martes, 31 de mayo de 2005

Más dura será la caida


El mejor libro sobre el final de lo romano

¿Por qué cayó el Imperio Romano? ¿Se hizo algo? Cuándo se levantó, ¿lo primero fue asegurarse de que nadie le había visto…? En este post vamos a intentar dar respuesta a todas estas apasionantes preguntas – bueno, más que nada, a la primera – aunque, vaya por delante que las causas que hicieron que el Imperio más universal de la antigüedad perdiera la vertical, son variadas, y cada una incidió con determinada fuerza, a lo largo de los últimos años de la civilización romana.

1.- Malos emperadores:

La gran mayoría de los historiadores coinciden en que, muchos de los Césares que rigieron el Imperio durante los siglos I al III d.C, tenían un cierto sentido del estado, a pesar del carácter bobalicón, enfermizo u oligofrénico de algunos de ellos. A sensu contrario, podríamos decir que durante aquellos años, el Imperio fue lo suficientemente fuerte para soportar incluso, las regencias de una docena larga de Emperadores que no hicieron honor a su nombre. A partir del 275 d.C., año en que comenzó la llamada anarquía militar, los buenos gobernantes se convirtieron en la excepción, y empezaron a predominar cierto tipo de individuos que, o bien se dedicaban a medrar o, en el peor de los casos, comandaban expediciones imposibles que acababan con varios miles de romanas estrenando la condición de viudas, y con el prestigio del Imperio por los suelos. Tan solo Constantino el Grande, Diocleciano o Teodosio (este último natural de Coca, Segovia) se salvan de la mediocridad general.

2.- Plagas:

La primera vez que “la muerte negra” visitó las tierras del Imperio fue en el año 139 d.C., alojada en los pulmones de los legionarios romanos que volvían de una campaña victoriosa en Partia (actual Iraq). Después, volvió a aparecer en el 155 y 169 d.C. siendo esta última acometida de tal gravedad, que las basílicas de Roma se habilitaron para cuidar a los enfermos y Marco Aurelio tuvo que sacar a los condenados de la cárcel, porque no había suficientes brazos, ni para el campo, ni para la guerra. A partir de este momento, la peste se haría patente con cierta regularidad y quizás menos virulencia, por lo menos, ocho o diez veces más hasta el final del Imperio, causando la muerte a entre un diez y un quince por ciento de la población cada vez.

3.- Cambios en la estructura de la población:

A partir de siglo III d.C. las condiciones de vida en las zonas rurales del Imperio fueron empeorando progresivamente. Las causas, como las de casi todo, son muchas y variadas: La inflación que afectaba a los precios de los productos del campo, la dureza del trabajo, la inseguridad en las tierras que lindaban con las fronteras…Esto hizo que una gran parte del campesinado volviera los ojos hacía las ciudades, con la esperanza de comer todos los días y, sobre todo, de no levantarse cualquier mañana con una flecha sármata clavada en la frente. Esa marea humana que arribó a las urbes, dejó casi despoblado el campo y, como no había quien lo trabajase, los productos alimenticios comenzaron a escasear. Lo siguiente os lo podéis imaginar; apareció la peor de todas las plagas: el hambre.

Por otro lado, durante estos mismos años, Roma vivía en estado de guerra casi permanente. Tenía frentes abiertos con los pictos en Caledonia, con los germanos y sármatas a los largo de los ríos Rin y Danubio, con los persas en las tierras del Eúfrates…los mejores hijos de Roma se dejaban la vida a miles de kilómetros de casa sin solución de continuidad; y esto hizo que empezaran a faltar los hombres, y que descendiera la natalidad. ¿Resultado?: la pirámide de población empezó a desequilibrarse; se nacía menos y se moría antes, lo que hizo que la sociedad romana perdiera el dinamismo que la caracterizó durante tantos siglos.

4.- Crisis económicas:

Los anteriores cambios en la estructura poblacional fueron los desencadenantes de sucesivas crisis económicas, cada vez más graves. Como faltaba metal precioso – Dacia se abandonó en el 278 d.C. – la moneda se devaluó, pero los precios no hacían más que subir, porque todo escaseaba. Empezó a faltar el trigo de los dos mayores graneros del Imperio, Egipto y Sicilia; y el poco que llegaba tenía que pasar por el tamiz de sucesivos cuerpos funcionariales, cada uno de los cuales arrancaba un pedazo de la "presa"; la corrupción campaba a sus anchas y el pueblo sobrevivía como podía.

