martes, 23 de septiembre de 2008

Recuerdos de un soldado

Hay palabras que – afortunadamente ¿o no...? – no admiten ninguna matización; Nazi es una de ellas. A mí, de pequeño, me acostumbraron a llamar a las cosas por su nombre, pero también, a asegurarme de que ese nombre estaba bien puesto y que quería decir exactamente lo que yo creía. Por eso me gusta profundizar, tanto con las ideas, como con las personas... Para ello, no hay mejor camino que leer los pensamientos que nos han legado, tanto más si, como es el caso, se trata de gente en la que se puede atisbar un cierto grado de inteligencia y sinceridad. A resultas de todo ello, me gasté 24 € en esto:


Se trata de la biografía o los pensamientos – durante el libro se confunden frecuentemente lo uno y lo otro – de Heinz Guderian que, en contra de lo que su nombre pueda hacer pensar, no inventó la mayonesa sino que fue, de largo, uno de los mejores generales alemanes durante la segunda guerra mundial y uno de los más importantes teóricos en el uso del carro de combate. No merece la pena entrar a enumerar los logros o virtudes de este alemán porque, entre otras cosas, están disponibles en cientos de enlaces en Internet. Para situarse basta con saber tres cosas: 1) A priori, se le puede catalogar de nazi convencido, 2) Se trata de un persona entremadamente inteligente y 3) No usa el libro para justificar absolutamente nada... ¿Por qué?

Pues porque nada absolutamente tiene que justificar; me explicó... El que su ascensión se produjera paralela a la de Hitler y, sobre todo, una vez convertido este en caudillo de Alemania y el que compartiera una cierta sensación de que a su país “... se le debía algo” tras los tratados que dieron fin a la primera guerra mundial, no nos permite, a la luz de los hechos y de la lectura de lo por él escrito, catalogarlo de nazi sin más. Heinz fue un soldado que cumplió órdenes en el más estricto sentido de la palabra y que unió el destino de su país al suyo cediéndole la más poderosa arma que tenía disponible: su extraordinaria capacidad intelectual y de mando. Fuera de todo ello, Heinz no realizó nunca ninguna acción o demérito que él, militar prusiano de los pies a la cabeza, entendiera que estaba más allá de sus atribuciones como soldado. Gracias a ello, muchos miles y miles de rusos que cayeron prisioneros durante el avance del grupo de ejércitos que mandó le deben, en el sentido literal de la palabra, la vida...

Veréis... poco después de comenzar las hostilidades con la rusa soviética, el OKW, una especie de estado mayor paralelo de Hitler donde se refugiaban gentes de indigno pelaje y proceder, publicó una orden de obligado cumplimiento sobre el trato que debía darse a los prisioneros de guerra y a la población civil. Básicamente, la orden establecía la no obligación de utilizar el Código de Justicia militar a la hora de valorar los incidentes en que aquellos se vieran involucrados sino, llanamente, dejar la sanción al arbitrio del superior jerárquico... básicamente, dar manga ancha para hacer lo que se le antojara. Es natural que, al poco de divulgarse la orden, empezaran las ejecuciones masivas, juicios sumarísimos y fosas comunes. Heinz devolvió la orden, la calificó de deshonrosa y proclamó solemnemente que su grupo de ejércitos se regiría, únicamente, por el Código Militar alemán. Durante los meses y años que seguirían Guderian impidió fusilamientos día sí y día también, permitió el éxodo hacía los Urales de civiles, mujeres y niños y empleó la fuerza estrictamente necesaría para cumplir los objetivos de Alemania... de Hitler... a pesar de las infinitas peloteras que tenían ambos.

Ni me atrevo a calificar el ataque de bemoles que es necesario para proceder de este modo, ni la cara que se le quedaría a Hitler cuando se enteró de la negativa de uno se sus más queridos generales. El caso es que Guderían puede que compartiera varios objetivos con el partido Nazi como la idea de que la nación pangermánica englobaba también a Austria o Chequia pero no comulgó con ninguno de sus procederes, ni permitió que se hicieran barbaridades en aquellas unidades que estaban bajo su mando.

