viernes, 24 de febrero de 2006

La batalla más feroz de la historia

Una de la imágenes más famosas del cerco de Stalingrado

En Noviembre de 1942, el Ostheer o Ejército alemán del Este estaba agotando sus últimas fuerzas en una desesperada batalla para hacerse con Stalingrado. Su rival, el ejército Rojo que tantos y tan graves quebrantos había sufrido durante los dos años anteriores, estaba empezando a mejorar sus tácticas a fuerza de aguantar palos y recuperaba poco a poco las posiciones que tanto les había costado ganar a los alemanes. Las divisiones italianas y rumanas que se supone debían ayudar a los germanos bastante tenían con ocuparse de su propia seguridad: se encontraban faltos de carburante, munición, vehículos, ropas de invierno… y hacía tiempo que habían dejado de ser una ayuda, para convertirse en un estorbo. Además, había llegado al frente Georg Zhukov.

Durante los meses anteriores, Zhukov, un militar de origen campesino extremadamente duro en las formas pero todavía más en el fondo, se había hecho cargo de la defensa de la ciudad talismán de Stalin con la orden de no ceder ni un milímetro a los alemanes... al precio que fuera. La concentración de tropas rusas para la contraofensiva recibió el nombre en clave de “Operación Urano” y se basaba en la muy exacta percepción que Zhukov tenía de las intenciones de las fuerzas del Eje. Mientras que estos se estrellaban en vano contra la línea del frente rusa en medio de unas infernales condiciones y de un frío atroz, los rusos economizaban hombres parapetados en las ruinas de la ciudad y acumulaban reservas en retaguardia para lanzarlas contra el enemigo cuando este empezara a estar al límite de sus capacidades. A Stalin, inesperadamente, el plan le pareció bien e incluso dejó que Zhukov decidiera el momento exacto del contraataque lo que, viniendo de semejante engrendro, había que tomárselo como el más afectuoso de los cumplidos.

El 19 de Noviembre, una marea de soldados eslavos atacó las posiciones alemanas al norte de la ciudad, y al día siguiente fueron atacadas las del sur. En cuestión de horas, los ejércitos rumanos e italianos que sostenían precariamente los flancos de sus “alidos” alemanes habían dejado de existir. Los germanos, desorientados, apenas tuvieron tiempo de fijar sus posiciones en el interior de la ciudad para intentar darse la vuelta y contraatacar pero también andaban cortos de combustible, y las temperaturas extremas hacían que, por ejemplo, más de la mitad de los tanques no pudieran ni arrancar. Cuatro días más tarde, el 23, las pinzas soviéticas se cerraron y los “victoriosos ejércitos de Hitler…” dejaron de ser atacantes para empezar a paladear el amargo sabor de sentirse asediados, atrapados en una gigantesca bolsa a más de 160 kilómetros de las líneas propias, inmovilizados por toneladas de barro en un erial lleno de cadáveres congelados y artillería y tanques destrozados; En total, más de 330.000 hombres al mando, casi por accidente, de un desconocido: El General Paulus.

Paulus no era mala persona pero tenía una total falta de carácter; se las había arreglado para ir ascendiendo sin hacer ruido, gracias a sus habilidades en temas de logística y aprovisionamiento, además de su facilidad innata para pasar desapercibido, pero rara vez se había visto al mando de algo más que el guardia de la puerta de su despacho. Ahora, ese pobre militar "funcionario" se veía abocado a un triste destino que amenazaba con destrozarlo. Paulus se apresuró a suplicar a Hitler que le permitiese hacer una salida, un ataque fulminante sobre el frente más estrecho posible que permitiera a la mayor parte de sus hombres escapar por la brecha ahora que aún las posiciones rusas no se habían consolidado del todo, pero el Fuhrer se negó, y ordenó resistir a toda costa. Goering, puede que borracho como casi siempre, aseguró a Paulus que no se preocupara, que sus aviones se las arreglarían para garantizarle los suministros y los víveres, pero el General frunció el ceño… todo lo que prometía ese incapaz solía acabar aún peor de lo que sonaba.

