miércoles, 26 de abril de 2006

Las espadas del moro

"Una típica espada ropera española"

Una de las primeras e inesperadas consecuencias de la globalización ha sido que, hoy por hoy, el valor de una marca comercial es directamente proporcional al tiempo que tarde un ciudadano chino es copiar el producto que se distribuye bajo ese nombre. Bromas aparte, al hilo de esto último propongo un ejercicio de agudeza visual: sentaos cómodamente en el Metro, dirigid una mirada a vuestra propia indumentaria e identificad alguna prenda o complemento de esos que los más jóvenes califican como “… de marca”; y no os engañéis: seguro que dos o tres, al menos, entran dentro de esa categoría. Seguidamente buscad bienes de consumo parecido en el resto de ocupantes del vagón del suburbano, y procurad no observar con demasiada fijeza, no sea cosa de que a alguna dama le parezca que sois... unos “necesitados”… ¿Cuántos identificáis? ¿Diez, doce… quizá veinte? Pues que sepáis, que al menos el 80% de ellos son copias, mejores o peores, burdas o casi perfectas, pero de ese porcentaje no se baja en ninguno de los países que llamamos, algo eufemísticamente, “desarrollados”.

Naturalmente que se que los lectores de este blog no nacieron ayer. También estoy seguro de que conocen que miles y miles de personas en todo occidente hacen tres comidas diarias gracias al mercado de la copia y que, aunque algunas son tan evidentes que nos moriríamos de vergüenza si algún amigo nos “trincara” con según qué sucedáneo de gafas de sol, otras están tan logradas que darían, al menos, para un par de capítulos de la nueva temporada de C.S.I. De lo que estoy seguro es que la mayoría de vosotros desconocéis que este negocio de ver, oír y copiar es más viejo que el “hilo negro”. De hecho, uno de los principales y más antiguos perjudicados por este asunto, fue el más famoso de los artesanos espaderos de Toledo, Julián del Rey.

Julián no nació con un pan debajo del brazo. Su padre, eran un humilde agricultor árabe que se las había visto y deseado para sacar adelante a sus siete hijos. Uno de ellos, viendo que las cosas se estaban empezando a poner feas de verdad para los seguidores del profeta, decidió emigrar a Granada. Y, dándose cuenta también de que el campo, al igual que ahora, da muchas cosas pero sobre todo disgustos, consiguió ser admitido en una fragua, como aprendiz. Julián debía de ser listo porque, a la edad en que ahora los jóvenes ni saben que quieren hacer, ni puñetera gana que tienen de saberlo, andaba ya templando espadas tan perfectas que en menos de tres años le dio para independizarse, para comprarse una cosa y para adquirir un SEAT “León” en el caso de que se hubiera inventado el automóvil. Años más tarde, pelín harto al parecer de los caprichos de Boabdil, volvió grupas hacía la península, se convirtió – al menos de boquilla - y se estableció en Toledo, en la llamada calle de Las Armas, que eran donde se agrupaban los maestros de todos los gremios que trabajaban el metal.

Pronto, viendo que su fama era tal que le llegaban gentes de toda la península para adquirir cascos, rodelas y, sobre todo, espadas, decidió apuntarse a eso de “la imagen de marca” y empezó a marcar el recazo de todos sus aceros con la silueta simplificada de un perrillo corriendo. En pocos años, los armeros de la ciudad alemana de Solingen intentaron hacer sombra a Julián y empezaron a comercializar espadas con la imagen de un lobo a la carrera de manera que, aunque en toda Europa se sabía que sus armas no eran más que el fruto de una vil falsificación, entraban a cientos en la península a bordo de carros de bueyes. Pero, al igual que en la actualidad, para según que cosas, el que puede no deja de permitirse ciertos caprichos y las espadas de Julián seguían en todo lo alto. El secreto mejor guardado del maestro toledado era la oración que rezaba para sí mientras sumergía la hoja en el agua, y que le servía como ayuda para controlar el tiempo de “enfriado” del acero, seguramente la parte más delicada del proceso creador de un arma blanca. A nadie extrañaba su celo, pues era habitual entre los artesanos de la época… más la reserva de Julián seguramente obedezca a otras razones. En más que probable que lo que murmurara para sus adentros no fuese precisamente el rosario sino una Sura del Corán que, de hacerse pública, le habría traído grandes complicaciones ante la Inquisición española.

