viernes, 26 de mayo de 2006

La espantosa lucha por la Galia (III)

Gergovia, que fue la primera derrota de César, tuvo las consecuencias esperadas. El romano nunca perdonó a Vergincetorix, especialmente cuando el inesperado revés impulsó a los poderosos Aeduos a unirse a la revuelta. Mientras tanto, en el bando galo, la victoria también tuvo un corolario inesperado: Dos jóvenes Aeduos, Epoderodix y Virdomaro, sintieron, o más bien les hicieron sentir, que les correspondía encabezar el levantamiento por derecho. Para discernir el asunto, se convocó un Consejo de jefes galos, que tras arduas deliberaciones confirmó a Vercincetorix en el mando. Su resolución, lejos de zanjar la cuestión, solo sirvió para que, a partir de entonces, el joven jefe galo se lanzara al combate más preocupado por su espalda que por lo que ocurría frente a él.

Tras unos días, y convencido como estaba de que la caballería germana había abandonado a César por falta de paga, concentró los esfuerzos de sus propios jinetes en el tren de suministros romano. Vercingetorix obligó a su caballería a prometer que cualquier jinete que no completara, al menos, dos vueltas a la caravana de bagajes romana, se comprometiera a no tener acceso a sus casas, a sus hijos y a su familia como castigo. Fue un momento decisivo de la guerra. Si los galos hubiesen tenido éxito, sus operaciones habrían sufrido el retraso, al menos, de un año. Por desgracia para ellos, César era un tahúr de los enfrentamientos armados. Con el poco dinero que le quedaba y apoyado en su engañosa elocuencia, convenció a los jinetes germanos para “financiarle”: los mercenarios cobrarían con vencimiento a un año, con su tipo de interés correspondiente. Esta operación 6% T.A.E. triunfó de tal manera, que una carga germana desmembró la aún inexperta caballería gala. Vercingetorix, sangrando por ambos brazos y piernas, se vio obligado a retirarse, y esperando quizás repetir el éxito de Gergovia, se dirigió a la ciudad fortificada de Alesia y, puesto que lo que se avecinaba era un asedio, despidió a su caballería – que ya no sería de mucha utilidad – y despachó cientos de correos para pedir ayuda… y comida. Poco después de que el último jinete desapareciera tras la colina, la primera cohorte romana hizo su aparición…

Las semanas siguientes fueron testigos de casi ningún combate y de muchas obras de ingeniería. Los romanos levantaron un muro que rodeó Alesia y, en cuanto tuvieron constancia de que un ejército galo de dirigía hacia allí, comenzaron a levantar, de manera aún más frenética, otra muralla orientada al exterior. Una horda de, quizás, más de doscientos mil guerreros – César exagera hasta el triple – pronto aparecería y todo el resultado de la guerra dependía de aquel doble asedio. Y fue entonces cuando los romanos empezaron a hacer lo que mejor sabían: aguantar. Los galos lanzaron ataques desde dentro y desde el exterior, con nulo éxito, y pronto comenzaron a faltar los víveres. Los legionarios ayunaron y apretaron los dientes pero Vercingetorix tenía miles de niños y mujeres que alimentar y, ante su nula utilidad militar, los despachó fuera de la ciudadela. César no los dejó salir y, tras dar estos la vuelta, el galo no los permitió entrar. Cuentan que había legionarios que se volvieron locos de oír los lamentos de aquellos desgraciados, abandonados a su suerte en tierra de nadie.

Un día, con ambos bandos al límite de sus fuerzas, el primo hermano de Vergincetorix, Vercasivellauno, juntó a todos los que aún podían mantenerse en pie y atacó desde el exterior, en el mismo momento en que su jefe lo hacía desde el interior. Durante casi dos horas el destino de la Galia osciló en una balanza, con los defensores romanos combatiendo espalda con espalda contra los galos que les atacaban. Al final, la decisión de César, que dirigió una carga a pie en el momento crucial, acabó por inclinar la suerte del bando romano. Vercingetorix, desesperanzado, intentó canjear su vida a cambio de clemencia para sus hermanos de sangre que aún estaban vivos, pero los romanos solo aceptaron su rendición incondicional. A la mañana siguiente, el hombre que había pedido tantos sacrificios decidió sacrificarse él mismo. Ataviado con su mejor armadura, Vercingetorix se dirigió al campamento de César, arrojó sus armas a los pies del nuevo amo del mundo y suplicó favor para los suyos, llorando de rodillas. Pero César tenía otros planes. A los Aeduos se les permitió volver a sus casas a cambio de ejercer de nuevos carceleros de la Galia, pero dos millones de galos, la cuarta parte de la población, fueron vendidos como esclavos. Un genocidio, se mire como se mire.

