domingo, 7 de mayo de 2006

Deudas

Memorial en "Omaha"...

Todo el mundo le debe algo a alguien. La vida, en su inagotable devenir, se las arregla para tejer una impenetrable telaraña de relaciones personales de las que nadie puede escapar. Por eso, independientemente del lugar que ocupemos en el escalafón familiar, laboral o social, todos nosotros nos convertimos en deudores y acreedores de nuestros semejantes desde el momento de nuestro nacimiento hasta el de nuestro deceso. Es más, la mayoría de las ocasiones en que adoptamos una de estas dos condiciones, ni lo hacemos voluntariamente, ni nos damos cuenta de ello. Son nuestras decisiones, y las de aquellos que nos rodean, las que crean las condiciones para que acabemos haciendo de lo uno y de lo otro. En ocasiones, además, nuestro desmedido ego y nuestra soberbia determinan que seamos incapaces de reconocer que nos han ayudado para tal o cual cosa, o que el resultado de algún acontecimiento hubiera sido radicalmente distinto de haberlo afrontado solos. Pues bien, esta “habilidad” que adorna a buena parte de nosotros mismos y a la totalidad de los franceses, es mucho más difícil de ejercer cuando se conoce a aquellos con los que estamos en deuda… me explico: si pedimos dinero prestado al vecino para, por ejemplo, adquirir un vehículo y no lo devolvemos, a cualquier bien nacido se le aparecerá regularmente en sueños una imagen que nos martirizará hasta que cancelemos la deuda. Si, sin embargo, adquirimos nuestro coche con una ayuda estatal y nos “olvidamos” de pagarlo, parece que no pasa nada, que es el Estado omnipotente el que sufre el desfalco y no ninguno de nuestro conciudadanos, así que seguramente dormiremos de un tirón a pesar de que hayamos estafado la centésima parte de un céntimo a cada uno de los contribuyentes, que también podrían ser vecinos y hermanos. Pues bien, esto, a mí me enerva…

Al oeste de Virginia, Estados Unidos, hay una pequeña aldea de unos dos mil habitantes llamada Bedford. Era un pueblo tranquilo, que vivía gracias al cultivo del maíz y la remolacha y a algunas ayudas gubernamentales que habían dado, por ejemplo, para levantar una escuela más grande, un dispensario médico y para asfaltar las últimas millas de la única carretera que llegaba hasta allí. La gente de Bedford era recia y sufrida pero también animosa, y muy consciente del valor de todo aquello que se consigue duramente. Quizá por ello, cuando llegó el reclutador del Ejército de los Estados Unidos a ver cuántos jóvenes había dispuestos a participar en un conflicto que posiblemente les obligaría a luchar en los campos de batalla de Europa, muchos de ellos respondieron a la llamada del Tío Sam. La flor y nata de la juventud de Bedford, unos cuarenta jóvenes, dejaron temporalmente los campos de labranza para partir a un destino incierto. No sabría deciros si lo hicieron en medio de risas o de llantos, si salieron en un ambiente de tranquilidad o por el contrario en uno de honda preocupación. Lo que sí puedo deciros es que lo hicieron voluntariamente.

Dos años más tarde, la mañana del 6 de Junio de 1944, una multitud de embarcaciones de todo porte se dirigían a las playas de Normadía con la intención de acabar con el nazismo. En vanguardia, cientos de lanchones de desembarco que transportaban a la mayoría de la infantería de las cinco divisiones aliadas que iban a desembarcar en el continente. A la 29ª División de infantería le cayó en suerte “Omaha”, seguramente la playa que ofrecía más dificultades para efectuar un desembarco anfibio. Y para complicar aún más las cosas, los planificadores aliados habían pasado por alto a la muy experimentada 352ª División alemana, que había permanecido oculta cerca de la costa. A los soldados se les había dicho que encontrarían “poca resistencia… procedente sobre todo de tropas de 3ª categoría”. En el centro de la 29ª, el 116º Regimiento de infantería y, formando parte de la primera oleada, la Compañía A, que encuadraba, extrañamente, a 37 muchachos de una misma ciudad, Bedford. Las lanchas se van acercando a la playa…

