domingo, 29 de enero de 2006

Los Gracos


"Subasta de esclavos", de Jean-Léon Gérôme, Museo del Hermitage. San Petersburgo

Puede que su apellido suene a grupo musical de gasolinera pero los Gracos, Cayo y Tiberio, no le bailaron el agua a cualquiera. Eran hijos de un tal Sempronio, hombre íntegro que fue elegido censor y luego cónsul, por dos veces, y administró Hispania con criterios liberales y métodos progresistas… algo así como un Jovellanos de la época. Pero murió joven y, haciendo gala de su fama de honesto, completamente pobre, lo que motivó que su viuda tuviera que hacer verdaderos sudokus para dar a sus hijos una buena educación. De todas formas, lo que no aprendieron en colegios de pago lo hicieron en el comedor de su casa, ya que mamá era una mujer adelantada a su tiempo que convirtió su hogar en la sede de las mejores tertulias de la época. Las conversaciones que se desarrollaban en ese salón no eran ciertamente revolucionarias, pero sí bastante progresistas; esto no habría tenido demasiada importancia si en Roma la situación no hubiera sido la de una ciudad que de pronto había tenido que digerir a toda prisa convertirse en un Imperio; el trigo de Sicilia, de Cerdeña, de África y de Hispania inundaba los mercados a un precio irrisorio, ya que era producido al costo del trabajo gratuito de los esclavos. Esto había llevado a la ruina a toda una suerte de pequeños y medianos propietarios que cultivaban la tierra gracias al esfuerzo de mujeres e hijos, y que ahora se veían obligados a vender sus fincas a bajo precio, engrosando las listas del INEM romano. Como pago por partirse el alma años atrás contra las terribles columnas de guerreros púnicos de Aníbal, no estaba mal…

Sobre esta crisis económica se insertaba otra, de calado social y moral: a Roma llegaban esclavos como llevados por un infernal torrente; en el 177 a.C. se importaron de golpe 40.000 sardos, y el año siguiente 50.000 epirotas. Los tratantes de esta mercancía humana iban a acapararla siguiendo el rastro de las victoriosas legiones romanas que la suministraban y la abundancia era tal, que transacciones de diez o quince mil almas eran normales en los mercado de Délos, el más importante de su época. En algunas poblaciones había muchos más esclavos que paisanos y en los latifundios cerealistas de los terratenientes romanos se podía cabalgar durante días sin encontrarse a un solo hombre libre. En estas difíciles circunstancias fue cuando Tiberio fue elegido tribuno y desde el principio se vio que iba a ser una fuente de problemas.

Había crecido junto a su madre, cenando mientras oía hablar de ética y de moral y, a la edad en que los adolescentes intentan atisbar a una chica remojándose las pantorrillas, él solo pensaba en la política; Era lo que suele decir “un idealista”. Pero hasta que punto sus ideas, excelentes, estaban al servicio de su ambición, que era grandísima, o viceversa, lo ignoraba como lo ignoran todos los idealistas; le bastó un viaje por el campo a lomos de una mula para darse cuenta de que, si se dejaba todo el trabajo a los esclavos, Roma, o por lo menos la Roma que el imaginaba, estaba irremisiblemente perdida… así que según volvió a casa le faltó tiempo para proponer una batería de medidas que podríamos calificar como mínimo de audaces. Cuando los latifundistas romanos se desayunaron con ellas al día siguiente, el croissant no pasaba ni a la de tres. Tiberio pretendía nacionalizar tierras y repartirlas en pequeñas porciones con el compromiso de trabajarlas, así como restringir su compraventa y, como además era buen orador, le bastó defenderlas con pasión para conseguir que a la gente corriente le ardiera la sangre. Los ricachones, mayoría en el Senado, intentaron oponerse pero el complicado sistema legal romano permitió apoyar estas leyes en la asamblea de la plebe, de mayoría “rojilla”. Tiberio durmió esa noche con la tranquilidad del deber cumplido… y la inquietud de saberse convertido en un blanco perfecto.

Lo inteligente, visto el cariz que tomaba el asunto y que la situación empeoraba día tras día, hubiera sido cogerse el primer trirreme y retirarse a un sitio tranquilo en el que hubiera programa de protección de testigos, pero Tiberio era un luchador y en un gesto de abierta rebelión, se presentó al tribunado. Más la radicalización de sus ideas le fue apartando de sus mejores amigos, con lo que se tuvo que radicalizar cada vez más para conseguir apoyos nuevos; Tiberio cayó en la más agresiva demagogia justificando de paso los argumentos del adversario. El día de las elecciones se presentó en el foro con una escolta armada y vistiendo luto dando a entender que votar en su contra significaba para él la condena a muerte. Mientras votaba, irrumpió en el pleno un grupo de senadores con cadenas y garrotes, y los mismos amigos que azuzaron cada uno de los incendiarios discursos de Ssempronio, le cedieron respetuosamente el paso… para darse media vuelta y dejarlo solo. Le mataron de un mazazo en la nuca y echaron su cuerpo al Tíber. Su hermano Cayo pidió permiso para rescatar el cadáver y darlo sepultura. Se lo negaron.