Vergincetorix fue mantenido con vida seis años, quien sabe por qué, encerrado en la más famosa prisión de Roma, el Tullarium. Para cuando César se acordó de él, ya estaba loco.

Murió estrangulado ceremonialmente, en el año 46 a.C.

La Guerra de las Galias fue, ante todo, el resultado de las tensiones de un sistema político, la República, que vivía sus últimos extertores. César necesitaba una provincia cerca de Roma, que le permitiera hacer dinero, mantener hombres armados e influir en la política de la metrópoli. La Galia, desgraciadamente para ella, lo tenía todo. La persecución contra los Druidas, los bosques sagrados y, en general, todo aquellos que "oliera" a celta fue minuciosa y concienzuda. Tan solo décadas más tarde, se hablaba latín en todos los mercados, desde Aquitania a la Bélgica.

La Galia se convirtió en la provincia más rica del Imperio.

Los hijos y nietos de aquellos hombres se convirtieron en el vivero del que mamaron las legiones los dos siglos siguientes.

Roma se convirtió en un Imperio y el devenir de los acontecimientos determinó que su creador ya no viviese para verlo. Julio César fue asesinado en el 44 a.C.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando se llega a un punto de fama y poder como el que llegó Vergincetorix, su peor enemigo no es el que tiene en frente, si no el que surge en sus propias filas por eso de que siempre haya algún personaje que quiere el bastón de mando.
Supongo que entre los planes que César tenía era llevar al galo a Roma para mostrarlo como demostración de su triunfo sobre los galos ya que la fama de Vergincetorix había llegado hasta allí.
Y como siempre, muerte y destrucción, conquista de unas tierras, poder sobre ellas durante un tiempo y luego vuelta a empezar ya que otros conquistadores vienen a arrebatar los que antes ya había sido arrebatado y la Historia se repite una y otra vez con costes muy caros en vidas. No aprendemos nada.
Un abrazo y buen fin de semana.

Anónimo dijo...