Los siguientes cinco minutos dan para mucho o para nada, según se mire. Hay muchas maneras de contar la muerte de un hombre e infinitas de adornarlo, hablando de valor, emociones, hazañas, dolor, sangre y sufrimiento; lo que realmente diferencia la muerte de un semejante es su propósito. Resumiendo, lo que ocurrió es que la casualidad quiso que uno de los lanchones tocara la playa justo enfrente de una ametralladora alemana. Al abrir el portón, docenas de balas segaron la vida de todos aquellos que se preparaban para desembarcar. Ni uno solo consiguió alcanzar la costa. Otra lancha embarrancó a unos treinta metros y su capitán, presa del pánico, obligo a los soldados a saltar por la borda. Los nervios, el peso de los equipos, la distancia a la playa y la acción de la artillería alemana motivaron que buena parte de ellos no consiguiera salir del agua. Una tercera embarcación desembarcó más limpiamente y acertó a dejar su “cargamento” en “Omaha” pero cuando los componentes de la Compañía A atravesaban a toda velocidad los obstáculos que Rommel había colocado para ralentizar el avance aliado, un proyectil de gran calibre cayó justo en medio de ellos produciendo un amasijo de carne del que pocos escaparon. El resultado… 33 ciudadanos de Bedford muertos en cinco minutos. Para hacerlos una idea, es como si el 11 – M en Madrid hubiera dejado 45.000 muertos...

“Volvería a hacerlo, sin duda”. A los 84 años, Roy Stevens sigue teniendo las cosas igual de claras que aquel 6 de Junio. Roy sobrevivió porque se golpeó la cabeza y el sargento de su pelotón le mantuvo a flote hasta que lo rescataron. Irónicamente, eso le impidió correr hasta la playa, lo que le salvó la vida. Y también le impidió ver a su hermano, antes de que la bala de un francotirador le atravesase el corazón. Pero ni siquiera estos recuerdos aciertan a golpear las profundas convicciones de Roy... "Tengo la certeza de que la II guerra mundial era una causa justa (...) Mis hermanos querían hacer lo que hicieron. Mis padres nunca se quejaron" Y sigue "...Valió la pena. Había que preservar la libertad"

Y acaba, a mi juicio, dando en el clavo "...En el fondo soy un privilegiado. Participé en la última guerra en la que había claridad moral, en la que desde Eisenhower hasta el último de los soldados sabía perfectamente para qué luchaba (...) hoy en día las guerras son algo mucho más sucio y más túrbio"

Todos le debemos algo a alguien.

20 comentarios:

Anónimo dijo...

...La historia se abre paso adelante, aunque nada hay que valga el precio de una vida humana, mucho menos una guerra. ¿Aprenderemos?...
SALUDANDO: LeeTamargo.-

Anónimo dijo...

Se puede decir más alto, pero no más claro. Ninguno de nosotros se ha levantado a pulso. Hemos llegado porque alguien se ha agachado para ayudarnos. Pero solemos aprovechar mal el impulso.Y no sólo no hay claridad moral, sino que todo el sistéma ético ( sistema inmunológico de la sociedad que aspire a ser verdaderamente libre) está devaluandose a todos los niveles.

Un abrazo,tu artículo de hoy es especialmente lúcido.

Luis Caboblanco dijo...

No, no aprenderemos Lee. La violencia es algo cosustancial a la condición humana, y la guerra solo es una forma de manifestarla; lo mismo que el concepto de "guerra justa" intenta manifestar la busqueda de la justicia de esa moneda de dos caras que llamamos humanidad.

