martes, 14 de febrero de 2006

El milagro de Empel

Capitán de los Tercios de Flandes

Se cree que Jesucristo era español… porque tenía más de treinta años, vivía en casa de sus padres y se creía un Dios. Sin embargo, a mi entender hay otros detalles que hacen dudar de que El Mesías hubiera nacido por aquí, como su predisposición a pagar impuestos – “al César lo que es del Cesar” – o el hecho de que quedara a cenar un sábado con los amigotes y luego no salieran por ahí, a tomar algo. El caso es que, fuera de bromas, hace quinientos años ya había más de uno que estaba casi seguro de la españolidad del todopoderoso.

Después de la toma de Amberes por Alejandro Farnesio en 1585, la situación en los Países Bajos se estabilizó, al menos en parte. El éxito que para las tropas de Felipe II supuso la toma de tan significativa ciudad, azuzó los ánimos de los soldados de los Tercios que, por otro lado, andaban prácticamente sin fuerzas tras una campaña que había sido demoledora. Farnesio, que era tan buen general como psicólogo, decidió dar un merecido descanso a sus hombres y, al mismo tiempo, conquistar algún lugar tranquilo para luego utilizarlo como base de operaciones cuando hubiera que ir hacia el norte a seguir “calentando” holandeses. Y para esa especie de “campamento base” se eligió a la isla de Bommel, un estuario de tierra entre los ríos Mosa y Vaal, muy fértil, y con solo dos pequeñas fortalezas ocupadas por fuerzas rebeldes de – se creía - muy poca consideración. Así que Francisco Arias de Bobadilla se dirigió con su Tercio y parte de otros dos, a lo que creía iba a ser una suerte de fin de semana vacacional, en el que sus hombres podrían llenar los estómagos en un bucólico paraje… más o menos unos cuatro mil españoles cantando eso de “… que buenos son que nos llevan de excursión”. Error.

Por una vez Farnesio se había equivocado; la isla era terriblemente plana y una vez hubieron cruzado el río todos sus soldados, los holandeses rompieron los diques, provocando tan inundación que el nivel de las aguas subió varios metros. A los españoles apenas les dio tiempo a salir corriendo con los pantalones a medio subir, maldiciendo por tener que abandonar sus carísimos vestidos y sombreros recién adquiridos pues, al parecer, acababan de cobrar; se perdieron buena parte de las vituallas, más de la mitad de la pólvora y tres cuartas partes de la artillería. Tan mal estaba el asunto, que hubo que hacerse fuerte en los dos o tres puntos más altos de la isla, que eran los únicos que no estaban anegados. Y todo esto entre en lógico jolgorio de los soldados holandeses que, más conocedores de los “encantos” de aquellas tierras, estaban la mar de cómodos en más de cien barcazas de toda especie con las que castigaban regularmente las posiciones españolas a cañonazo limpio. Bobadilla, preocupado porque la comida empezaba a escasear, se pasaba los días dando ánimos trinchera por trinchera a sus soldados, la mayoría de los cuales ya defendían sus posiciones armados de mosquete y flotador y, orgulloso, rehusó la propuesta de paz que caballerosamente le mandó el almirante Holak, jerifalte holandés, con la “inteligente” reflexión de “ya hablaremos de capitulaciones cuando estemos muertos”.