Si Farsalia fue una obra maestra de planificacion de batalla, Alesia esta considerada una obra maestra de sitio de una ciudad.
Es un dicho de guerra que, cuantos mas hombres en una ciudad, mas dificil será tomarla. Pero tambien, que con pocos se puede mantener el sitio mas tiempo.
Así, se puede explicar porque un pueblucho como Numancia resistió decadas a Roma, y una ciudad como Cartago tardara 3 años en caer.
Tanto Cesar como Vercin estaban buscando un sitio definitivo para "arreglar diferencias". El rey de los galos no podia permitir que Cesar se paseara por la galia como si tal cosa, y que además matara, robara, violara y muchos aras mas sin que Vercin interviniera. Y Cesar era consciente de que se estaba jugando su prestigio militar y político (y por lo tanto su carrera en Roma), amen de que una Galia unida podria haber dado muchos problemas a Roma. Ambos necesitaban una batalla final.
Pero Cesar no era estupido, y sabia que los galos le aventajaban en 10 o 20 a uno. Asi que, en un error de Vercin, que se habia separado del ejercito principal con 80000 hombres y se habia encerrado el mismo en una fortaleza, Cesar aprovechó para cercarle. No es del todo correcto que Vercin expulsara a su caballeria. Lo que pasa es que dentro de la ciudad no podian alimentar a los caballos, y los galos no podian concebir cargarselos y comerselos. Asi que despacharon la caballeria para que fueran menos bocas que alimentar. Ademas, los Ubios y los Remos, que era la caballeria Germana y gala de Cesar, los aterrorizaban bastante. Esto fue resultado de la traicion edua. Los Ubios eran Germanos de caballeria, pero sin caballos buenos. Los Remos eran galos, con caballos, pero sin buenos jinetes. Cesar lo que hizo fue comprar caballos a los Remos y darselo a los Germanos. Por supuesto el imperio pagaria esto siglos mas tarde, pero eso no se podia saber entonces. Y la caballeria germana aterrorizaba a los galos tanto es asi, que 2000 germanos llegaron a derrotar a 10000 galos solo con su presencia.
Bueno, estabamos en Alesia. Aqui hay dudas sobre si Cesar ya tenia previsto hacer lo que hizo, y que le tocó a Alesia como le hubiera tocado a otra ciudad. El porque?. Porque le habia comprado (o requisado cuando estos fueron lo suficientemente estupidos como para rebelarse)m hierro a los biturigos. Y tenia ya moldes preparados de "lirios, tumbas y demas artefactos". Para aclarar el asunto, eran trampas de metal con puas, puntas, etc, preparadas para hacer un "pincho galudo". Y lo tenia listo.
Lo primero que hizo, fue cercar Alesia con una muralla. Los primeros dias, los Galos intentaron romper el cerco, pero acciones de Tito Labieno y sus Germanos hizo que se lo pensaran mejor.
Cuando Cesar tuvo noticia de que un ejercito de Relevo estaba concentrandose en Carnutum, y que era de 200000 hombres, mandó a sus tropas hacer otro muro, pero este mirando al exterior, y de 40 kilometros. A Antonio, que se quejó, le dijo que tenia buenos brazos y que "las tropas ya le conocian, y sabian que debian cavar mas rapido".
Durante 20 dias los ataques fueron continuos, pero Cesar tambien contaba con un arma demoledora: "la paciencia". La disciplina romana era esperar o morir. La Gala era la de "ataca y mañana borrachera" Cesar sabia que una reunion de diversas tribus, y encima separadas por dos murallas de sus jefes, no podia durar mucho. En sus comentarios, Cesar dijo que si hubieran simplemente resistido mas, lo hubieran vencido.
Lo de los 6 años, es porque Vercingetorix tenia que formar parte de su desfile triunfal. Y dado que en el camino tubo una guerra civil, pues se comprende que tardara tanto.
Lo que no es correcto es lo del tullinarium y lo de la locura de Vercin. Precisamente los generales de Roma trataban muy bien a sus cautivos. La idea era mostrar a los romanos que un gran jefe habia luchado (y perdido) contra Roma. Maltratarlo y mostrarlo con golpes hubiera roto esta imagen. Vale, en medio del desfile lo desnucaban, pero eso tambien era lo esperado.
En cuanto al Tullinarium... hasta Tiberio, mas o menos, fue la unica carcel de Roma, y ni siquiera era una carcel de verdad. Alli se guardaban a los acusados por el senado, que esperaban el momento de irse al exilio, o la gente a interrogar. Lo que se solia hacer es atarlos, encomendar a los lictores que los guardasen y marcharse... cosa que los lictores interpretaban como !botellon!.
Esto es tan cierto que, en el caso de Vetio, el informador (que habia acusado a Cesar de formar parte de la conspiracion de Catilina), fue estrangulado en la propia prision.
No, a los jefes enemigos se les cuidaba bien, ya que les interesaba a los generales. Y lo mismo a los hijos de los vencidos. O a los rehenes. Porque no todos los que desfilaban en un desfile triunfal morian. Algunos se volvian a su tierra (dejando rehenes,claro). Normalmente, dejaban a sus hijos, que eran educados como romanos y acentuado su respecto hacia roma. Y se olvidaban de ellos, ya que se convertian en ciudadanos de Roma. Esto es tan cierto que, en las guerras italicas, uno de los hijos de Yugurta frenó el ataque de la caballeria aliada numida romana, monstrandose ante ellos. Y claro, como era su principe, pararon y se arrodillaron ante el (algo que un romano de la epoca no hubiera hecho aunque la vida le hubera ido en ello).
Por cierto, durante un breve periodo de 50 años la Galia fue libre. Se llamó Imperio Galico, y fue durante el 200 despues de Cristo. Es lo mas cerca de la independencia que estuvieron.
Un saludo de
Edem.
Edem.

Luis Caboblanco dijo...

Hola a todos.

Vercingetorix, probablemente, no hizo otra cosa que caer atrapado en las variadas servidumbres del poder. En definitiva, la que le cayó fue de órdago.

Edem, yo sigo en mis trece con el tema de los prisioneros. Una cosa es prisionero y otra rehen. Roma trataba bien a los rehenes porque los consideraba un activo en futuras negociaciones con los Reyezuelos enemigos. Además, se cuidaba de que les fueran entregados su hijos, y recibieran educación romana. El asunto es que, cuando ellos fueran Reyes, tuvieran una idea "distinta" de lo romano y fueran más asequibles. Es decir, pura propaganda.