A mediados de enero, la temperatura bajó a más de 30 grados, y apenas algún avión conseguía aterrizar de cuando en cuando en las heladas pistas que los ingenieros alemanes mantenían a duras penas. Mientras, los soldados se seguían matando sin descanso, persiguiéndose unos a otros en medio de la devastación más absoluta; sobrevivían base de margarina y carne de caballo, aventurándose en tierra de nadie, más allá del perímetro defensivo, para buscar restos de comida y lo que era aún más valioso, sal, en los bolsillos de sus compañeros muertos… y pronto empezaron a proliferar las trampas para cazar ratas. Hitler, miope emocional, seguía viendo la situación en el mapa, atrincherado en su mundo de fantasía y autorizó una irreal operación de rescate que terminó con el global de las fuerzas alemanas al borde del colapso.

Paulus, convencido de la futilidad de resistir, imploró a Hitler considerar la oferta soviética para capitular, pero el tirano le llamó cobarde, traidor e incapaz y, increíblemente, le ascendió a mariscal, convencido de que eso le impediría rendirse, pues ningún militar alemán con esa graduación lo había hecho hasta la fecha; en realidad le estaba poniendo en las manos una pistola para suicidarse. Pero Paulus decidió pasar a la historia sin apretar el gatillo. El día 31 de enero, pidió agua caliente para que él y sus 22 generales se afeitaran y, tras adecentarse, capituló. Dos días más tarde, las últimas fuerzas alemanas que habían conseguido atrincherarse en una fábrica de tractores se rindieron.

De los 108.000 que fueron hechos prisioneros y obligados a marchar al cautiverio, solo 4.500 consiguieron años más tarde, volver a Alemania.

A un general americano le preguntaron en una ocasión… ¿Cuándo se sabe que empiezas a estar derrotado? Él respondió... “desde el mismo momento en que empiezas a pensar en esa posibilidad”. Puede que sea así; hasta Stalingrado, el ejército alemán sufrió importantísimos reveses como la derrota en el norte de África ante Montgomery, la incapacidad manifiesta de controlar el escenario mediterráneo o la terrible resistencia británica a la ocupación de sus islas, pero aún así, el demente Hitler y la práctica totalidad de su infausta camarilla pensaban que iban a ganar. El gigantesco revés de Stalingrado fue ante todo y sobre todo, moral: la psicología y la confianza alemanas quedaron extraordinariamente tocadas y el III Reich empezó a verse perdiendo la guerra. Y así fue.

Hay historias, en las que es muy difícil ponerse al lado de alguien, por más que todos sufran.

PD: Años más tarde, un alto dignatario europeo estuvo a punto de liarla bien liada, durante una visita a la nueva ciudad de Stalingrado

Saludos.

25 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Caboblanco:
Que salto desde Roma hasta la Segunda Guerra Mundial, pero veo que dominas todas las épocas historicas.
Tengo por empezar el libro Stalingrado de Anthony Beevor, pero no me atrae mucho pues leí el suyo sobre el dia D y me parecio un poco pesado por la acumulación de datos que a veces me parecian irrelevantes, como que hacía cada soldado en un momento dado.
Realmente fue espeluznante lo de la batalla que comentas y las consecuencias pra los prisioneros alemanes.
En fin los horribles dramas de todas las guerras.
Saludos
José

Anónimo dijo...

¿La respuesta? Ni idea, tendre que esperar alguna pista o que los "contertulios" habituales den la respuesta.

En cuanto "Stalingrado de Beevor, es altamente recomendable para los interesados en el tema.

Luis Caboblanco dijo...

Hola José. El libro sobre el día D es mucho más técnico y prolijo en datos y, si no tienes un gran interés sobre el tema, puede llegar a hacerse pesado. Pero ese libro es una historia de soldados y no de guerras, y ese también es su mérito. Lánzate contra su otra obra; no te defraudará.

