domingo, 9 de abril de 2006

The Spanish Way

Tercios españoles, marchando

Una de las grandes preguntas relativas al Imperio de los Austrias españoles, es cómo consiguieron éstos enviar dinero y soldados a las más que frecuentes guerras que los mantuvieron en su conflictivo feudo de los Países Bajos. Durante la década de 1540, España enviaba hombres y pertrechos por mar, desde los puertos cantábricos hasta las costas de la actual Holanda, pero muy pronto la emergente superioridad inglesa en los combates navales convirtió el Mar del Norte en una especie de lago particular británico: mandar recursos a través suyo era, en realidad, extender un cheque al portador a la reina de Inglaterra… Así que, con la T4 aún sin inventar, la única opción era asegurar una ruta terrestre más o menos segura que, partiendo de Italia, alcanzara las bases españolas en Flandes… la famosa ruta conocida entonces y aún en nuestros días en algunos lugares, como “Felipes”“LE CHEMIN DES ESPAGNOLS” o “THE SPANISH WAY”.

Más curiosamente, el primer usuario de esta especie de autopista militar no fueron los famosos Tercios españoles, sino nuestro prudente rey, Felipe II, que estaba como loco por visitar los Países Bajos y convenció al Cardenal Granvela sobre la necesidad de pasarse por ahí, a ver como andaban las cosas. La que le cayó encima a Granvela no era empresa fácil… ¡nada más y nada menos que asegurar al Rey de España un viaje sin sobresaltos! así que, ni corto ni perezoso cogió un mapamundi, un pilot, y se devanó los sesos hasta que dio con una ruta que, partiendo de España vía Génova, le conduciría por Lombardía, Saboya, el Franco Condado, la Lorena y Luxemburgo; tal itinerario no era ni rápido, ni cómodo, más poseía una incalculable ventaja: se extendía casi enteramente por territorios propios.

Que sí, que sí… propios; en aquellos días, el Rey de España tenía más títulos que una película para sordos... era Duque de Milán y de Luxemburgo, y Gobernaba el Franco Condado como príncipe. Por otro lado, el Ducado de Saboya estaba permanentemente a merced de los “malos humos” franceses, con lo que literalmente se “mataba” para quedar bien con España a la menor oportunidad y, en cuanto al Ducado de Lorena, bastante tenía con mantener su estricta neutralidad así que se contentaba con que las tropas extranjeras no permanecieran más de dos noches en su territorio. De ahí a Luxemburgo apenas había un paso y una vez allí, ya aparecían las llanuras holandesas en el horizonte. De todos modos a la España de entonces le gustaba guardar las formas y, aunque se mantenían relaciones de amistad con todos los Estados que constituían los jalones en el camino hacía Flandes, los Estados seguían siendo independientes y, cada vez que había que pasar con ellos, era necesario mandar embajadores y cerrar puntillosos acuerdos diplomáticos lo que, con Moratinos aún por alumbrar, no era excesivamente complicado.

Este corredor no fue monopolizado por las tropas. Algunos tramos, los más seguros, eran utilizados regularmente por comerciantes que se trasladaban con sus mercancías desde Francia o Italia hasta el norte de Europa, aprovechando las mejoras en su recorrido que ordenó el Duque de Alba en 1566, quien, algo mosqueado por las dificultades que los tiros de artillería encontraban para atravesar el camino, dispuso que varios centenares de zapadores expertos se adelantaran y “gastaran” el recorrido con palas y azadones. Otra “mejora” que implantó Alba fue la obligatoriedad de que guías locales acompañaran a las tropas durante las etapas más difíciles – recordemos que la guía CAMPSA aún no estaba en los Kioscos – para señalar los vados o puertos más practicables. Y Alba, meticuloso como era, no quería sorpresas… Se cuenta que solía colocar a algún hijo del susodicho en una de las carretas de vanguardia, junto a un curtido sargento de los Tercios, y así recordar a aquel paisano, que no solo era su vida la que estaba en juego.

En 1633, la pérdida de La Lorena motivó que el Camino quedara definitivamente cortado. En cualquier caso, a los Tercios ya les quedaba muy poco que defender...

Faltaban 11 años para Rocroi.