5.- Crisis militares:

En el año 212 d.C., Caracalla otorgó la ciudadania romana a todos los hombres libres del Imperio; más tarde, en el 313 d.C., Constantino hacía del cristianismo la religión oficial del mismo. Dejando aparte las bondades de estas dos medidas, ambas generaron consecuencias fatales para la Milicia. Como todo el mundo ya era ciudadano ¿Qué sentido tenía partirse el alma 25 años en las fronteras, si del premio – la ciudadania romana – ya disfrutaba todo el mundo? y por otro lado ¿por qué irse a pegar espadazos a donde da la vuelta el viento si la posibilidad de "recaudar" esclavos quedaba vedada por las enseñanzas de la fé de Cristo?; Además, ante la quiebra técnica en que se encontraban las arcas imperiales, se empezó a cobrar a tres plazos: tarde, mal y nunca. El resultado fue que no se apuntaba al ejército ni el "tato". Si hubiera estado Federico Trillo, habrían sido ecuatorianos y bolivianos pero, en aquel entonces, mandaba un tal Valente, que fue quien, para rellenar los huecos de las filas de sus ejércitos, recurrió a contratar mercenarios entre los pueblos nómadas que moraban más alla del Danubio. Uno de estos pueblos se hacía llamar visigodo y a Valente le cayeron simpáticos desde el principio. Gran error...

6.- Establecimiento de los visigodos en Moesia:

...porque los visigodos, recien establecidos en la actual Bulgaria, se convirtieron en la espina dorsal del éjercito romano pero no olvidaron muchas de las actividades en las que ocupaban su tiempo cuando vivían a la otra orilla del rio, a saber, matar, violar y saquear. Las otrora orgullosas legiones quedaron relegadas a fuerzas meramente simbólicas ante la exhuberancia de aquellos "godos del oeste" - Visi / Gothorum - para los que el Imperio Romano representaba algo parecido, a lo que significó despues el Nuevo Mundo, para los extremeños del XVI d.C. Durante un tiempo, aquellos hombres sirvieron bajo jefes romanos, pero más tarde sintieron que podían ser los dueños de su propio destino y eligieron a sus cabecillas entre su gente. Lo siguiente fue ajustar las reglas del juego a sus propios intereses, exigiendo pagos y prebendas cada vez más cuantiosos; Valente les hizo frente en Adrianopolis en el 378 d.C. y lo pagó con su vida. A partir de ahí los visigodos recorrieron el Imperio de punta a punta y acabaron estableciendose en Hispania, mientras decenas de miles de parientes suyos se arrojaban en sucesivas oleadas contra unas fronteras que ya no defendia nadie. En el 475 d.C. el bárbaro Odoacro destituyó al último emperador romano, un chaval de trece años que atendía al orgulloso nombre de Rómulo Augústulo.

3 comentarios:

Luis Caboblanco dijo...

Bueno, en cierto modo no vas muy desencaminado. Tras la caida del Imperio Romano de Occidente y con Europa y el norte de Africa convertidos en un solar político, la Iglesia Católica permanece como única institución visible. Más tarde, La unión de esta y los incipientes poderes políticos europeos darían lugar al SACRO IMPERIO, del que fueron cabezas visibles personajes como CARLOMAGNO o CARLOS V. De hecho, la palabra "católico" viene del término griego καθολικος que significa "universal"

Turulato dijo...

Como al leer he ido cambiando "algún" nombre, he llegado al final "asustadico"...
Y dado que acoge "peticiones del lector", ¿sería tan amable de recomendarnos algún buen libro?.
Como puede suponer, me interesan especiálmente las legiones...
Y sobre el asunto de hoy...

Luis Caboblanco dijo...

A largo del dia te pasaré por mail, si no tienes inconveniente, una buena bibliografia sobre las legiones romanas.. ¿Sabes alemán? lo digo porque te ampliaría el campo una barbaridad.

En otro orden cosas, como mi cabeza bulle de ideas, por más que estoy preparando los exámenes de la semana que viene, me apetece escribir sobre un suceso del año 16 d.C. que tiene asombrosos paralelismos con la tragedia del Yak-42. ¿Viste el programa de anoche...?