Stalingrado fue un enfrentamiento de una crueldad extrema, no ya con los civiles, que apenas quedaban, sino entre los propios soldados, y no se respetaron ninguna de las reglas más elementales de los enfrentamientos armados. Las cartas que quedan de aquellos que consiguieron escribir a sus madres y padres, son el más fiel reflejo de aquel que ha acabado con su capacidad de desesperación, y solo le queda un alma sin esperanza.

Anónimo dijo...

Una anécdota, bueno más que anécdota un acontecimiento ¿Sabeis que Hitler padecía parkinson? Yo hace poco que lo supe chiao Nina

Anónimo dijo...

...Es que los esquemas son muy diferentes sobre el mapa o el papel que en la cruda realidad. ¿Victoria psicológica? ¡Ya me contarás! Pero si era la guerra de un loco... SALUDANDO:
LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

Esta batalla viene a corroborar el dicho de: "Quien mucho abarca, poco aprieta", no fue sólo Hitler el que cometió el gran error de intentar dominar Rusia sin tener en cuenta factores importantes como el clima, el avituallamiento de las tropas o el cansancio de las mismas después de una larguísima y dura campaña o el tener en cuenta que el terreno que queda a sus espaldas y que se dio por conquistado, no lo estaba tanto con lo que si se intenta el repliegue se pueden encontrar enemigos inesperados; esto entre otros factores.
Napoleón también cometió ese error que tantas vidas costó para no conseguir nada.
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Hola.

Hitler era un loco que, en ocasiones, alternaba sus locuras con alguna que otra decisión mas o menos coherente, que quedaba inmediatamente anulada por la locura de turno posterior.

Nina, no tenía ni idea de lo del Parkinson; creo que fue consecuencia del estado de nervios de la segunda parte de la guerra, pero no creo que la dolencia fuera anterior a los hechos. Otros autores manifiestan que padecía alzheimer... quien sabe. Puede que simplemente estuviera destrozado por los acontecimientos...

Leo, Napoleón cometió el error y luego Hitler le secundó; curiosamente, ambas campañas comenzaron el mismo día, un 22 de junio. Hay gente a la que le gusta tentar a la suerte. Otros errores se podían haber evitado o ¿es que no había ningún meteorólogo que les advirtiese de que en Rusia, por la tarde, refresca...?

Anónimo dijo...

Creo que el primer "gran soldado" con que contaron los rusos fue el frío. Ya pasó lo mismo contra Napoleón. Ahí comenzaron a perder los papeles, más aún, estos locos pues, para mi no tienen otro calificativo las personas que no se cortan en enviar a tantos hombres a la muerte.

PD:No me he pasado al Haiku, solo es otra nueva faceta.

Besos muchos

Maz dijo...

José, el libro de Beevor sobre Stalingrado es probablemente de los mejores sobre el tema que se han sacado, así que yo de tí no lo dudaba y, como te han dicho, me lo leía pero ya ^_^.

Anazia dijo...

Quiere siempre la historia que me estremezca.

Cada vez que escucho/leo sobre Hitler y sus atrocidades no soy capaz de olvidarme de los Protocolos de los Sabios de Syon, sobretodo cuando todo empezó en Rusia allá por los años de los zares y que ese mismo protocolo llevara a Hitler a enfrentarse contra Rusia. (Simplificando muchíiiiisimo las cosas).

La Historia es muy grande y tiene muchísima ironía en sus cosas.

Turulato dijo...

Siempre se ha escrito que el frío fue el que derrotó a Napoleón y a la Alemania Nacional Socialista..

Si, pero no.

Los preparativos de la invasión alemana comenzaron años antes. En concreto, muchos oficiales de las Segundas Secciones (S-2 y G-2)-que son los órganos responsables de la información y del análisis de inteligencia militar táctica- pasaron varios años visitando, durante sus vacaciones, con sus familias los paises que luego invadieron.
A su vuelta, suministraron información suficiente al Oberkommando der Wehrmacht -OKW- (nuestro Estado Mayor del Ejército -EME-) para que las Órdenes de Operaciones desarrollasen un excelente análisis de los factores "Ambiente" y "Terreno".
Además, no se trataba de gente acostumbrada a tomar el sol en Triana.. Sí alguno ha pasado un invierno en Alemania sabe como abrigarse.

