jueves, 4 de mayo de 2006

Un Imperio, un idioma

Uno fácil, para empezar...

La verdad es que este post le “pegaría” más a José Sans, que es el verdadero especialista lingüístico de la blogosfera pero, quizás por aquello de que no está de más iniciarse en habilidades ajenas, me he animado con el lenguaje. Eso sí… juego con ventaja, porque he escogido unos “latinajos” que no me son ajenos del todo… ¿el resultado? pues cinco terminos castellanos que deben su existencia al antiguo idioma de la ciudad eterna, y los cinco relacionados, más o menos, con las legiones o las cohortes urbanas; Allá van…

Inmunidad / Inmune: ¡Que hermosa palabra!... sobre todo, si uno se la puede aplicar a sí mismo. Concretamente, el termino alude a la persona que se encuentra exenta de ciertas cargas y males, la mayoría de las veces penosas y desagradables. En el ejército romano de la época imperial, un tanto por ciento de los soldados rasos, los “miles”, eran “inmunes” es decir que en ningún caso realizaban las, quizás, tres tareas más penosas para un legia de aquellos días, a saber: reparar las fortificaciones, guardias nocturnas y, sobre todo, limpieza de letrinas. La justificación de esta inmunidad es la cualificacion de estos afortunados como trabajadores especializados; se suponía que la unidad no podía permitirse el lujo de perder tontamente de un zapatero, un armero o un veterinario a causa de un flechazo parto, así que se los rebajaba de servicio para evitar accidentes… entre el lógico cabreo de sus compañeros no especializados. Además el centurión velaba por ellos especialmente – más que nada por no llevarse la bronca de sus superiores – y se decía que quedaban in mune, es decir, bajo la mano o control del centurión.

Especular: Este es un término curioso. Desde los primeros tiempos del latín clásico, “specularis” hacía referencia a cualquier cosa relativa o relacionada con un espejo. Pero en la sociedad militar, pronto se empezó a llamar “speculatores” a cierto tipo de caballería ligera, utilizada fundamentalmente para la exploración y el descubrimiento de los jinetes enemigos que, lógicamente, se dedicaban a hacer exactamente lo mismo… es decir, buscaban a sus espejos. Esta delicada misión exigía rastrear, observar e interrogar para dar con la localización de sus adversarios, para completar su misión… Más o menos lo que hacemos nosotros cuando especulamos.

Explicar: Esta os va a gustar. En Roma, había ciertas unidades que tenían funciones de policía. Las posibilidades para un malhechor de delinquir en aquella época, eran poco más o menos las misma que ahora, con la salvedad de que no disponían de tanto ¿adelanto? técnico ni de internet. Por eso, al igual que ahora se intenta esconder la “mercancía” en los bolsillos o entre la ropa, en aquel entonces era normal que el ratero ocultara su puñal o el fruto de su “trabajo” en los pliegues – plicare - de la túnica. Cuando las Cohortes Urbanas detenían a alguien con aspecto sospechoso le ordenaban que se “ex – plicare”… vamos… que pusiera encima del capó todo lo que llevara encima; Y de ahí que explicar signifique lo que significa. Por cierto… por eso cuando simplificamos algo, le quitamos los pliegues…

Intervalo: Según la Real Academia de la lengua, se podría definir como el espacio o distancia que media entre dos momentos o entre dos puntos. Lo que está claro es que dicho término nace de la unión de dos latinajos, concretamente “Inter” o “dentro” y “vallum” o “empalizada”. Los enemigos de Roma, que no por ser bárbaros eran tontos, pronto se dieron cuenta de que una de las mejores opciones para atacar un campamento provisional romano era acercarse de noche, lanzar jabalinas o piedras por encima de la empalizada de troncos, confiar en que algún proyectil impactara en la tienda de algún grupo de legionarios y salir a la carrera. Los generales romanos, para evitarlo, ordenaron que nadie durmiera a menos de treinta metros de la cerca que delimitara el campamento, so pena de fuertes castigos. Y dicho espacio, que debía quedar libre de cualquier cosa, animal o persona, se denominó intervalum….