A los prisioneros, es decir, a aquellos que no valían nada porque su causa estaba perdida, les trataban de aquella manera. Por eso mismo un Anibal no se dejo capturar, porque sabía lo que les esperaba. Existen crónicas de Tácito, historiador posterior a los hechos, todo hay que decirlo, acerca del lamentable estado en el que se hallaba Vercingetorix, que incluso tenía larvas de insectos debajo de las uñas.

Lo de la entrega de caballos galos a pueblos germanos no lo conocía. Una teoría sostiene que, aparte del efecto aterrorizante de cientos de jinetes germanos descendiendo por una colina, la explicación de su efectividad era que sabían manejar la lanza para acometer a caballo, mientras que los galos solo utilizaban la espada... no sé

Un saludo.

Anónimo dijo...

...¡Ils son fous ces romains! Imperiosamente locos...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Juan Antonio del Pino dijo...

Impresionante trilogía de posts

ALCON dijo...

Hola!

Primer visita y me quedo con conocimientos nuevos y mas detallados, siempre se aprende algo nuevo. La historia es parte de nuestra vida y de la propia cultura.

Me gusta tu blog, te estaré visitando si no te molesta.

un abrazo,

Mayte dijo...

Estupendos estos tres post, que nos llenan de historia y cultura muy en tu estilo.

Un bikiño y buen fin de semana!

almena dijo...

impresionante trilogía, Caboblanco.
Impresionante vuestros conocimientos sobre el tema.

Un beso!

Anónimo dijo...

Hola Luis:
Me uno a la legión, no la decima, si no a la de los que consideramos que este trio de artículos representa un esfuerzo y un resultado impresionante.
Muchaco, cada día más (Aquí sí con acento) te superas y nos estás dejando en segunda división.
Un abrazo
José

Anónimo dijo...

Sigo leyendo y agradeciendo...
Bicos.

Isabel Barceló Chico dijo...

Interesantísimo todo lo escrito. Estoy con Edem en la creencia de que no se trataba mal a los "prisioneros" de alcurnia. En efecto, no existían las cárceles en el sentido que nosotros conocemos, como un lugar en el que se priva de libertad durante tiempo. De hecho no existía el castigo de cárcel, sino el destierro. El Tullianum, si no me equivoco, era sólo el lugar de la ejecución. Entretanto, los "prisioneros" se alojaban en casa de gente acaudalada y de su mismo nivel social, como mínimo. Sobre este respecto, y unos pocos años antes, tenemos el ejemplo de los catilinarios, a los que Cicerón ordenó ejecutar sin juicio. Según cuentan las crónicas, él personalmente fue a buscarlos a las casas en las que estaban custodiados y los llevó de la mano al Tullianum donde fueron extrangulados.
En fin, estas pequeñas diferencias en nada deslucen la brillantez de lo que nos habéis contado. Felicidades otra vez.

Luis Caboblanco dijo...

Hola a todos. Efectivamente, la pena de cárcel no existía, supongo que más que nada porque tampoco se condecía a nadie la posibilidad de reinsertarse. Como bien dices Isabel, la entrada misma en el Tullario suponía la muerte, pues solo se contemplaba la posibilidad de que el reo fuera extrangulado allí mismo o muriera de hambre. Y tambien aciertas cuando se dice que no se trataba mal a los prisioneros de alcurnia, pero no por buenos deseos o afán filantrópico, sino porque la propia altura del prisionero en cuestión ensalzaba la "dignitas" de su captor, y un mal comportamiento para con él la ensombrecía.

Más, hubo gente que se pasó allí sus buenos años: Vercingetorix la conoció durante seis años, el tiempo que César decidió dejarlo allí. Yugurta, según la tradición, la visitó por dos años, mientras que poco a poco le reducían la comida hasta que murió de hambre, y San Pedro, al parecer, tambien lo conoció, y por eso se construyó encima una iglesia, la de San Giussepe.

Parece ser que el único hombre que salió de allí con vida fue Flavio Aeccio, el hombre que derrotó a Atila en la batalla de Chalons. Fue liberado por la madre de Valentiniano III, segura de que no había nadie en toda Roma capaz de contener el avance huno.