Nueve años más tarde, este mismo Cayo que intentó sacarse a la fuerza la oposición a sepulturero consiguió ocupar el puesto que su hermano había dejado vacante y, más listo, envolvió en un velo de moderación unas ideas aún más extremistas que las de su hermano... ¿el resultado?... la gente pasó de matarse en el Senado a asesinarse en las calles y lo que se aprobaba un día se derogaba el siguiente. Los senadores sacaron otra vez los garrortes del trastero pero Cayo fue avisado y huyó a tiempo, intentando cruzar a nado el Tíber. Lo consiguió pero, cuando vio que no tenía escapatoria, ordenó a un siervo que le clavara el cuchillo en la garganta; éste lo hizo, solo para después clavarselo él. Otro de los siervos, con menos apego a su amo, cercenó su cabeza y tras rellenarla de plomo se presentó en el Senado, que había ofrecido su peso en oro. Se embolsó la recompensa y el pueblo llano, que tanto le había aplaudido, ni siquiera pestañeo ante el asesinato de su héroe: corrieron a tomar las mejores posiciones, ya que el Senado había autorizado saquear su casa.

Lo curioso del asunto, es que las disposiciones de Los Gracos pervivieron en el tiempo, se corrigieron y se aplicaron, y constituyeron la columna vertebral del sistema que permitió a los soldados de Roma retirarse como veteranos a un pequeño huerto en el que envejecer. Pero el mérito se le apuntaron otros... ¿os suena?

17 comentarios:

Anónimo dijo...

Me suena, me suena....

Anónimo dijo...

Pues sí, parece que una cosa son las utopías y otra es la política.Y el pueblo acomodado a una política social y a una política territorial prefiere el circo y las subvenciones.En una sociedad como la romana, en la que dinero era sinónimo de honor y el honor, la única forma de acceder al poder...quizá les falto tacto para no cabrear a los poderosos y credibilidad entre los que iban a ser beneficiados por esas leyes.
Fue César el que se llevó la popularidad, aunque sus motivaciones no fueran tan altuistas,poniendo en marcha el espíritu de las medidas de "Los Gracos",durante el "Triunvirato".La ambición política y la habilidad para aliarse con otros dos ambiciosos,Craso (el de las finanzas) el hombre mas rico de Roma y Pompeyo, también rico y con una red de informadores muy útil.César pagó sus favores a Craso y a Pompeyo aplicando las leyes de "Los Gracos" porque facilitaban la pérdida de poder de la nobleza terrateniente, y eso le iba muy bien a Craso...Y, precisamente a Pompeyo le había prometido que si era cónsul, ya arreglaría el problemilla que tan molesto le tenía a Pompeyo con el Senado por no haberle concedido a los soldados veteranos de su ejército privado,tierras (para la jubilación)...
Un abrazo y gracias por compartir esa claridad de ideas.

Ana María dijo...

Creo que los Gracos, según quién lo estudie, pasan de héroes a Villanos.
Igualito, igualito que nuestra política. ¡Como no nos va a sonar!

Un abrazo que hace mucho frío.

Anónimo dijo...

Tiberio, que era Tribuno del Pueblo (fue elegido el 10 de Diciembre del año 134 a.C.), propuso la llamada Ley Sempronia que permitía al Estado incautarse de todos los terrenos publicos sin indemnizar a quien los poseía a titulo de ocupación (aunque se respetaban los arrendamientos hechos por el Estado). Los ocupantes de buena fe conservarían quinientas yugadas o jugera (unas 126 hectáreas) con doscientas cincuenta yugadas adicionales para cada hijo, y todo ello a titulo de propiedad perpetua. En su defecto serían indemnizados. También se indemnizarían las mejoras, edificios y plantaciones. El asesino de Tiberio fué un primo de Cornelia (su madre).
Después de diez años de anarquía, Cayo, hermano menor de Tiberio, es nombrado tribuno y decreta la Ley de los cereales con la cual los ciudadanos pobres recibirían a precio bajo los productos agrícolas indispensables, mas tarde quiso restablecer la ley propuesta por Tiberio.
Y ya sabemos el final que tuvo.
Saludos, me voy que en Zaragoza estamos de celebración.

