viernes, 19 de septiembre de 2008

¡Qué salao, este Churchill!


Que Winston Churchill es una de las personalidades más brillantes del siglo XX es algo que, espero, esté fuera de toda duda... Personaje de lo más polifacético, fotógrafo ocasional, corresponsal de guerra, soldado, inventor aficionado, periodista, político... Apenas se puede encontrar alguna disciplina en la que este conservador entre los conservadores no haya dejado alguna perla. Su gran inteligencia, su preclara forma de entender cualquier problema y su dicción clara, resuelta y emotiva le dio, además, para “afanar” el premio Nobel de literatura en 1953, concedido a resultas del conjunto de sus trabajos - como gran contribución al desarrollo del ensayo y el artículo periodístico – y, sobre todo a sus discursos e intervenciones parlamentarias, salpicadas las más de las veces por unas saboreadas gotas de humor negro... como estas:

En una ocasión, conminaron a Churchill a que, ya que había faltado uno de los oradores, alargara su discurso hasta las dos horas, para cubrir el tiempo sobrante. Él respondió... “¡No hay problema! Solo tardo diez minutos en escribir un discurso de dos horas... en preparar uno de diez minutos es cuando hubiera tardado un par de ellas”

Cuando Churchill cumplió 80 años, un periodista de 29 fue a fotografiarlo y le dijo: ”Sir Winston, espero fotografiarlo nuevamente cuando usted cumpla 90” a lo que Chuchill respondió... "¿Por qué no chico?... pareces bastante saludable".

En una ocasión, el gran dramaturgo y enemigo personal de Winston, Bernard Shaw, invitó al político a la primera representación de una de sus obras con el siguiente telegrama: “Tengo el honor de invitar al digno primer ministro al estreno de mi obra. Venga y traiga un amigo... si es que lo tiene”. La respuesta de Churchill a Bernard Shaw fue… “Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación. Infelizmente no podré concurrir a la primera presentación por un compromiso previo. Iré a la segunda... si es que la hay”

Al acabar la segunda guerra mundial, homenajeaban a Montgomery ciertos embajadores de países liberados por los aliados y “Monty”, con su legendaria soberbia dijo... “No fumo, no bebo, no prevarico y gracias a eso, soy un héroe”. Churchill, frunció el ceño, estalló a reir y dijo... “Yo fumo, bebo todo lo que puedo, prevarico... y a pesar de eso, soy su jefe”

Un día, en el parlamento, en el turno de respuestas, una diputada se puso especialmente airada frente a la decisión de Churchill de retirarle la palabra y exclamó: “Sr. Ministro, si vuestra excelencia fuera mi marido, pondría veneno en su café”. Winston, con mucha calma, se quitó los lentes, y le respondió “Si yo fuese su marido, me tomaba ese café”

En una reunión con Stalinal que Churchill odiaba casi tanto como al mismo Hitler – el ruso, con la guerra ya ganada, fanfarroneaba sobre el esfuerzo soviético en la contienda y, para desmerecer al resto de los aliados, dijo: “Ay, ingleses... ¡Cuántas veces os habrá salvado la insularidad de resultar invadidos!”. Winston, con cara de póker, le replicó... “las mismas que a ustedes su puñetero clima”
Churchill tampoco comulgaba con el estilo pedante de Charles de Gaulle y, discutiendo con él sobre cierta operación militar, el francés notó cómo Churchill hacía demasiado hincapié en los costes y en que a la larga no iba a resultar mínimamente rentable. Esto acabó agotando los nervios del francés, quien dijo: “Los Ingleses solamente pelean por el dinero... Deberían aprender de los franceses, que luchamos por el honor y la dignidad". Sir Winston replicó, con buen tono: “Bueno, cada quien pelea por lo que le hace falta”

2 comentarios:

Turulato dijo...

Leyendo tu artículo, ¡cuanto y cómo hecho de menos hoy el humor.., en la gente dedicada a lo público!. Y en nuestro comportamiento.

Anónimo dijo...

Muy bueno el blog y la entrada, con tu permiso lo enlazo al mío ya mismo.

Saludos