A mi me interesan las guerras y los enfrentamientos por eso mismo, por lo que reflejan de nuestra condición, y porque representan la incapacidad del hombre para aprender de errores pasados y para luchar contra sí mismo. Humildemente, recomiendo a todo el mundo que lea algo sobre aquellos días, y no necesariamente el "El día D" de STEPHEN AMBROSE. No se trataría tanto de saber si tal o cual bombardero atacó o dejo de hacerlo, ni los nombres de los Generales que comandaron las tropas en conflicto. El lector que lea el libro sin condicionantes previos y supere, el que la tenga, lo lógica fobia de muchos a la lectura de fenómenos bélicos, llegara a sentir las sensaciones y los miedos, y lo que experimentó la, quizás, última generación de nosotros mismos que luchó por un noble fin. Y podrá comprobar lo, afortundamente, lejos que estamos de aquellos días de odio y totalitarismo y, desgraciadamente, los corazones tan repletos de justicia y libertad que quedaron desgarrados en aquellas playas. Tambien puede que estemos lejos de estos últimos. Lástima.

Anónimo dijo...

Las guerras son la maxima expresión de la estupidez humana y seguimos sin aprender...

Anónimo dijo...

Me ha encantado tu disertación sobre la guerra, quien no te conozca parece que la deseas y es al contrario intentas hacernos ver lo malo del tema, pero tienes que convencer a mucha gente y ahí está la dificultad. Las guerras son malas,todas tienen un lider ambicioso que piensa más en el poder que en sus gentes. Todas las guerras son malas no así el que las describe. muy buen tema Cabo Un abrazo Nina

Anazia dijo...

NO me gusta tener deudas, ni tampoco que me las deban, pero es como dices, inevitable.

Si no le debes el nacimiento a tu madre, le debes 1 € a tu hermana... y así hasta deberle la vida a la muerte.

¡Qué complicado es realmente todo! ¡Y cómo lo hacemos tan sencillo?

Anónimo dijo...

Todos, no cabe duda. Un saludo Caboblanco;) este post me ha gustado especialmente, da que pensar

Anónimo dijo...

Muy interesante este blog, merece la pena leerlo, soy un poco ignorante del tema y cero q por eso mismo me siento más motivada a leerlo. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Creo que desde el primer momento que abrimos los ojos en este mundo debemos algo a alguien (o a muchos).Incluso a gente muerta hace siglos.Ese es el motivo de que me guste la historia.
En cuanto a las guerras,imagino que es algo que va ligado al hombre como muchas otras cosas que no nos gustan.
No creo que ningun pais quiera ir a una guerra gratuitamente por amor a la misma.
Triste pero...
Saludos

Mayte dijo...

Las guerras son el invento del hombre más desastrozo nunca visto. Ojalá aprendamos un día que la vida de un ser humano, no tiene precio ni justificación de ser arrancada.

La relefexión de este hombre es un atenuante, pero nunca justificable ante la connotación que llevan las consecuencias de una guerra. Sin embargo cada uno es dueño de su vida y somos los unicos que respondemos por nuestros actos, para bien o para mal.

Excelente Cabo...mil bikos.

Turulato dijo...

¡Magnífico don Luís!.
Enhorabuena Nina.

Turulato dijo...

No, no me he dejado nada. Lo hago a propósito.
He estado tentado de no añadir cosa alguna, pues en el artículo está lo que voy a repetir.
En "nuestro momento", muchas personas tienen por regla imperativa que determinado acontecimiento es contrario a la moral y a la dignidad humana, y que por ello no existe justificación alguna a su "existencia".

En consecuencia, ninguna persona, ní estado u organización internacional, puede emplear la fuerza -la acción de guerra- contra otra.
Repasen la Historia. Ciertamente se habrían evitado grandes crímenes, individuales y colectivos, pero también se habrían tolerado y producido muchos otros, igual o más terribles.