Incluso Cervantes se acordó de las espadas del moro de Toledo:

“… y Don Quijote llevaba una simple espada y no las cortadoras del Perrillo.”

16 comentarios:

Carmen dijo...

Solo quiero decirte que tu blog es increible. Felicidades por ello. Vendre a menudo. Me gusta.

Ah! yo seré un bicho raro pero te aseguro que menos un par de chandals que no me los pongo todos los dias, no tengo nada de marca.
Es broma. Enhorabuena

Anónimo dijo...

"Las cosas bien hechas... bien parecen"; y no, no es un proverbio chino. Supongo que en aquellos tiempos también habría "caprichosos con posibles" y espadachines domingueros. Pero el prestigio de los aceros toledanos recogía algo más que la estética de influencia árabe, el secreto de su prestigio imagino que sería combinar eficacia y manejabilidad, el carbono de la aleación, el punto de gravedad etc. ya que estaban pensadas para dar mandobles y no sólo como complemento del atuendo.
La imitación consumista no me parece un arte, es el trabajo de esclavos en condiciones miserables.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Según tengo entendido, no lo pude comprobar,esa marca del Perrillo se puede ver en una espada jineta de Boabdil que se conserva en la Biblioteca Nacional de París.
Creo que fueron los Zenetes, tribu berberisca de los Benimerín quienes trajeron la espada jineta, un arma de menor peso y longitud que las que usaban los árabes y de un ancho parecido a la espada cristiana de la época. Existían dos tipos de espadas jinetas: la de guerrear casi sin decoración y la de lujo que tenía toda clase de adornos como damasquinado, nielado, dorado, esmalte, filigrana o repujado. Su fabricación comenzó en Granada pero fueron copiadas y fabricadas en Toledo.
Quien poseía una espada jineta era gente de un estatus social alto pues eran símbolo del poder entre los sultanes, un cristiano sólo podía portar una espada jineta como regalo de algún rey o emir. Luego como ya dije, se empezaron a fabricar en Toledo y todo el que podía, se compraba una.
El hijo de Julián del Rey también fue espadero y su técnica continuó hasta le época de Cervantes, que cita como tú dices que Don Quijote llevaba una simple espada y no las cortadoras del Perrillo.
Un saludo

Luis Caboblanco dijo...

Bueno Dianora, simplemente se bautizaba a los coversos de cien en cien, así que unos cuantos eran "del Rey", otros "de la Reina" y otros de cualquiera de los santos del santoral.

Carmen, ¿ves como tenía razón?... :-)

Nina, el secreto de un acero es doble. La mitad de su eficacia reside en su templaza, es decir, el punto de flexibilidad y dureza del metal, sin volverse quebradizo. La otra parte del asunto reside en que el dueño de esa espada la utilize con cabeza. Contrariamente a lo que la gente cree, los árabes no eran gentes con estilizados aceros de hoja curva. Cómo bien citas, las espadas cristianos y musulmanas se distinguían bien poco. La Jineta fue un inteno de rebajar el peso de la espada conservando sus facultades.

Marian, es correcto. Pero hasta cierto punto y pensando con un poso de maldad, es lógico que la policia no haga algo, hasta cierto punto. En Hamburgo hicieron una gigantesca redada contra el Top Manta y similares y, sí, trincaron a unos cientos de personas y a diez o doce traficantes de ilusiones y almas ¿El resultado? Pues que los diez o doce maleantes estaban en la calle esa misma tarde y lo otros cientos, también, pero ahora sin los diez o veinte euros diarios que sacaban con la venta. Un tanto por ciento de ellos empezaron a delinquir, para comer, mayormente, y la gente de Hamburgo se quejó, claro...