Meta: ¿Alguien se ha planteado porque acaba una carrera, cuando los corredores llegan a la meta…? ¿Sólo porque hay una pancarta encima? Pues no; durante las largas marchas a pie que realizaban las legiones en el curso de sus campañas y desplazamientos, cuando empezaba a caer la tarde, una cuadrilla de ingenieros y exploradores se adelantaba a sus compañeros de armas, para determinar si había en las proximidades algún lugar susceptible de acoger el campamento en el que pasarían la noche. Si tenían suerte y juzgaban el prado adecuado, lo señalaban con un mojón, un “meta” en latín. Por eso, cuando los esforzados legionarios doblaban el siguiente recodo del camino y divisaban a los “metatores” tranquilamente sentados en el suelo alrededor del hito, se les cambiaba la cara y, alborozados, celebraban que la hora del descanso por fín había llegado.

Un abrazo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Caboblanco:
es curioso como evolucionan las palabras y como llegan a tener significados tan diferentes dl motivo porque el que aparecieron.
En eso son expertos los políticos que consiguen darle a las palabras un sentido totalmente diferente del que tienen y convierten las promesas en simple anuncios para obtener votos.
El enlace al otro diario me parece genial. Je,je,je
Un abrazo
José

Anónimo dijo...

El Lenguaje me fascina,es el más "divino" de los inventos humanos.La Etimología es algo así como estudiar el árbol genealógico; y ya ves, hasta el término procede del Latín, que lo tomó del griego("etymos"verdadero y "logos"palabra).Del idioma del imperio hemos heredado el lenguaje jurídico y administrativo...( y aquí no me meto, no sea que "arme el tiberio" :)).
A las palabras que has seleccionado para tu artículo de hoy,añado una que me gusta especialmente: VINCULO, que en Latín, nombraba una parte del calzado, concretamente los cordones y que a pasado a significar unión o atadura de una persona o cosa a otra.
Como siempre, es un gusto pasarse por aquí.
Un abrazo

Anónimo dijo...

Quise escribir "ha pasado",ejem...

Anónimo dijo...

...Fuímos un país conquistado, romanizado, latinizado. Las historias que nos cuentan las palabras deberían servir para que se las tuviera más respeto. Los significados no obedecen a ningún capricho. Gracias por este interesantísimo post, Caboblanco...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

Llevas razón la palabra que más me gusta es explicare: declarar, expresar lo que uno piensa o siente con plena libertad, sin coacción de ningún tipo para mi gusto es la que a mi me va.Un abrazo Nina

Anónimo dijo...

Es muy curioso la evolucion de las palabras.Sobre todo me choca que algunas sean muy precisas y relacionadas con algo no muy cotidiano y aun asi se hallan convertido en palabras utilizadas diariamente y basicas en nuestro idioma.
Impresiona que siglos despues,todavia perdure,hasta en esta conversacion lo que ocurrio hace miles de años.
Es un placer visitar este blog.

Anónimo dijo...

Interesantisima entrada, espero que sea la primera de una serie..

Anónimo dijo...

Me sorprendió este cambio en el tema que es habitual en tu página, aunque en el fondo tenga un lazo de unión pues al explicar el significado de estas palabras acabamos por regresar a Roma.
Te felicito por este artículo y me gustaría que en algún otro momento volvieras a contarnos "la historia" de palabras tan interesantes como estas.
Un abrazo

Anazia dijo...

La etimología de las cosas es un tema que siempre me ha encantado, sobre todo cuando es de tan atrás en el tiempo.

Silvia dijo...

Es delicioso venir aquí y leerte, porque se aprende muchísimo.
A mí me ha gustado especialmente el origen de la palabra explicar. A tí se te da especialmente bien eso de mostrar lo que ocultan los pliegues de tu túnica.
Un abrazo

Portobello dijo...

Que hermoso:"Cuando explicamos algo le quitamos los pliegues". Me fascina de donde vienen las palabras, porqué razón existen y son, que las hizo nombrarlas, es nuestra historia, porque las palabras son nuestra vida, nuestro ser, es lo que hemos sido y somos. Me ha encantado, está bien introducir un poco de variedad en la manera de contar la historia.
Un abrazo