sábado, 4 de marzo de 2006

Místicos españoles

Cueva pastranera donde Juan de Yepes escribió parte de su obra...
El verdadero nombre de San Juan de la Cruz era Juan de Yepes. Nació un 24 de junio de 1542 en Fontiveros, un pequeño pueblo de la provincia de Ávila. Si las cosas hubieran transcurrido de otro modo, Juan podría haber llevado una vida tranquila, casi desahogada, gracias al rancio abolengo que adornaba a la familia de su padre, Gonzalo, pero éste contrarió los deseos de sus progenitores, se casó con una joven de nobleza “inferior” y fue desheredado, así que tuvo que ganarse la vida como un humilde tejedor de seda. A la muerte de Gonzalo, su esposa quedó en la miseria y tuvo que emigrar en busca de trabajo a Medina del Campo, donde matriculó a toda su prole en un colegio de niños pobres e intentó salir adelante trabajando como tejedora y vendedora de paños.

Juan quería contribuir a la deteriorada economía familiar e intentó aplicarse en el oficio materno pero, como al parecer ni siquiera era capaz de tejer correctamente un felpudo, empezó a trabajar como criado del director del hospital de Medina del Campo. Allí, trabajando en el servicio, pasó siete años, durante los cuales, dejo claro que distaba mucho de ser un joven “normal”: comía como un pajarillo, se atormentaba con interminables jornadas en las que apenas descansaba y empezó a solicitar a propósito los trabajos más duros y mortificadores… supongo que entre el delirio de sus compañeros que, gracias a la abnegación de Juanito (medía 1,49…) salían por la tarde con tiempo suficiente para ir al cine…

A los veintiún años, Juan tomó el hábito en el convento de los carmelitas de Medina del Campo, donde amplió su nombre por el mucho más cristiano y sonoro “Juan de San Matías”. Sus superiores, que ya estaban un poco hartos de sus habituales auto castigos, le dieron permiso para observar la regla original del Carmelo sin hacer uso de las mitigaciones o permisos para relajar su dureza, práctica común en la mayoría de los conventos, pero a cambio le obligaron a volver a las aulas para cursar estudios de teología, lo que a la larga le permitió ordenarse sacerdote.

En aquellos días, Santa Teresa - LEODEGUNDIA sabe bastante sobre ella... -andaba fundando conventos como una loca, concretamente de la rama reformada de las carmelitas. Cuando oyó hablar del hermano Juan, la santa corrió a entrevistarse con él; tan prendad quedó de la inaudita rectitud de sus comportamientos que le ofreció participar de su acción reformadora fundando dos conventos para hombres y propagando a los cuatro vientos las virtudes de su labor “modernizadora”… y Juan aceptó: con la ayuda de otros dos frailes, en pocos años se fundaron conventos en Pastrana, Alcalá de Henares, Mancera, Duruelo…; Y se aplicó con igual energía a la hora de inspirar a los nuevos hermanos ese espíritu de soledad, mortificación y debilidad que Juanito llevaba a gala y que le había servido para regir sus pasos; parece mentira que semejante “quemazón” pudiera convivir en su corazón y en su cabeza con ese torrente incontrolable de sensibilidad que llevaba dentro…

Pero, en tanto que el Demonio le atacaba con violentas tentaciones – o eso pensaba él -, el peligro más real que le atormentaba era las infinitas calumnias y acusaciones que empezaron a perseguirle. Entre que la reforma cada vez despertaba menos simpatías y que en aquellos días, el impacto económico de la fundación de un convento en una determinada plaza, era enorme, fundación tras fundación, Juan de la Cruz se iba dejando numerosos enemigos en el camino; y estos intentaban ridiculizarle a la menor ocasión: Un día incluso una hermosa mujer le tentó descaradamente, pero Juan consiguió hacerla comprender que la estaban utilizando. Fruto de su estado de desolación interior y sufrimiento espiritual es "La Noche Oscura del Alma", uno de los textos que mejor ha poetizado la desesperación de un ser humano.

Entretanto y por si ya había pocas dificultades, los Carmelitas “normales” y los “relajados o rebajados de servicio”, estaban prácticamente a tortas. Al provincial de la orden no le hacía ninguna gracia que a Juan – ya Juan de la Cruz - se le empezara a tomar por santo en muchas ciudades y pueblos de Ávila, y envió a un grupo de hombres armados que le prendieron y le trasladaron a Toledo. Al constatar que Juan no tenía intención de pasar a un segundo plano, le encerraron en una celda y le maltrataron terriblemente. Una noche, la virgen se le apareció y le mostró una ventana que daba sobre el Tajo: "Por ahí saldrás y yo te ayudaré."; Y se supone que así escapó.

El santo se dirigió primero al convento reformado de Beas de Segura y después pasó a una ermita cercana a Monte Calvario. En 1579, fue nombrado superior del colegio de Baeza y, en 1581, fue elegido superior de Los Mártires, en las cercanías de Granada. Y quizás, harto de tanto politiqueo, apenas participó en las negociaciones y sucesos que culminaron con el establecimiento de la provincia separada de Los Descalzos, en 1580. En cambio, se consagró a escribir las obras que han hecho de él un doctor de teología mística en la Iglesia y a lo que más le gustaba… dormir dos o tres horas, pasar el resto de la noche orando y encauzar a través de un papel todo lo que era capaz de sentir.