Es este cochino mundo que nos hemos inventado, si una mariposa bate sus alas en Tokyo, nieva en Nueva York. Teoría del caos la llaman. Y el problema es que de esta interconexión, solo ganan unos pocos.

Leo, un placer volver a verte por aquí.

Anónimo dijo...

...Algunas llevan inscrito el "made in spain" en uno de sus cantos. Pero las toledanas aún gozan de merecido prestigio...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

Leo empieza su comentario con "Según tengo entendido, no lo pude comprobar..." he encontrado su duda aquí:
También había oido de crio, cuando nos enseñaban Historia que en el agua se orinaban los maestros espaderos para conseguir un punto de ebullición más alto y con ello conseguian un dureza y a la vez, la flexibilidad necesaria para que no se rompiera con los golpes.
Esto no he sido capaz de encontrar nada al respecto.
Un saludo.

Anónimo dijo...

tiempos dificiles en los que hasta copiar y falsificar tenia su arte y su dificultad.
Lamentablemente hoy,hasta en el falsificar se ha perdido ese encanto.
Por eso creo que me gusta este blog,porque habla de un pasado donde todavia no conocian la teoria del caos.

Juan Antonio del Pino dijo...

En algún lugar he leido la leyenda que dice que el buen acero de las hojas de Damasco se debía a que la templanza se realizaba atravesando con la espada el cuerpo de algún pobre esclavo (un cristiano en aquel entonces). También recuerdo que la explicación a la leyenda era que la concentración salina del medio interno humano (en este caso la del desventurado esclavo)es justo la apropiada para que el metal no se quiebre y mantenga un ggrado justo de elasticidad y tenacidad.

almena dijo...

Saluditos, Caboblanco.
Si es que "para espadas, las de antes".
Me encanta tu capacidad, tan amena, para coaligar presente cotidiano, con pasado remoto.

Un abrazo!

Anónimo dijo...

Me temo que los secretos de hoy, no tengan nada que ver con las oraciones.
Un abrazo

Anazia dijo...

Las espadas siempre me han gustado muchísimo, igual que tus posts...

Gracias

Anónimo dijo...

O sea que habrá que falsificar, siempre se ha falsificado.
Interesante historia de la que no tenia ni la menor idea. Fijate desde cuando imperan los logos...

Un abrazo

Anónimo dijo...

ES GENIAL... LEERTE ES GENIAL... REGRESARÉ... SUELO HACERLO A AQUELLOS SITIOS EN DONDE ESCUCHO VOCES AGRADABLES...

GRACIAS

Portobello dijo...

Me encantan la historia de esa época, especialmente la tenida lugar en Toledo. Es tan rica! y además la mayoría de la población se había convertido. Si es que tenemos sangre árabe! de lo cual me enorgullece,eh! acabo de terminar un relado sobre las penurias de los árabes poco después de la toma de Granada, "A la sombra del granado" de Tariq Alí, y es una época fascinante. Cuanta cultura poseían entonces los árabes. Que riqueza tan extraordinaria en matices. Ahora estoy sumergida en esta extraordinario diario de Afganistan que es increible...Un abrazo.

Anónimo dijo...

Una historia totalmente nueva para mi, y por ello mucho mas interesante.

Anónimo dijo...

Bueno... ese era el famoso acero damasquinado... utilizaban un acero con menos carbono (mas azulado), y lo ensartaban en un prisionero. Los cruzados probaron a utilizar pieles de animales con grasa animal y el resultado fue el mismo. Si a eso sumamos que las tecnicas de metalurgia eran mejores que las europeas (y aqui tengo que incluir a las de España, que eran musulmanas), y que eran maestros en lo suyo, el resultado son "las toledanas".
Por cierto, lo que no sabeis es que una de esas espadas de boabdil se encuentra en el Museo de San Telmo de San Sebastian. Por lo visto fue un regalo de un noble a Alfonso XII o XIII y este se la cedió a la ciudad. Esta en la pinacoteca del museo, y su empuñadura es de nacar o marfil.
Por supuesto, sin figuras, y con versos del Coran.
Me ha gustado vuestra pagina... pasaré mas por aqui.
Un saludo de Edem