martes, 29 de julio de 2008

Almas gemelas

Por supuesto, no es ni mucho menos obligatorio saber que el texto abajo enunciado no es más que una intertextualización de otro, escrito por Richard Bach, aviador y aventurero... y una de las personas que más y mejor ha elucubrado sobre la teoría de los universos pararelos y el concepto casi filosófico del alma gemela. Yo, creo, no doy para tanto...
¿... o sí?
Un alma gemela es aquella que posee una llave capaz de abrir nuestra cancela, y cuyo cerrojo es capaz de ser abierto por la nuestra. Si resulta extraño que semejante ecuación acabe resolviéndose en una sola dirección, el que funcione de forma recíproca debe ser un fenómeno maravilloso. O no. Sinceramente... ¿es acaso conveniente que alguien tenga las llaves que abren la totalidad de la mente del otro? ¿Y del corazón...? ¿No será mejor para el propio desarrollo del individuo guardarse uno de los capítulos del libro, una suerte de última bala?

En mi caso, la respuesta se escora peligrosamente hacia este último escenario; y sabe Dios que no estoy en condiciones de explicar el porqué, o el porqué no... que ni siquiera sé si esta decisión – si es que puede calificarse de tal – ha sido meditada, consentida, o simplemente forzada por el sinfín de circunstancias que me configuran. Solo sé que me siento con infinita tranquilidad ante otro, u otra, cuando sé que no puede llegar al último escalón de mi ser, que le será imposible desnudarme completamente, entendido esto según la etimología latina, “quitar la corteza de un árbol”... llegar al interior de un ser vivo...

Y yo... ¿de verdad quiero que sea así? ¿Me estaré perdiendo algo fabuloso, una sensación extraordinaria que justifique, por sí misma, la propia existencia?

Lo cierto es que, una vez, quizás estuve cerca de conocerla; una mujer extraordinaria, una persona fuera de lo común, se cruzó en mi vida. Y después de un tiempo, por momentos inolvidable, me dio a elegir: sería la única mujer de mi vida o no formaría parte de ella en absoluto.

Escoger implica renunciar. Siempre. Yo elegí el camino más sencillo, el que acarreaba menos riesgos a largo plazo y más tranquilidad a corto, y sobre todo, el que exigía menos esfuerzo y sinceridad... y no me ha ido mal. Pero de cuando en cuando, alguna mañana, me presentó frente al espejo intentando vislumbrar a aquel que podría haber sido y no fue, e intento imaginar a aquel hombre que consiguió encontrar a su alma gemela, y convencerla de que también era la suya...

Y me gustaría saber, sobre todo, si algunas mañanas, aquel hombre intenta buscar a su otro yo frente al espejo...

Eso me dejaría más tranquilo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Caboblanco,
Madre mía de los mineros...

Me alegra saber que sigues vivo.

Dril.

Lunarroja dijo...

No busques lo que no puedes encontrar. No persigas lo que no puedes coger.

Pero enfréntate siempre a ti mismo. Olvida los miedos, las cobardías y lucha por lo que quieres.

Personalmente, no tengo demasiada fe en eso de las almas gemelas. Me basta con encontrar a personas con cuya presencia disfruto y con las que no tengo miedo a decir adelante.

Anónimo dijo...

Lo mismo digo, Dril. He estado visitando esta página a diario desde que publicó la entrada "Viento Divino", allá por el lejano MAYO 2008, y pensé que había dejado el BLOG.

AVE CABOBLANCO...

Greeneyes, Panamá.

Turulato dijo...

Su otro yo frente al espejo...
¡Cuantas veces lo he hecho!. Se que no puedo encontrarlo, pues solo hay un yo compuesto de muchas facetas. Facetas que son recuerdos, sueños, proyectos y caminos no seguidos...
Cada una es una posibilidad vital, pero yo soy el resultado de mis realidades, de las posibilidades practicadas, hayan tenido el resultado que fuese.

En realidad, mi espejo es mi camino de huida, escrito por Lewis Carroll