martes, 18 de abril de 2006

Abre la Muralla

A los humanos siempre nos ha gustado construir cercas. Y, paradojas de la vida, probablemente porque nos tranquiliza sentirnos lejos. Caín y Abel discutieron por una, y eso propició que ambos se convirtieran en historia eterna, uno como despiadado asesino y otro como inocente víctima. Rómulo y Remo, sus alteregos de la versión romana, acabaron exactamente igual; y algunos de nosotros también lo hubieramos hecho, de no ser porque las más elementales normas de urbanidad nos recuerdan, incansables, que es de mala educación tumbar la tapia del vecino y mandarle a él, a sus cuñados y a su barbacoa, a tomar por saco. Lo que es seguro, es que tapias ha habido siempre. No hay ninguna civilización importante en la historia de la humanidad que no se haya protegido entre, al menos, cuatro paredes, bien sea para impedir el acceso de aquellos que pretendían entrar con dudosas intenciones, o incluso para no dejar salir al exterior a aquellos que se quería tener controlados... y bien atados. Además, generalmente no se reparaba en los gastos; la mano de obra era más bien “barata” – cuando no esclava... – y el efecto psicológico que producía entre la población sentirse bien protegida entre altos muros de piedra, almenas y matacanes, producía una especie de efecto “flex” que calmaba los odios y antipatías que una población sometida solía verter sobre su soberano. Paralelamente, las posibilidades de éste de morir de viejo y no con la cabeza separada del tronco, aumentaban espectacularmente...

Y es que, a pesar de la estelar aparición de la Gran Muralla China en el “TOP ONE” de las construcciones defensivas de la humanidad, lo cierto es que la muralla, es una invención típicamente europea, que sólo en la Edad Media y principios del Renacimiento alcanzó toda su perfección técnica. Curiosamente, el complejo amurallado más destacable no se alza ni en la Bretaña francesa, ni en la campiña anglosajona, ni siquiera en la meseta castellana. El premio Pulizter a la construcción defensiva se halla en un pueblecito dálmata, muy cerca de Dubrovnik, en Croacia, y que para más coñas, se llama STON. Y os aseguro que intuir lo que pudo ser, a base de contemplar lo que aún puede verse, merece por sí solo un viaje.

La “Muralla China Europea” – como a los Stonianos les gusta calificarla - se configura como un sistema de enormes muros fortificados, con grandes torres defensivas en los puntos “sensibles” y una veintena de edificios anejos, fundamentalmente edificaciones militares construidas durante el siglo XIV. En aquellos días, STON formaba parte de una especie de ciudad – estado al estilo veneciano, genovés o gibraltareño, la República de Dubrovnik, que se dedicaba casi exclusivamente al comercio, era próspera y, por tanto, tenía múltiples enemigos.

El muro se extendía por más de 5,5 kilómetros, acumulaba unas 40 torres y 7 fortalezas y por su monumentalidad y solidez asombraba a todos los que se veían ante sus muros; Arquitectos e ingenieros de toda Europa viajaron hasta STON con la intención de aprender los secretos de la edificación y perfeccionar sus propias técnicas... sin ser muy bien recibidos, por cierto. La base del sistema defensivo, que fue planificado con tanto cuidado que la ciudad era absolutamente inexpugnable desde tierra firme, eran 3 enormes fortalezas: Veliki Kaštio, Koruna y la fortaleza en la colina de Podzvizd. Además había graneros, pozos, depósitos de armas, viviendas, celdas e incluso 2 capillas. Todo este despliegue de imaginación y medios tenía una única misión: defender a la ciudad, y sobre todo a sus salinas de los ataques que, periódicamente, le lanzaban las ciudades italianas, sus vecinos continentales e incluso el Imperio Otomano. En aquellos tiempos sin petróleo, sin dólares y con un numerario aún escaso, la sal seguía siendo una manera cómoda de pagar las transacciones comerciales y una enorme fuente de riqueza en sí misma. Y las salinas de STON eran las más reputadas de Europa.

Seguro que, al ver los muros, más de uno empezaría a plantearse lo que ahora tienen que hacer muchos de nuestros mayores...

...comer sin sal.

11 comentarios:

Anazia dijo...