Es muy fácil teorizar. Es muy fácil ser pacifista cuando no te sientes amenazado.
Pero, ¿y sí una persona, o un conjunto de ellas, es agredida poniendo en peligro uno a varios de sus Derechos Fundamentales?.
¿El único Valor es la Vida?. Es el Valor Primario, si, pues sin él no se ejercen los demás; pero no es el único Derecho Humano ní Fundamental.
Garantizar la Vida nos permite "durar", pero no vivir con la dignidad que es exigible al Ser Humano.

Creo que de nuevo estamos ante una Paradoja de Carnéades. (De entrada la guerra ni es buena ní mala, ní moral ní inmoral o amoral,.., por la simple razón de que todas esas calificaciones son privativas de la personalidad humana, cualidades propias del ejercicio de nuestro pensamiento y de nuestra "psique".
Una piedra, un garrote, un puñal, una pistola, un león cazador,.., una guerra, son, exclusivamente, lo que son.
Minerales, leños, cacho hierros, animales y sucesos. Nada más. Sólo el Hombre es calificable éticamente.
La exactitud semántica es inexcusable.).
Volvamos a la paradoja; aquí no tratamos de la Guerra sino de la Dignidad y de los Ideales.
Ya lo estableció el brocardo: "Dulce et decorum est pro patria morit".

Silvia dijo...

Cabo, yo me siento en deuda contigo por todo lo que aprendo cada vez que visito tu bitácora.
Gracias!
Un saludo

Raúl dijo...

Excelente post. Nunca deberíamos olvidar que estamos aquí gracias al esfuerzo, trabajo y sueños de otros...

Ojalá nunca más hubiera guerras. Aunque admiro profundamente a quienes dan su vida por su pueblo, me duele mucho que algunos tengan que dar su vida por los inhtereses personales de algunos gobernantes....

Saludos,

Saludos,

Juan Antonio del Pino dijo...

Dicen de Newton que decía que él era sólo un enano aupado en hombros de gigantes.
Somos el resultado de muchas generaciones, una encima de otra.
No hay que olvidarlo.

La Segunda Guerra Mundial pudo tener caracteres de guerra justa, en donde se enfrentaron los ideales de la Libertad frente a los Totalitarismos. Sin embargo, la brutalidad de muchas acciones (no ya de caracter individual, sino premeditadas por los Altos Mandos)me sigue pareciendo odiosa.

Anónimo dijo...

Las guerras sean por el motivo que sean, todas son malas. El dicho "Dos no pelean si uno no quiere" es bastante real, claro que habría que matizarlo. Bedford, podría ser uno de los muchos pueblos españoles que en nuestra guerra civil combatieron ¿contra quién? Hermanos contra hermanos, padres contra hijos, hijos... Deseo de corazón que no haya más guerras, y que hablando podamos llegar a enterdernos sin necesidad de matarnos unos a otros.
Un saludo

Anónimo dijo...

La guerra es mala siempre...pero coincido contigo que las de ahora no son más que un sucio y turbio negocio. Las vidas perdidas durante la IIª Guerra Mundial quizá tuvieran sentido...pero las vidas segadas hoy en día...tendrán tambien el mismo recuerdo los supervivientes..yo creo que no.
Un abrazo.
Adrià Urpí

Turulato dijo...

Abusando de la confianza de nuestro anfitrión, desearía plantear una cuestión, derivada de mi comentario anterior.
Leo que bastantes comentaristas opinan que "las guerras son malas"; ya expliqué que una guerra -un acontecimiento en la historia-, o un arma -un pedazo de metal-, no son ní malas ní buenas -pues el bien y el mal son conceptos privativos de la conciencia humana y aplicables sólo a sus presupuestos y consecuencias.