Hace años comenté que Rusia no ha sido una potencia invasora. Desde la época de los kanatos y de las invasiones orientales, lo único que hizo fue defenderse de quienes pretendían dominarla o disputarle territorios en litigio.
Terminó extendiéndose hacia el este y sureste en un movimiento geoestratégico de escudo.
Algo parecido hizo después en Europa tras la Segunda Guerra Mundial; creó un cinturón de estados sometidos que le sirviesen de pantalla ante una invasión que procediese del oeste.

Rusia es lo que se llama en geopolítica una "potencia continental". Lo contario de los Estados Unidos o Inglaterra, que reunen todas las características de las llamadas "potencias atlánticas o marítimas", claramente expansivas e invasoras.
Quien lo dude, que estudie un mapamundi de finales del siglo XVIII y otro de la mitad del siglo XX, y compare los territorios "deglutidos" por los USA.
Así, por citar dos: Cuba y Filipinas, que pertenecian a la Corona Española.

No. Rusia tiene unas dimensiones gigantescas en dirección Este-Oeste, por lo que ante cualquier penetración en cualquiera de sus sentidos - del Este hacia el Oeste o del Oeste hacia el Este- dispone de territorio más que suficiente para desarrollar lo que los profesionales denominamos una "defensiva en profundidad".
Y cuando te defiendes línea tras línea, una y otra vez, en un espacio inmenso, estás ganando tiempo.
Tiempo y espacio; imprescindibles para acumular reservas, trasladar instalaciones industriales, modificar la producción fabril, concentrar esfuerzos donde los necesitas, elegir "teatros de operaciones", organizar tu logística, crear "ejércitos" y "cuerpos de ejército",...

El frío fue un elemento importante dentro del "factor ambiente", pero lo que derrotó al ejército alemán fué un ejército formidable, imbuido de "voluntad de vencer" y que desarrolló con eficiencia una maniobra estratégica mediante operaciones tácticas perfectamente planificadas.
Sin ello, el frío, por si solo, no hubiese producido otra cosa que gripe.

Ni la Historia, ní la Guerra que forma parte de ella, son tan elementales como pretenden hacernos creer Hollywood o la propaganda "whasp".

Luis Caboblanco dijo...

Pues sí. La voluntad de vencer cuenta, claro. Y aún más la voluntad de aprender; los rusos aprendieron de sus errores y se descolgaron con maniobras tácticas complejas que, solo unos meses antes, sus oponentes alemanes les consideraban incapaces de realizar. Pero el frio ayuda, insisto y perjudica, a mi modesto entender, al que tiene que moverse, que arriesgar... a los alemanes. Por no hablar de cierto tanque que construyeron los rusos y que se convirtió en una pesadilla para los germanos... ¿verdad Turu?

Anónimo dijo...

hola...
Veo que aki se puede aprender historia...volvere a empaparme de sus letras
un abrazo

Verso dijo...

Oráculo:Persona a quien todos escuchan con respeto y veneración por su mucha sabiduría y doctrina.
Cuando habla el Oráculo, el pueblo escucha y calla, yo hago lo mismo.Gran post , como todos los que pones. Gracias por acercarnos la historia de forma tan amena.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Gracias por tu visita y tus palabras.

Me agrada haberte encontrado, este es un buen lugar para aprender historia. Felicidades

Un saludo

Raúl dijo...

De sólo pensar en la situación tan espantosa de los soldados involucrados en esta batalla, siento un escalofrío. Cuanto sufrimiento por culpa de las estrategias y las ambiciones...

Cuanta inhumanidad...

Que gusto recordar tantas cosas interesantes (y duras) aquí en tu blog...

Saludos,

Anónimo dijo...