Eso demuestra que no podemos evitar sentir nuestra propiedad, por eso el comunismo no es muy común, a pesar de su nombre. No podemos evitar querer tener lo que nos merecemos y hacerlo nuestro cueste lo que cueste... Es una pena que la propiedad sea tan subjetiva y necesite de leyes para hacer valer el derecho a ella.

Anónimo dijo...

Tal vez la sal es el producto natural más codiciado de la humanidad.No es de extrañar ese afán de proteger un emplazamiento que goza de esa riqueza comercial, cultural y de supervivencia... la sal es el conservante alimentario más antiguo.
Y sí, todas las murallas deberían abrirse a la "sal de la vida".
Un abrazo

Luis Caboblanco dijo...

El comunismo, como el bien, empieza por uno mismo. Ser comunista ha sido, mal que nos pese, una consecuencia directa de ser pobre en el 99% de las afiliaciones. No es bueno generalizar, ni polemizar en anchos campos sin cercar, pero pocas ideologías han hecho más daño al concepto individual del hombre y su condición que el comunismo. Cosa diferente es que sea directamente culpa suya, o de cómo lo hemos entendido los humanos.

Bueno, en España no creo que haya nada ni parecido. No se trata de longitudes, ni de alturas, ni de torres ni tampoco de fosos. Esa construcción, su serpenteante avanzar por aquellas montañas hermosísimas, traslada al viajero a mundos lejanos de épocas pasadas. Os aseguro que la vista y los sonidos, o los silencios que se perciben allí, son algo espectacular.

La sal ha sido medio de pago desde que el mundo es mundo; de hecho, la palabra "salario" es un latinajo que hace refrencia a la costumbre de algunas cultural de pagar jornales con dicho mineral...

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Es curioso esto de las protecciones de los demás, pues aún hoy en día, en muchas urbanizaciones con zonas comunes, lo primero que hacen es poner unas verjas para que no tengan acceso a las mismas gente ajena.
Un saludo

Anónimo dijo...

No conozco Croacia, pero gracias a tí ya sé algo más y si me permites... me he "paseado" por Dubrovnik, Dvigrad, Hum, Makarska, Korcula, Brac, Vis y por supuesto por Ston. Me ha llamado la atención, Hum: La ciudad más pequeña del mundo según el libro Guiness de los récords. En Ston los bloques de piedra que conformaban sus muros fueron vendidos para construir municipios y escuelas, después de la caída de la República de Dubrovnik, actualmente quedan restos de 3 torres y partes del muro.
Un saludo

Anónimo dijo...

No puedo escribirte gran cosa,porque lo que sabía,bien poco con relación a ti,ya lo comentas tu y mu bien comentao,pero no has dicho una cosa y es la sal en los mayores,de verdad que somos salerosos.
LLegada cierta edad hemos de cuidar el consumo de sl en las comidas, por el colesterol, la tensión arterial,corazón...
Croacia tiene que ser muy bonita,los que por circunstancias especiales no podemos hacer grandes viajes, nos alegran tus relatos y vivimos contigo esas situaciones.Un brazo Nina

Lunarroja dijo...

La verdad es que no lo conocía, y me ha gustado mucho descubrir un nuevo rincón al que seguro merece la pena viajar en algún momento...

Son las cosas de este blog!!!!

Anónimo dijo...

Una historia muy interesante, y mas al serme totalmente desconocida.

Silvia dijo...

Gracias por compartir tu viaje con nosotros.
Estuve en Dubrovnik sólo un día, pero tengo unas ganas locas de volver allí y esto es un incentivo más.
Un saludo

Anónimo dijo...

Al menos para defender las salinas contruian murallas y demás dependencias que quedaban para la posteridad. Pero para proteger petróleos y demás solo saben, los que en eso mandan, destruir. Destruir sobre todo lo más valioso:vidas humanas.

Me ha gustado mucho este post, tu manera amena y divertida de escribirlo y hacernoslo entender tan gratamente.

UN abrazo

Anónimo dijo...

¡Y pensar que hubiera podido conocerla!, en fin, quizás algún día tenga la oportunidad y con tus explicaciones la apreciaré mejor.
Un abrazo