¿No será que existe una mentalidad que no quiere reconocer.. al "malo" que todos llevamos dentro?.
Me da la sensación que cuando calificamos como mala a la guerra, o a un arma, es como sí estuviesemos diciendo, más a uno mismo que a los otros: "No, yo no soy malo, ní odioso, ní capaz de matar; soy inocente, pues la maldad sólo está en la guerra. No soy culpable. No soy responsable".
Es el mismo sentimiento de "barrido" de conciencias que se dió en parte de la sociedad alemana tras la Segunda Guerra Mundial y que se vive en Vascongadas.. "Los malos son los otros; yo callo, agacho la cabeza y tolero. Y, sí es preciso, abandono a su suerte.. Soy inocente, pues no me culpo".

No; por experiencia te digo lector que eres -soy-, no ya capaz de matar, sino un ser pleno de brutalidad y capaz de cualquier atrocidad.
Sólo es preciso que se den las circunstancias adecuadas.
¿Soy un pesimista patológico?. Otra vez..., el malo es el otro. ¡Ójala fuera como piensas!. Pero no.
Por eso es inexcusable, tanto calificar con precisión extrema, como aceptar como somos.
Sólo desde ese momento seremos capaces de plantear la guerra más dura, aquella que tenemos que librar contra nosotros mismos, contra la miseria moral y bestialidad que llevamos dentro.
Y esa "guerra".. ¿se está perdiendo o el Hombre va ganando?......

Luis Caboblanco dijo...

Mientras haya hombres, habrá guerras. La violencia es consustancial al genero homo, y el enfrentamiento armado, solo una de sus manifestaciones. El hombre, animal inteligente o, al menos, no tan tonto como pueda parecer, sabe perfectamente que la guerra está mal... todos tenemos una lucecita dentro que nos lo advierte a cada instante... unos la llaman Derecho Natural, otros razón y otros Alá. Pero contra esa convicción compiten el odio, el poder y la ambición, adversarios demasiados poderosos como para que todos podamos hacerlos frente. Y hay guerras. Y la gente muere.

En un determinado momento surgió el Derecho Internacional, con sus libertades, sus tratados y sus algarazas pero la gente se seguía muriendo a discrección, supongo que porque el que hace la Ley no la necesita porque la observa y el que no la cumple, tres coj... le importa. Así que tuvo que inventar un concepto nuevo, "el de guerra justa", el único que se ha rebelado medianamente eficaz para impedir algunos de las cientos de desmanes que en el mundo han sido. El problema es que el concepto ha quedado desvirtuado gracias a que Estado Unidos lo ha modificado hasta llevarlo al terreno de la "intervención preventiva" y, en el otro extremo, la siempre muy pulcra Europa lo practica como "sanciones internacionales"... ¿Dejaron de calentar a los bosnios gracias a esas sanciones? no, dejaron de hacerlo porque los F-18 españoles les reventaban los tanques a cuatro malnacidos. Y os aseguro que no será tan malo cuando un servidor, que ha estado en Mostar hace 3 semanas, se ha cansado de ir saludando por la calle a diestro y siniestro y no ha pagado varios cafes, simplemente, porque llevaba una camiseta con nuestra bandera mientras paseaba... y no será tan malo cuando hasta la Iglesia Católica acepta esa "guerra santa", incluso en alguna de sus encíclicas. Si esos tanques se hubieran reventado unos meses antes, A Mostar no le rodearía el cementerio que le rodea... y que te destroza cuando lo ves, os lo aseguro...

Evitemos las circunstancias que dan lugar a la guerra, incluso por medio de la fuerza si es preciso - Willy brand, alguien nada sospechoso de ser un belicista.

Un abrazo

Leodegundia dijo...

El tema de la guerra siempre es complicado pues la primera reacción de todos es que la guerra es mala, pero pregunto yo ¿es siempre evitable? y contesto que no, hay momentos que aunque nadie quiera una guerra por la brutalidd que conlleva, se producen situaciones que la hacen inevitable.
¿Qué podría hacerse para que una guerra nunca más fuera necesaria? pues que el comportamiento del género humano cambiara y me temo que esto no sucederá y que desgraciadamente habrá guerras para mucho tiempo más.
Un abrazo