Me recuerda a otras ciudades "mártires" como Cartago o Numancia donde la resistencia al límite, fuerza heroismos desesperados y violencia atroz.
Sólo añadir que además del frío pudo haber sido determinante el hecho de que no se librara en campo abierto, donde la maquinaria de guerra y las estrategias hubieran tenido otros planteamientos, sino entre las ruinas de la ciudad, donde los rusos desarrollaron una auténtica guerra de guerrillas mucho más desmoralizante y en la que los francotiradores ocasionaron muchas bajas en solitario...
Espero no haber llegado tarde...
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

Hola a todos.

Dicen que el infierno es un lugar donde se funden la sinrazón y la muerte. Stalingrado es, a mi entender, una de sus representaciones terrenales más verosimiles. Muerte y destrucción para nada... solo para empezar a la mañana siguente, para volver a matar, a esconderse y a matar de nuevo. Estar allí debió ser asquerosamente inolvidable.

Ah.. Charles de Gaulle viajó a la URSS en 1966. Las autoridades rusas prepararon un medido viaje a Stalingrado, que incluía una visita a parte de las edificaciones que habían quedado en pié, así como una ofrenda floral. De Gaulle se acerco al monolito conmemorativo del Mamaev Kurgan, un cerro que cambió de manos dos docenas de veces durante la batalla y dijo... "¡Que magnificos soldados desperdiciados!". El ruso que lo acompañaba respondió... "sí, muchos miles de soldados soviéticos murieron aquí" y de Gaulle replicó... "más bien hablaba de los alemanes..."

Turulato dijo...

"Cabo" ¿no crees que a veces las opiniones simples y elementales terminan dañando tanto como las fanáticas?

Luis Caboblanco dijo...

Hola Anibal... gracias por seguir la recomendación de Juan, por la parte que me toca. En cuanto a lo de la obediencia prusiana, bueno, no creo que un soldado pueda hacer otra cosa que no sea obedecer. Lo contrario hubiera sido traición, independientemente de la calaña particular del elemento a "suicidar". Aparte, el "no asesinaras..." no me parece mala forma de guiarse por la vida, aún tratandose de semejante ser.

Turu... no ve pongas el capote, que soy muy noble y con poco voy.

Anónimo dijo...

Caboblanco me he pasado todo este tiempo buscando algo que fuera cortito y con sentido y me ha gustado esta frase sacada de una dirección Wed,que te ofrezco sabiendo que no te hace falta.

"Stalingrado significo un cambio de vertiente en la guerra. Quizas ninguna otra batalla , en el curso de la historia, atrajo con tanto interes la atencion del mundo. El plan sovietico para cercar y aniquilar el 6° Ejercito aleman ante la ciudad de Stalingrado fue una obra maestra en su genero: mas de un millon de hombres debian lanzarse contra las fuerzas alemanas, cercarlas y destruirlas, unidad tras unidad."
Aleksandr M. Samsonov
coronel del Ejercito Sovietico
Un abrazo nina.

Juan Antonio del Pino dijo...

Como siempre, un placer leer tus artículos.
He pinchado el enlace de von Paulus y parece que el buen señor pudo regresar a Alemania (la Oriental) y murió sobre 1957. Me pregunto qué podría pensar este hombre, cómo afrontaría su vida después de Stalingrado
¿alguien sabe algo de su vida después de la batalla y el paso por los campos de Siberia?

Luis Caboblanco dijo...

Juan P, mientras Vob Paulus estuvo en cautividad, se transformó en uno de los principales activistas contra la causa Nazi en el extranjero desde el COMITE NACIONAL PARA LA ALEMANIA LIBRE. Fue liberado en 1953, estableciendo más tarde en la Alemania Oriental, donde se dedicó a NO dar entrevistas, a escribir libros y a ejercer su nueva profesión: Inspector de policia.

Un abrazo

Juan Antonio del Pino dijo...

Me dejas anodadado.
Sin palabras....

........

Anónimo dijo...

Gracias Turulato por tu sinceridad...

Anibal