jueves, 22 de septiembre de 2005

Genitor

A la mayoría de las más grandes personalidades de la historia, se las conoce por sus conquistas militares o por sus logros políticos. Y todos los grandes militares y políticos de la antigüedad tenían una cosa en común: nunca iban a pie ¿Qué por qué? Pues porque en la antigüedad y hasta hace bien poquito, ir andando era de pobres o, más bien, “de inferiores”…o si no ¿de dónde creéis que viene la palabra caballero? Además, si uno quería pavonearse de verdad, no solamente se debía tener un caballo e ir con él hasta a sacar la basura… ¡el caballo debía de tener un nombre! De esta manera, se le daba una cierta personalidad que hacía que el animal se convirtiera en objeto de culto para las tropas propias y en una amenaza casi mitológica para el enemigo...Imaginad: si os dicen… ¡nos ataca Alejandro Magno! Pues ya acongoja bastante pero si te dicen… ¡viene Alejandro…montado en Bucéfalo! Pues dan ganas de tirar lanza y espada al suelo e ir a ver al de personal, a pedir el finiquito…todo esto desde la perspectiva de un soldado de infantería del siglo IV a.C., claro.

Julio César no fue una excepción a todo esto, y se ocupó conscientemente de que a su caballo le rodeara un halo de misterio y de leyenda que no hacía sino fortalecer la imagen de su dueño. Según las crónicas, el potrillo nació muerto o eso parecía, porque el animal no reaccionaba por más que la familia de Cesar se esforzaba en espabilarlo e intentar levantarlo; pero en cuantito que Julio se acercó, súbitamente, el potrillo se alzó y se colocó al lado suyo, ignorando por completo a la madre. Naturalmente, esto fue interpretado positivamente por los augures, que predijeron que el dueño del caballo sería el amo del imperio del mundo. Ante tan buenos presagios, César llamó al animal “Genitor” que, en latín, significa “creador”, prohibió que nadie lo montase y pago de su bolsillo una pequeña estatua del bicho que colocó frente al Templo de Venus Genetrix para que lo protegiera.

Sobre cómo era el caballo no sabemos mucho, salvo que era enteramente blanco, no demasiado grande y que miraba de una forma un poco desconcertante…muy fijamente, hasta el punto de que a alguno de los generales de César le ponía nervioso y procuraba evitar al animal. Aún con todo, su característica más singular eran sus extrañas patas: Tito Livio, que no fue contemporáneo de Julio César, nos cuenta que se asemejaban a pies humanos, en el sentido de que tenían una especie de dedos alrededor de la pezuña que le daban un aspecto único; naturalmente, esta singularidad no gustó mucho a los soldados, que la achacaban a que el caballo estaba… digamos… “poseído”, hasta que nuevamente los augures se ganaron el sueldo y dictaminaron, mediante una visión, que era una señal de la predilección de los Dioses por el animal.

Estaban locos, estos romanos.

PD: Todo tiene una explicación en esta vida y la extraña pezuña de Genitor no es una excepción. La característica anatómica más notable del caballo moderno es la presencia de un único dedo en cada una de sus extremidades, concretamente, nuestro dedo corazón. Los dedos segundo y cuarto son vestigiales (restos atrofiados de los dedos funcionales primitivos), y están situados más arriba y a cada lado de la pezuña…excepto en el caso del caballo de Przewalski, una especie de caballo salvaje que habitó en Mongolia y parte de China hasta el siglo pasado y que tiene los dedos segundo y cuarto un poquito más evidentes. Quizá Genitor fuera una de ellos…
Saludos Mil

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo de poner nombre a los animales es una práctica que siempre se hizo y se sigue haciendo, ya sean de compañía o de trabajo o de casería, por eso y dada la importancia que tenían los caballos en aquella época no es de extrañar que sus nombres se hicieran famosos a la par que sus dueños y si además tenían una historia o unas peculiaridades únicas, como en el caso de Genitor, entonces ya no queda duda alguna sobre su fama.
Interesante tu escrito de hoy. Un saludo

Grial dijo...

Siempre hay una explicación para todo..
Gracias por la leccción ;)
Un beso :)

Luis Caboblanco dijo...

Efectivamente Leodegundia, el caballo ha sido el animal más importante en la evolución humana, junto con el perro ¡claro! y también ha sido, sin discusión, el que más ha estimulado a bardos, escritores y poetas. Me comentaste que te gustaba la edad media ¿no? Mañana subiré una pequeña reseña sobre un suceso que se encuandra en ese periodo. Critícalo por favor: me harás mejorar..

Buenas noches

Luis Caboblanco dijo...

Gracias por venir Grial...y de lecciones nada de nada; estamos hablando, tomando un café...

Anónimo dijo...

Perfectamente documentado y explicado el tema de los dedos suplementarios.

Confieso que cada día me gusta mas este blog.
¡Enhorabuena!

Anónimo dijo...

Interesante Post.
Todo tiene una explicación, a veces absurda.
Siempre he puesto nombre a mis canarios y a mis peces, me gusta que todo y todos tengan un nombre.

Gracias por visitar mi Blog.
Un abrazo

Turulato dijo...

Luís ¡por fín!. Esta "maquinaria del demonio" me había reducido al silencio, aunque leí tu explicación y esperé.
Una crítica. Sólo ha habido un caballo blanco, y no es seguro, que es el del Señor Santiago.
Sí tiene la capa de ese color es tordo.
Y sobre lo de ir a caballo..
* Mandar en combate unidades de falange macedónica debía de presentar imnumerables dificultades, pero opino que la más importante fué el nivel elementalísimo, o nulo, de lo que hoy denominamos "C cubo" (En inglés, "Mando, Control y Comunicaciones").
La falange pudo llegar a tener hasta 13.000 hombres entre todas sus categorías. ¿Cómo reaccionar a las incidencias?, ¿cómo impulsar la acción?,...
Sólo sobre un caballo podía tenerse en la época la mínima rapidez para:
- Trasladarse entre los diversos observatorios y poder así seguir lo que estaba ocurriendo.
- No agotarse físicamente
- Ir lo más rápido posible a dar una nueva orden.
- Tener una perspectiva visual que dominase la situación de quienes iban andando.

Sirva como muestra, que hay más, pero no es este el lugar.
En cuanto al efecto moral y simbólico, es el que tú dices.
Pensemos que lo que pedimos cualquier mando en combate es que se cumplan las órdenes que damos, aun sabiendo que al hacerlo hay grandes posibilidades de morir.
Sí somos sensatos.., ¿quién es obedecido con esa intensidad en nuestra vida diaria?.
Se ha recurrido a todo. Prestigio, exaltación de ideales, miedo -cuando no terror-, "divinización", alcohol, opio...

Luis Caboblanco dijo...

Efectivamente, al caballo blanco se le llama "tordo" (vaya metedura de pata)..

¡Saludos Turulato! me tenías preocupado