Anónimo dijo...

Además del reparto de tierras, Cayo propuso la fundación de colonias en Italia y Cartago. Esta última se creó con la ley Rubria que fue abolida después, creando confusión entre los colonos; años más tarde Julio César reemprendería la colonización.
Otra promesa fue a los soldados, diciéndoles que estarían equipados a cargo del Estado (antes cada uno tenía que llevar sus aperos) y aprobó leyes para mejorar el servicio militar y construir nuevas carreteras que favorecieran la marcha de los soldados en campaña.
Puso en marcha la ley Annona que fijaba el precio del trigo, estableciendo una cantidad de trigo por mes y con un precio mas barato para los ciudadanos más pobres (esta ley también la llevaría a cabo Cayo Mario y el propio Julio César).
Abolió la ley Calpurnia, rompiendo el monopolio del Senado en los asuntos de los tribunales.
Otro de los problemas que tuvo Cayo además de poner en práctica éstas reformas, fue otro proyecto, el de extender la ciudadanía romana a los pueblos aliados, lo que no gustó al pueblo, descontento que empleó la clase senatorial para intentar detener las reformas. Fue derrotado en las elecciones y sus partidarios se rebelaron haciéndose fuertes en el Aventino, el Senado declaró el estado de sitio y lanzó una represión en la que murieron más de 3.000 partidarios y él mismo, como tú ya cuentas.
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Hola Andrea, efectivamente ese soy yo, para lo bueno y para lo malo… ¡Ah! Y es la primera vez que alguien me dice que soy súper – listo, atendiendo solo a mi foto; quizás sea esa la técnica :-)

Marian, Jubilado, Leo… vuestros comentarios van muy en la línea del texto, y lo enriquecen lo suficiente para aseverar que, como casi todo, era básicamente un problema de dinero. Las leyes promulgadas por los Gracos fueron, cien años más tarde, revisadas y completadas por Julio Cesar, que la utilizó para hacer políticas “progresistas” pero sin contar con los progresistas propiamente dichos. Su ambición corría pareja a su inteligencia y no tenía límites; cómo no pudo acercarse al partido de los “optimates” o la gente bien – si es que alguna vez lo intentó – usó a las capas más pobres de la sociedad en su propio beneficio, para hacer ruido en galas y desfiles, al más puro estilo Hugo Chávez. Pero insisto… Julio era mucho más listo, y fue víctima de su propio éxito.

Abrazos…

Mayte dijo...

Yo como siempre disfrutando de las historias que nos cuentas,y de los comentarios...que aportan un montón a los que no conocemos tanto de historia, al menos no tan cercanos.

Un bikiño y buen inicio de semana!

Anónimo dijo...

...Gracias por acercarnos la historia de forma tan espontánea, Caboblanco: con latifundios, inem y croissant todos la entendemos mejor. Siempre consideré que en elegir el modo de explicarla radica el éxito. A la política le pasaba entonces igual que ahora: demagogia y puñalada trapera cuando los argumentos no convencen. No aprendemos...
SALUDANDO:
LeeTamargo.-

Turulato dijo...

Bueno, la primera idea que me ha venido a la mente mientras leía -¿serán las páginas de "Nacional" de "El País"?- ha sido ya expuesta, por lo que sólo comentaré un poquito de la segunda.
De Economía escribo poco, para no extenderme 8 (¡ní yo me lo creo!), pero has expuesto algo de profundo sentido económico.
Si, los protagonistas del artículo reunen todo lo que tiene que tener cualquier político que se precie, pero me parece que su "ultima ratio" era la distribución de la riqueza, mediante la cual se puede reequilibrar la sociedad. O lo que es lo mismo, el triángulo Sociedad-Dinero-Poder.
El problema es que las variables de cualquier modelo económico son tantas y están interconectadas de tal forma, que los resultados económicos de una decisión política suelen ser los contrarios a los buscados.
Así:
* Una disminución excesiva de los costes de la mano de obra -un esclavo no cobra y un asalariado temporal sólo un poco más- lleva:
* A reducir la oferta -quien tiene que pagar salarios no aguanta, porque su producto resulta más caro-
* Por lo que hay menos competencia -menos productores en el mercado-
* A reducir la demanda, porque no hay dinero líquido en los hogares
* En consecuencia, las curvas "Demanda-Oferta" descienden (aunque no en todos los bienes, que responden según lo dispuestos que estemos o no a renunciar a ellos); por ejemplo, en España dejamos de comprar con facilidad libros y educación, pero moriremos antes de dejar de comprar ropa cochambrosa o salir los sábados
* Y la Sociedad se empobrece
* Y al haber menos competencia, los pocos que ofrecen sus productos pueden controlar los precios y
* Se hacen ricos.