Saludos

13 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que en todas las épocas hay personas que saben organizar “los viajes”, negociar con los locales por donde se va a pasar, señalizar y arreglar las vías y “contratar guías de la zona” y seguro que también alojamientos con almuerzo incluido para que los viajeros no tengan que ocuparse de nimiedades. :-)) Es posible que los Tour operadores actuales crean que pusieron una pica en Flandes, pero la pica ya estaba puesta hace mucho tiempo. Como se suele decir, no hay nada nuevo bajo el sol, todo está inventado ya, sólo se van haciendo modificaciones.
Un abrazo

Anónimo dijo...

¿Te refieres al hablar de Rocroi a la victoria de los franceses sobre los famosos tercios españoles de los que nos hablas?
Un abrazo Nina

Luis Caboblanco dijo...

Si Nina, hablo de "ese" Rocroi. La batalla en sí, no tuvo demasiadas consecuencias ni políticas ni militares, pero las psicológicas fueron enormes. Los Tercios españoles fueron abandonados por sus compañeros Valones, Tudescos e Italianos y hubieron de hacer frente en solitario a cinco cargas francesas, pagando un precio terrible. De los 4.500 soldados de cinco tercios con los que se presentó batalla, murieron más de 3.000 pero, viendo los franceses que aún aguantaban y queriendo liquidar el asunto lo más rapido posible, se les ofrecio una capitulación honrosa a cambio de salvoconductos para volver a casa. Después de Rocroi aún hubo grandes victorias y antes había habido varias derrotas pero la perdida de tan buenos soldados y el "cómo" pasó, jamás se superó.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

el libro que consuté tan solo hablaba de derrota física no psíquica, entonces las cosas fueron peor de lo que yo creia. Un abrazo y muchas gracias Nina

Anónimo dijo...

El Cardenal Granvela tomó parte en la Dieta de Worms y en el Concilio de Trento (1545), en 1551 concertó la boda de Felipe II con María Tudor y en 1555 fue comisionado en la paz de Augsburgo.
Fernando Álvarez de Toledo (III Duque de Alba) fué enviado como capitán general, gobernador de Milán y virrey de Nápoles a sofocar la revuelta entre Francia y España.
Pablo IV aconseja a Enrique II de Francia expulsar a los españoles de Italia y declara a Felipe II desposeído de su título de rey de Nápoles en 1556.
Un saludo

Anazia dijo...

Gracias por volver a ilustrarnos de tal manera ;)

Anónimo dijo...

Hola:
Hace unos dias estuve visitandote y no pude poner comentarios, me pasó con todos los que estais en blogger, sería un fallo del servidor.
Mis conocimientos de Historia de España son mínimos y por tanto no puedo aportar nada como tus otros comentaristas.
Lo único que puedo hacer es darte las gracias por ilustrarnos de esa forma tan simpática y amena.
Saludos
José
PD: Existe una página www.acye.org donde se desarrolla un juego, tipo rol, donde los jugadores asumen el papel de un españolito de la época que citas y pueden ser soldados en algunos de los tercios. Es bastante divertido. Hace tiempo que está parado por culpa de problemas del director de juego.

Anónimo dijo...

...Nuestros vecinos europeos siempre nos han ayudado a delimitar las fronteras actuales. Cuando no mandaban a las tropas del "botella", enviaban un submarino averiado...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Silvia dijo...

No conocía esa ruta por la que nuestro rey se fue de 'tournée' y me lo he pasado genial con lo ameno de tu relato.
Gracias y un saludo

Anónimo dijo...

Veo que esto sigue tan animado como siempre. Trataré de ponerme al día.
Un abrazo y que disfrutes de estos días de descanso

Anónimo dijo...

Ameno e interesante post. Como todos los tuyos, es un placer aprender desde tus letras.

Un abrazo

Raúl dijo...

Una crónica de uno de los tantos caminos de España, por el mundo. Unos llenos de triunfos, y otros de dolor.

Es un gusto conocer mejor a España con tus letras...

Saludos,

Anónimo dijo...

Un pequeño apunte a este magnífico blog: el actual Ejército de Tierra español, compró hace unos años un barco, mejor dicho, un transporte al que dió como nombre "El Camino Español" en conmemoración a ese camino que has citado y que sirvió para llevar a nuestros temidos, disciplinados, eficientes y mal pagados (eso cuando les pagaban) Tercios; aprovecho tambien para volver a recomendar la lectura del libro "Los Tercios de Flandes", magnífica obra sobre los Tercios españoles en Flandes y sobre la actuación española en estos territorios, desarma gran parte de la leyenda negra de los españoles y pone a cada uno en su sitio.
Un saludo a todos de un infante de Marina.