Hay ocasiones en que se ven cosas difíciles de entender. Como cuando vas despacio por una carretera, por medio de un paisaje yermo y árido y, de pronto, se aparece ante nosotros una bella y solitaria flor casi al borde de la cuneta que al menos nos alegra en parte el recorrido... o incluso cuando tienes la oportunidad o la desgracia de compartir mesa y mantel con un grupo de gente en el que son mayoría los mediocres y, en medio suyo, aparece una persona de aquellas que captan tu atención solo por la habilidad con la que miden sus gestos o sus palabras. De igual modo, hay veces en las que la amistad fluye de manera extraña, duradera y casi incontrolable.
En 1940, en medio de lo más duro de la Batalla de Inglaterra, Douglas Bader fue derribado en su caza. Bader no era un personaje al uso. De espíritu independiente e inconformista, algo duro e incluso simple a veces, se las había arreglado para ser aceptado en la RAF (Royal Air Force británica) a pesar de ciertos inconvenientes derivados de su carácter y de su juventud. Una vez que consiguió convencer a los evaluadores de que merecía la pena jugársela por él, respondió de tal manera que no solo consiguió ser segundo de su promoción sino que acabó destinado a uno de los escuadrones de élite de la fuerza aérea. Sin embargo, un incidente iba a marcar la existencia de Bader para siempre. Una mañana, realizando acrobacias en su aeroplano con algunos compañeros de escuadrón, midió mal la maniobra para rectificar un tonel y acabó estrellándose contra el suelo. Atrapado en medio de un amasijo de hierros, fue rescatado con el tiempo justo para salvarle la vida... a cambio de ver amputadas ambas piernas. A pesar de que Douglas logró reponerse física y mentalmente, y se le diseñaron dos prótesis especiales con las que podía, incluso, jugar al golf, fue declarado inútil para el servicio en 1932. El aún joven aviador se sobrepuso de nuevo, esforzándose aún más por mantener una vida normal y, en buena lid, la vida le iba a dar otra oportunidad... en forma de confrontación armada.
En 1939 Inglaterra declaró la guerra a Alemania. Con la fuerza aérea bien escasa de pilotos, Douglas solicitó su reincorporación en medio del estupor general.... pero una mañana se presentó en el campo de aviación ataviado con el clásico mono de aviación, logrando subir al aparato por sus propios medios, y demostrando, de paso, que no se le habían olvidado ninguna de sus habilidades Cuando por fín se le asignó el mando de una escuadrilla, realizó en unos treinta minutos tal suerte de acrobacias que a sus nuevos subordinados no le quedó más remedio que aceptar un jefe al que le faltaban las dos piernas... “Tin Ace”... el as lisiado....
Al otro lado del mar, Alemania estaba, parecía, venciendo la guerra. Con un número de aparatos superior al de Inglaterra, en apariencia más modernos, y con una máquina bélica funcionando a pleno rendimiento desde hacía algunos años, el potencial nazi parecía imparable. Y en la parte que tocaba a su fuerza aérea, buena parte de la culpa era de Adolf Galland. Adolf, hijo de agricultor, culto, ciertamente apuesto y con un carácter muy atractivo, era sin duda la antítesis de Bader. Antiguo combatiente de la Guerra Civil española, junto con su amigo Mölders revolucionó completamente las tácticas de caza de las fuerzas aéreas alemanas, haciéndolas más flexibles y sobre todo más mortíferas y, aunque para nada se trataba de un furibundo nazi, asumió su responsabilidad volando en las condiciones más difíciles, en las misiones más difíciles y contra los objetivos más difíciles... haciéndolo de maravilla... y desatando la caja de los truenos de los jerarcas nazis al proclamar a los cuatro vientos que la batalla de Inglaterra iba a perderse porque no se estaba enfocando de la manera correcta. Como consecuencia de comentarios como estos, estuvo en el punto de mira del mismo Goering (jefe de la Luftwaffe y camarillero número uno de Hitler) pero su desprecio por él era tan grande que, interpelado por su jefe sobre qué haría falta para poder ganar la contienda... adolf respondió “un escuadrón de spitfires”... que era el avión inglés más moderno del momento. Genio y figura.
Pues bien, el 9 de agosto 1941, cuando Bader contaba con numerosos derribos en su haber – y habiéndose enfrentado con Galland en alguna ocasión, aunque sin saberlo ambos y sin llegar a derribarse... – fue obligado a saltar en paracaídas por la presión de un caza alemán que llegó a alcanzar su aparato. Al haber caído en territorio francés fue apresado por los alemanes y llevado a un hospital para que se recuperara pero ambas prótesis resultaron inutilizadas por la caída lo que llegó a oídos de Galland... poniéndose en marcha una de las operación más extrañas de la Segunda Guerra Mundial.
Inglaterra y Alemania arreglaron, por vía diplomática, la entrega de dos prótesis nuevas para Bader. En la única ocasión en que Alemania autorizó el vuelo de un avión aliado en territorio ocupado, se entregaron, en paracaídas, dos “piernas” nuevecitas para Bader – y de paso, alguna que otra bomba ya que aviones ingleses aprovecharon el pasillo para atacar objetivos de forma impune, lo que Galland calificó de “hecho de pésimo gusto...” Con la movilidad recuperada y ya instalado como prisionero en la célebre fortaleza prisión de Colditz, Douglas conversó ocasionalmente con Adolf, agradeciéndole el detalle y, de paso, confirmándole, muy cortésmente, que realizaría continuas tentativas de fuga... a lo que el alemán le replicó, muy cortésmente, que en ese caso procedería a confiscarle ambas prótesis... como así fue.