Por eso, quizás, murieron los Gracos, porque impedían que otros fuesen ricos.

Lo curioso es que, con el tiempo, sus medidas -adaptadas- salen adelante, porque:
* Aunque algunos son muy ricos, la gente que tiene poco aumenta que no veas.. y
* Sí los más tienen poco, compran, gastan, consumen,.. poco
* Y sí se consume poco, quien fabrica algo no lo vende o lo hace con dificultad.
* Por lo que hay que "parir" algo para que la gente consuma
* Pero "el parto" no altera la estructura económico-social, por lo que
* Vuelve a repetirse "el jolgorio"

La pregunta del millón es ¿por qué no nos esforzamos más en reducir la pobreza y generar masas de menos ricos, en lugar de generar "puntas" de riqueza?.
Por sí alguno aún no lo capta.. En una familia de tres hijos -un suponer- ¿los padres no tienen que procurar que los tres salgan adelante, aunque alguno ceda algo en beneficio de sus hermanos, antes que tener un premio nobel y dos "tontos del culo"?.

Anónimo dijo...

En esencia, que poco han cambiado las cosas....solo las formas (ya no te suicidan, sólo te ignoran)

Muy interesante!!

Turulato dijo...

Y ahora...., mi comentario. El de verdad.
¡Pedazo de cuadro!. Llevo desde media tarde, en que he leido el artículo de don Luís, estudiando la obra.
¡La expresión del niño chico a la derecha de ustedes..!
¡La mirada de la jovencita en posición fetal...!
¡El cansancio de la niña apoyada en la mesa..!.
¡La actitud de los dos "oficinistas" de la mesa..!.
¡El colorido de las túnicas..!.
¡Sus pliegues..!.
¡Los recursos lineales en horizontal para reforzar la profundidad..!
¡La luz..!.

Me has reconciliado con el mundo..

Lunarroja dijo...

Jajaja, al leer el título de tu post he pensado exactamente lo mismo que tú: que tenía el nombre de un grupo musical de segunda!!!

La próxima vez que escucha "Los
Gracos", sabré a que atenerme...

Anónimo dijo...

Pues claro que suena, uno arriesga la vida o las ideas y otros se adjudican las medallas.
No conocía esta historia, si había oído hablar de cayo y Tiberio pero de pasada. Me encanta aprender en tu casita.

Un abrazo

Raúl dijo...

A veces los visionarios sufren mucho en la búsqueda de sus objetivos. Pero, ese es el destino de muchos. No conocía de Los Gracos. Gracias por tu intenresante blog.

Saludos,

almena dijo...

suena, Caboblanco, suena muchísimo!
demasiado...

interesante, lo de Los Gracos.

Besos!

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en todo,en la problemática que siempre ha surgido con los latifundios y el intento de solucionarlo renovando la Ley deLicinio en 367 que nadie podia poseer más de 500 "jugera de ager publicus" y el excedente se repartiera entre los ciudadanos, no hubo acuerdo y se formó el follón padre que en forma de relato nos ha espuesto Caboblancoy los contertulios.
Tanto Tiberio como Cayo debieron a sus dotes oratorias, en gran parte, la conquista del pueblo.
CIcerón elogió sus discursos, pero mostrándose severo con ellos.
Y voy al cuadro, es tierno y muy duro a la vez, el autor del cuadro resalta la fgura central dirigiendo la luz hacia la muchacha del centro que está de pie, luz que surge de la parte baja donde se encuentran los compradores de esclavos,y se difumina hacia los laterales.
La figura de la muchacha en venta es tremendo su realismo,co la postura del brazo y la pequeña inclinación de la cabeza como nos habla, cuantas cosas nos dice: su inocencia,la aceptación de la venta, su desnudez...las manos extendidas de los postores donde se les ve marcados los músculos de la avaricia... no sigo porque me pasaría horas. Tu art´culo lo presentas de tal foma que se puede hablar de todo.No te digo ni superlisto ni ningún piropo que luego vas y te lo cees. un besico Nina

Portarosa dijo...

Hola, Caboblanco. Ésta es mi primera visita, y, aunque soy un completo ignorante en la materia (mis únicos conocimientos son los retazos sueltos que puedan quedarme en el subconsciente desde el instituto, así que ya te imaginas) tus artículos me parecen muy interesantes y (muy importante) amenos.
Con la venia, volveré.
Un saludo.