él consiguió escapar, pero eso si, no sin antes atacar el lugar y matar a todos los que encontró.

Al final y como casi siempre se encontró con la traición de uno de sus supuestos amigos. La traición en la Historia está siempre presente.

Por cierto y por no alargarme más, decir que Eduardo I se casó en el monasterio de las Huelgas en Burgos con Leonor de Castilla, hija del rey Fernando III de Castilla.
Un abrazo

Princesa dijo...

La historia de Wallace es impresionante.
Que impotencia genera saber que solo asi se logra la libertad.
Un gusto leerte, como de costumbre.
Besos libres :)

Briseida dijo...

Buenos días Caboblanco.
De nuevo aquí, "aligerando" un poco mi ignorancia.

Que tengas un feliz fin de semana
Un abrazo

Portobello dijo...

Si lo de la palabra Libertad lleva a muchas luchas que no son nada más que más de lo mismo, que más da estar bajo el yugo de unos que de otros! en fin creo que seguiré tu consejo y me meteré con Sthendal, cuando acaba la próxima cita de Vargas Llosa, ya que me apetece adentrarme en dicho clásico. Saludos

Anónimo dijo...

Un placer leerte. Soy del grupo de Almena y por ello muchas veces no digo nada.
También aquí, como en el post anterior, se confirma que la profesionalidad es una gran ayuda a la hora de triunfar.
Bicos.

Daniel Mas dijo...

Hola!

Grácias por tu visita, veo que compartimos algo más que el amor a los dragones, a mi también me gusta la história.

Me parece interesantísimo tu blog y seguiré por aqui, no lo dudes ;)

Un abrazo!

Raúl dijo...

Todos queremos ser hombres libres y felices, pero con el paso de los años, confundimos esos conceptos con la satisfacción inmediata de pequeñas cosas, que luego no terminan siendo valiosas...

Es bastante triste que los eventos que asociamos como patrióticos y simbólicos, seimpre tengan algo de barbarie asocisada...

Saludos,

Anónimo dijo...

"El verdadero coraje es vivir cuando es justo vivir y morir cuando es justo morir"
Por lo que he leido,a W.Walace no le habian dejado muchas opciones.

Anónimo dijo...

Aprendiendo...
Besos

Lunarroja dijo...

¡¡Eres una mina!!