Total, que con la moral española más baja que los índices de popularidad de George Bush, un soldadito andaluz, que estaba achicando el agua de su trinchera realiza un espectacular hallazgo: una preciosa imagen de la Inmaculada Concepción policromada en una tabla de madera. El soldado, quizá con la esperanza de que semejante descubrimiento le recompensara con algo de comer – los españoles llevaban tres días sin probar bocado – empezó a llamar a gritos a sus compañeros, los cuales llevaron la imagen en procesión hasta una pequeña capilla en la aldea de Empen, donde la colocaron entre un par de banderas españolas. Cuando Bobadilla llegó, se encontró a centenares de soldados españoles, medio desnudos, hambrientos y cubiertos de barro hasta detrás de las orejas… rezando respetuosamente una salve. El general esperó pacientemente a que sus hombres acabaran de honrar a la imagen y, aprovechando el efecto psicológico del asunto, arengó a sus soldados con el socorrido método de “… Dios está con nosotros y no con el enemigo, con lo que no quedaba otro remedio que atacar al amanecer”. Esa noche los españoles se fueron a la cama con los ánimos calentitos y decididos a salir triunfantes de aquel difícil trance… aunque sin tener ni puñetera idea de cómo se iban a acercar a aquella multitud de botes que les estaban haciendo la vida imposible; y eso no era lo peor: hacía mucho frío…

Tanto, que a la mañana siguiente, aquellos demacrados soldados levantaron la vista de sus trincheras para contemplar, incrédulos, una visión esperanzadora; el aterrador frió de la pasada noche había helado las aguas del rió Mosa, con lo que más de la mitad de los barcos holandeses estaban, de hecho, inmovilizados. La infantería española se relamía… Eran plenamente conscientes de que, sin la movilidad de sus naves, los holandeses estaban perdidos ante la superioridad hispana en el combate cuerpo a cuerpo. Y por si esto no fuera bastante, un ecijano descuidado prendió fuego por error a un barril cargado de pólvora. El pobre desgraciado quedó hecho un puzzle, pero el inmenso estruendo que generó hizo creer a los holandeses que una escuadra de socorro española estaba a punto de llegar, con lo que los pocos barcos holandeses que aún podían moverse metieron la marcha atrás y huyeron despavoridos. El combate que siguió fue más un entrenamiento para los Tercios; la victoria fue completa y la rendición holandesa, incondicional.

Holak, cabreado por dejarse escapar en el último momento un triunfo que creía seguro, diría: “tal parece que Dios o su hijo Jesucristo es español al obrar, para mí, tan grande milagro”.

Pobre..., al fin y al cabo, también era su Dios.

Un abrazo.

19 comentarios:

Anónimo dijo...

Como bien demuestras hay cosas que vienen de lejos...

Anónimo dijo...

Increíble... leer para creer, no tenía ni idea de esta historia...
Cuídate, besos y un big abra:
Alma;) (f)

Anónimo dijo...

Presumir de tener a Dios como aliado en cualquier guerra es muy normal, no creo que sea un invento de los españoles, todos los dioses son arrastrados y poco menos que obligados a tomar partido por uno de los bandos beligerantes :-))), y los ganadores siempre dicen que Dios estuvo a su lado mientras los perdedores guardan discreto silencio.
En cuanto a los hallazgos de imágenes religiosas de forma tan oportuna, este no es el primer caso y por lo que se ve, daba muy buen resultado. No olvidemos un pasaje que creo se comentó en este blog cuando la toma de Antioquia por los cruzados en que apareció milagrosa y oportunamente “la sagrada lanza que había atravesado el costado de Cristo” y gracias a ella se logró el éxito de la misión.
Un abrazo

almena dijo...

De nuevo por estos lares, acudiendo a estas amenas citas con la historia.
Y re-comienzo sonriendo con ganas ya en el primer párrafo...
:-))

besos, Caboblanco

Turulato dijo...

¡Oyeee!; Humilde si era, pues. Pudo nacer en Bilbao y se fue a Belén..
(Cosa harto dudosa, por cierto)
Y tiene guasa eso de que en el XVI los españoles encontrasen a la Inmaculada; el Vaticano no la "encontró" hasta finales del XIX.
Por lo menos los Infantes tenemos Patrona, porque a los Artilleros les han prejubilado a la suya.

Anónimo dijo...

Tan ágil iba la lectura y tan enfrascada estaba, que ni tiempo me has dado para "arremengarme" los pantalones... Parece que viene de largo eso de que "Dios está de nuestra parte" y por eso la humanidad se mete en muchos cristos.
No conocía este episodio de la Historia,pero me recuerda la oportunidad y la motivación que los objetos religiosos han obrado en el valor de los soldados.
Un abrazo

Raúl dijo...