Sus últimos años fueron absolutamente innobles; sus enemigos consiguieron mandarlo a un remoto convento de la Peñuela y allí paso Juan algún mes entregado a la meditación y la oración en las montañas, "...porque tengo menos materia de confesión cuando estoy entre las peñas que cuando estoy entre los hombres." Y ni en aquel entonces se le dejó en paz: se siguieron pronunciando graves acusaciones contra él e incluso los pocos frailes con los que conservaba cierta amistad llegaron a quemar sus cartas para no caer en desgracia. En medio de esa tempestad de odio cayó enfermo… y un mal nacido le obligó a afrontar un penosísimo viaje cuando apenas podía mantenerse en pie. La fatiga del viaje empeoró su estado y le hizo sufrir mucho. Con gran paciencia, se sometió a varias operaciones. Ese cabr… de superior le trató inhumanamente, prohibió a los frailes que le visitasen, cambió al enfermero porque le atendía con cariño, sólo le permitía comer los alimentos ordinarios y ni siquiera le daba los que le enviaban algunas personas de fuera.

Después de tres meses de sufrir lo indecible, Juan falleció el 14 de diciembre de 1591.

No soy un entendido en temas de poesía pero, en cuanto a sentimientos, he hecho mis pinitos como cualquier ser humano; y me gusta que lo que leo no me deje indiferente. Con Juan de la Cruz eso es imposible… He buceado algo en su obra, intentando buscar un verso que destaque sobre otro, un momento lúcido que brillé sobre los demás, pero no he podido. Cada línea, cada palabra de este ser humano es un provocación al alma y no creo que nadie haya hablado del sufrimiento con tanta hermosura…

Estando ausente de ti
¿qué vida puedo tener
sino muerte padecerla
mayor que nunca vi?
Lástima tengo de mí
pues de suerte persevero
que muero porque no muero.

16 comentarios:

Leodegundia dijo...

Como tú bien dices, es difícil encontrar un verso que destaque sobre otro y como comentario te dejo este:

En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veía
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía,
sino la que en el corazón ardía.

Un abrazo

Anónimo dijo...

...Y qué poco nos jactamos de contar con escritores así, que dan a la literatura de la introspección un nivel de categoría. Lo espiritual siempre pasó por malas épocas, pero ahora tampoco está de moda...
SALUDANDO:
LeeTamargo.-

Luis Caboblanco dijo...

Pues sí Lee, España tiene literatura y escritores en general, de magnífica calidad aunque a mi modo de ver actualmente se nota una pequeña crisis ¿literatura de metro? puede ser... no seré yo quien diga que hay que ir en la estación de atocha leyendo a San Juan de la Cruz, digo que al menos, hay que darse el gustazo de haber leído unas líneas suyas alguna vez.

Anónimo dijo...

Entre Leo y tú me están haciendo un gran favor porque aprendo mucho de ustedes. Me gusta que se complementen... Aunque ya no sé si es de manera intencional o no, me confunden! jajaja.
Saludos!

Anónimo dijo...

Uno de los más grandes poetas del siglo de oro, personaje singular, que forma buena pareja con Teresa, y cuyos poemas alcanzan un misticismo universal y sublime.
Bicos.

Anónimo dijo...

Los mismticos españoles son unos grandes olvidados, al menos a mi alrededor y merecen un reencuentro. ¡Gracias!

Anónimo dijo...

Realmente son hermosos esos versos, me ha gustado leerte caboblanco.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Fragmentos de Glosa de el mismo

...Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada....

...Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
quando más ciego va siendo
que tiene al alma rendida
sin luz y ascuras viviendo...


Un saludo

Mayte dijo...

Es curioso como la vida de dos personas puede tropezar y coincidir en muchos sentidos...tal como Leo y tú coinciden en los temas que eligen y que comparten a su manera cada uno con nosotros dos personajes en una misma época, estupendo.

Un bikiño.

almena dijo...

Estuve en Pastrana, en la cueva donde él estuvo y donde escribió muchos de los hermosos versos que integran su poesía mística. Se siente algo especial allí... o quizá era sugestión...

besos!

Anazia dijo...

Sus principios me recuerdan mucho a San Francisco de Asís, que tan pobre fue, como quiso ser.

Realmente bonita poesía. Gracias por iliustrarnos.

Laussel dijo...

has coronado este relato con un bello poema ...

maravilloso y extraño a la vez

saludos ,
Caro .

Anónimo dijo...

Sigo con otro poema :

EL PASTORCICO

Un pastorcico solo está penando
Ajeno de placer y de contento
Y en su pastora puesto el pensamiento
Y el pecho del amor muy lastimado.

No llora por haberle amor llagado
Que no le pena verse así afligido
Aunque en el corazón está herido
Mas llora por pensar que está olvidado.

Que sólo de pensar que está olvidado
De su bella pastora con gran pena
Se deja maltratar en tierra ajena
El pecho del amor muy lastimado.

Y dice el pastorcico: "¡Ay desdichado
De aquel que de mi amor ha hecho ausencia
Y no quiere gozar la mi presencia
Y el pecho por su amor muy lastimado!"

Y al cabo de un gran rato se ha encumbrado
Sobre un árbol do abrió sus brazos bellos
Y muerto se ha quedado asido de ellos
Del pecho del amor muy lastimado.

Raúl dijo...

Gracias a Leo y a ti, por este par de artículos que nos muestran tanto de los místicos españoles. Eran gente especial, que desde su forma de ver el mundo, buscaban intensamente a Dios. A la belleza.

Saludos,

Anónimo dijo...

Es de suponer que siendo santos, estarán en su cielo disfrutando de lo que aquí en la tierra tal vez no disfrutaron; ¿o sí que disfrutaron?
¡Yo que se!

Un saludo

Lunarroja dijo...

Tienes razón Caboblanco. Es imposible leer algo de este hombre y quedarse indiferente.
Yo he estado en esa cueva y también parece mentira que ese lugar se convirtiera en el hogar de su inspiración...