La guerra acabó como todos sabemos pero no así la amistad que fueron construyendo estos dos personajes extraordinarios. Desmilitarizados, ambos encontraron ocupación en la vida civil, el inglés como piloto de ejecutivos de la petrolera Shell y el alemán como consultor aeronáutico para Argentina, primero, y para su propio país después... y ambos siguieron visitándose de forma frecuente e incluso sus familias hicieron buenas migas, gracias, en parte, a la personalidad de Adolf y a su entretenida conversación. Ambos murieron más o menos viejos, más o menos felices y bastante... yo diría que bastante amigos.
Cuando a Adolf, mucho más dicharachero que Douglas, le preguntaban como era posible mantener una relación de amistad después de una confrontación armada como la Segunda guerra Mundial, el alemán se encogía de hombros y solía decir... “Bueno... nos conocimos intentando matarnos. A peor no podíamos ir...”
11 comentarios:
IMPRESIONANTE.
No se de donde sacas estas historias pero se aprende mucho leyendo este blog, al que estoy enganchado..
Enhorabuena
Gracias Takeda.
Afortundamente, no es mérito mío. Todo está en los libros.
Saludos
Bonita historia de amistad.
Madre de dios. Uno nunca sabe donde va a encontrar amigos...los misterios del ser humano.
Me encanta la última frase. El tío era pelín irónico, pero tenía razón!
Un descubrimiento tu blog.
Saludos.
Parece que entre ambos personajes existía admiración y respeto, sobre esa base siempre es posible que florezca una amistada duradera.
Aunque en silencio, sigo con atención tus artículos. Cierto que todo está en los libros, pero no siempre resulta atractiva la lectura de la Historia a secas. Es de agradecer ese toque personal que caracteriza tus artículos.
Saludos
Leyendo el artículo cobra fuerza en mí una idea: Que las personas son más importantes que los grupos.
Es decir, que en contra de lo que siento desarrollarse a mi alrededor desde hace muchísimos años, considero imprescindible defender el individualismo y dejar reducida a lo debido la importancia de pertenecer al partido cual, de ser socio aficionado del club tal, o nacional de tal sitio, o ..
Porque creo que de tus artículos se saca con claridad una lección: Todos los protagonistas a lo largo de la Historia que merecen ser recordados y admirados lo han sido por su estilo de vida y concepción vital, por lo que llevaron a cabo y por como supieron imponerse a las circunstancias globales que les tocaron en suerte.
Si lo quiere más claro: Estoy harto de líderes, caudillos, balones de oro, famosos y demás mierda.
Una interesante historia, una dificl, casi imposible amistad en tiempos dificiles. Muestra una tolerancia, valoración de las personas por encima de las ideas, uan lección que deberiamos aprender.
Aun que conocía la historia, le has añadido un detalle nuevo, como es el de el bombardeo ingles aprovechando el pasillo de seguridad. Otro episodio (como el del HMS LACONIA) en el que los aliados demostraron poder comportarse de la forma mas despreciable, dato que mucha gente olvida.
De Galland, a día de hoy, no me sorprende nada, con su personalidad creo que seria capaz de hacerse amigo del mismísimo lucifer. Porque un tipo capaz de realizar el famoso "vuelo de la langosta" y que era el único piloto en la luftwaffe que tenia un encendedor de cigarros en su caza, así como de plantarle cara infinidad de veces a la "reinona" de Goering, es capaz de hacer lo que se proponga.
Saludos.
Amantes de la historia, atención a la noticia:
Los hallazgos arqueológicos de Iruña Veleia son un fraude
www.swissinfo.ch/spa/noticias/internacional/Los_hallazgos_arqueologicos_de_Iruna_Veleia_son_un_fraude.html?siteSect=143&sid=9992246&cKey=1227166904000&ty=ti
Ya lo dicen los gitanos: No quieren buenos principios, sino buenos finales.
Tu historia me ha recordado que la magia existe; y que hacerla, a veces, es más fácil de lo que creemos. Es sólo cuestion de querer.
Por cierto, ¿para qué buscar en los libros si ya está tu blog?
;-)
CABALLERO
Bueno me gusta la historia y mas sobre la luftwaffe y la raf que en realidad fueron potrencias fuertes en los aires y exactamente esta historia es unica y especial ya que se veian ambos bandos muuuy diferentes pero ahi se ve que la luftwaffe y los nazis muchos de ellos no son como los pintas aunque por muchos se ganaron esa fama.
Como la USAF que cuando veian un pilto que saltaba de su avion tenian el descaro de dispararles ya indefensos y rematarlos cuando tocaban tierra esas son cosas que mucha gente no ve.
te felicito por tu historia es la uncia que eh leido tuya pero seguire viendo y leyendo mas.
Nos comprometemos a luchar en defensa del Reich siguiendo los principios y reglas del Grupo de Asalto. Sabemos que, como pilotos del Grupo de Asalto, estamos llamados a defender con todas nuestras fuerzas la vida de las poblaciones en retaguardia, y a defenderlas hasta el último aliento.
En toda acción que nos lleve al contacto con bombarderos cuatrimotores enemigos, juramos atacar al adversario a la distancia más corta y, en caso de no lograr abatirlo con las armas, derribarlo chocando en él.
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