Sin duda, se trata de un acontecimiento muy impactante... Pobres holandeses... Es que en eso de la guerra, no hay nada asegurado hasta último minuto.

Sigo aprendiendo! Saludos.

Anónimo dijo...

Estaba en la ducha tan tranquilo y se me ha inundado y encima he empezado a oir un cántico:
Soldados, la patria
nos llama a la lid,
¡Juremos por ella
vencer o morir!
¿Sería Jesucristo el que me cantaba?.
En serio, no tenia ni idea de esta historia, encuentro muy sospechoso que en determinadas circunstancias aparezcan símbolos cristianos para llevar a buen término la acción guerrera que se estaba llevando a cabo.
Un saludo.

Anónimo dijo...

Este rinconcito si es una buena clase de historia...

saludos...

Anónimo dijo...

No conocía esa historia..
Alejandro Farnesio..solo me sonaba por lo del tercio de la Legión..andan por aquí cerca...
Besitos.

Anónimo dijo...

...¡Vamos, que se les apareció la virgen! Si es que la historia lo ha demostrado en numerosas ocasiones... SALUDANDO:
LeeTamargo.-

Silvia dijo...

Una pregunta, ¿cómo lograron caminar sobre el hielo? Porque no creo que fueran pertrechados para ese menester.
Interesante lección de historia y bastante divertida.
Un saludo

Anónimo dijo...

Llevo dos años intentando recordar que Cristo, o mejor dicho en que batalla fue en la que Jesucristo crucificado se movió cuando le venia una bomba derechita a el y no le dio porque milagrosamente movió el ccuerpo quedándole chuscarrado. Creo que fue en una de estas;la de Lepanto o La Armada InvencibleMuere más gente en la guerra en nombre de Dios que de muerte natural Todos mueren por DIos y por la patria , pero que Dios no les falte. Por lo menos diré algo derecho :la Inmaculadadogma de fe dela iglesia cátolica definido por el papa PIOIX el 8 de diciembre de 1854 Un abrazo .

Anazia dijo...

Al menos no lo dijo un español.

PD: que sepas que siempre te leo aunque no comento normalmente, pero siempre me dejas con la boca abierta y no sé qué decir.

Anónimo dijo...

Lo del Cristo Crucificado no se si es real o novelado, pero me suena mucho,asi que no te preocupes.El tema en si no lo conocia pero el que todos los ejércitos llevan como abanderado a Dios si. Un abrazo historiador ilustre nina

Anónimo dijo...

Andaluz había de ser el que encontró a la Vigen. Y es que a nosotros nos ponen una Virgén delante y vemos milagros por todos lados.

En este caso no sé si milagro o no pero a ellos les vino de perlas la aparición, al menos para elevar la moral.

Una historia interesante como todas las que nos cuentas.
Besos muchos

Anónimo dijo...

Gracias por contar la historia con esa amenidad
Un saludo

Luis Caboblanco dijo...

Hola a todos. Bueno, no hay nada como matar en nombre de Dios, para que no te quede ningún tipo de cargo de conciencia, y de paso, te apuntas al socorrido concepto de "guerra justa" o "guerra santa". En fín, en aquellos días (y quizás tambien ahora) la religión era una de las mejores maneras de trabajar la psiqué del individuo; El capitán español simplemente aprovechó su momento y apretó la tecla adecuada.

En cuanto a cómo consiguieron andar sobre el hielo, pues sinceramente no lo sé; Sin embargo, durante las guerras de Flandes sí que hay ejemplos documentados de zapatos especiales con clavos para andar por terrenos nevados. La logística y las prendas especiales no son, como tantas otras cosas, un invento moderno.

Un abrazo.

hilda dijo...

muy interesante!!las cosas que hay que leer"