lunes, 28 de febrero de 2005

Pirro, el gran perdedor

Entre los militares más conocidos de la antigüedad destaca, sin duda alguna, la figura de Pirro, general griego que derrotó a las legiones romanas en varias ocasiones y que estuvo a punto de hacerse con la parte meridional de la península italiana, allá por el principio del siglo III A.C. Su aprendizaje lo llevó a cabo con el Rey macedonio Demetrio I Poliorcetes, y participó como soldado en la batalla de Ipsos, dentro de las huestes de Alejandro Magno. Cuando inició su reinado, en el año 295 A.C. se marcó como objetivo extender los límites de su reino hacia Macedonia pero como quiera que las cosas no le marcharan como debieran, pasó a fijar su atención en la península italiana.

En el año 281 A.C. atendiendo una petición de los tarentinos, sammitas y lucanos, todos ellos pueblos con los que Roma se encontraba en guerra, reclutó un fuerte ejercito en su reino Epiro y con la ayuda de otros territorios aliados de Grecia, se dirigió a Italia por mar, al mando de 25.000 hombres y 50 elefantes. Después de algunas escaramuzas victoriosas, se encontró con el grueso del ejército romano en la ciudad de Heraclea donde derrotó a varias legiones y unidades auxiliares de aliados latinos de Roma. Después pasó a Sicilia, de donde llegó a expulsar a los cartagineses. En el 279 A.C. libró otra gran batalla en Asculum en la que, a pesar de imponerse de nuevo, perdió muchos hombres y gran parte de sus oficiales. Cuando alguien se le acercó y le felicitó por su victoria, dijo “Otra victoria como esta, y tendré que regresar al Epiro”. En el 275 A.C. tuvo que hacer frente a un ejército combinado de dos cónsules romanos en Benevento donde logró un empate técnico, de nuevo a costa de fuertes pérdidas.

Pero a pesar de las victorias militares, su posición era cada vez más difícil porque perdía muchos hombres en todos los enfrentamientos y casi no le llegaban refuerzos de Grecia. Además sus aliados en Italia se mostraban cada vez más reticentes a apoyar su causa. Así, tras enterarse de que su reino estaba amenazado a causa de las luchas entre espartanos y macedonios, regresó a Epiro en el 272 AC, donde en el curso de unas batallas menores, al entrar en una ciudad conquistada, una mujer consiguió acertarle en la cabeza con una teja, y lo mató.

Pirro fue tan gran general, como mal estratega. Incapaz de aprovechar sus victorias para variar el curso de los acontecimientos, se mostró como un inútil a la hora de explotar el éxito de una sola de sus conquistas. Su huella histórica se reduce a la utilización por vez primera de elefantes en la península italiana y al acopio en su nombre de la expresión “Victoria Pirrica” que hace referencia al triunfo que se consigue a un precio excesivo.

PD: En la batalla de Heraclea, Pirro fue sistemáticamente atacado por soldados romanos que le identificaban a causa de su vistosa indumentaria. Éste se cambio de ropa con uno de sus generales, que murió poco después a causa de una lanzada. Por las filas Epirotas corrió la voz de que su gran líder había muerto y comenzó la desbandada general, así que Pirro tuvo que ponerse otra vez sus ropas e ir por todo el frente gritando que aún seguía con vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A ver si el Pirro era un poco pluma, pluma gay.
Lo más impresionante la punteria de la señora de la teja.