Heinz Guderían acabaría prisionero de los aliados al final de la guerra. Durante su cautiverio, se esperó un par de años a que los rusos lograran encontrar pruebas de delitos de lesa humanidad pero, vista la imposibilidad de ello, fue puesto en libertad sin cargos y rehabilitado para el servicio en 1948; la sentencia de Nuremberg cita textualmente “...que es imposible encontrar en Guderian otra pauta de conducta que no sea la de un soldado profesional”.

Poco antes de su muerte, en 1954, publicó el mencionado libro. Apenas se venderá... Es muy militarista, algo tostón, muy germánico en sus convicciones y está traducido de forma infame. Ahora bien, es curiosísima la sensación que te deja el leerlo: A las 10 páginas te olvidas de que tienes en las manos la biografía de un general nazi... Esto, junto al hecho de estar frente a un hombre excepcional – en lo bueno y en lo malo - y el que en ningún momento se le ocurre, ni pedir disculpas ni echarse flores de forma gratuita, hace que si alguien se quiere acercar a lo que se le pasa a un soldado por la cabeza, a un buen soldado, tenga ahora la oportunidad.

11 comentarios:

Turulato dijo...

Por intentar reforzar la idea que, creo, subyace en tu artículo, me permito añadir lo siguiente:
* Durante mis años de oficial utilicé, como guía para preparar la instrucción de mi unidad, un librito, de humilde edición, del teniente coronel Erwin Rommel, titulado "Ejercicos tácticos de sección y compañía de infantería", que demuestra el excelente sentido del oficio que tenía el autor. Muchos años más tarde, ya profesor en la República Federal Alemana, volví a utilizar alguno de los conceptos que explicaba el autor, pues se mantenían vigentes y así siguen.
* En cuanto al protagonista de tus palabras, solo añadiré que su concepto de la maniobra táctica marcó la evolución de todas las órdenes de operaciones, desarrollándose plenamente, en mi opinión, en la aeromovilidad de hoy en día y plasmándose en planes como "FOFA" y "Air Land Battle 2000".

¿Y a que viene esto?. Pues a que creo y mantengo que ha habido personajes históricos cuya existencia se divulga más por su imagen y la del entorno que vivieron que por su realidad.

Y no. Para eso ya está la política.

Unknown dijo...

Que un militar sea un gran profesional y un gran estratega significa que es capaz de conseguir los objetivos de la manera más eficaz, es decir, con el menor número de víctimas para los suyos y para los contrarios, y, me imagino, con el mínimo coste material. Y sabemos que muchos mandos del ejército alemán eran exclusivamente militares profesionales, no necesariamente nazis.
Ahora bien, siempre me ha parecido difícil llegar a entender que un militar actúe puramente por el deber, siguiendo órdenes de sus superiores con independencia de sus convicciones o de sus patrones ideológicos. Por muy profesional que sea la actuación de un general y muy digno de admiración que sea por su capacidad para la organización, me parece que de algún modo debe de comulgar con las ideas de los políticos del momento, aunque sólo sea porque difícilmente estará en puestos de alto mando si fuese de otro modo. Y eso antes y ahora.

Saludos

Turulato dijo...

Luis, permíteme que abra un debate..

Siempre ha existido y, posiblemente, siempre existirá un conflicto sin solución, el de la obediencia debida. Prueba de ello es su presencia en la doctrina jurídica y su aplicación jurisprudencial, así como su análisis teórico.

Comparto intelectual y moralmente lo que comenta Kalia: ..difícil llegar a entender que un militar actúe puramente por el deber, siguiendo órdenes de sus superiores con independencia de sus convicciones o de sus patrones ideológicos.
Pero como he mantenido en diversas ocasiones no es fácil ni sencillo la aplicación real de lo anterior. Es más; en la inmensa mayoría de las ocasiones, es extremadamente difícil.
Y es así porque la vida real no es un comentario intelectual, tiene muchos matices y no suele ser ni "blanca" ni "negra", sino una composición de muy diversos "grises".
Y en muchos ambientes hay que decidir con prontitud, cuando no de manera inmediata -como suele ser el caso militar-, lo que no permite al individuo disponer de tiempo para examinar sus muchas dudas.

Hoy es fácil dictaminar lo ocurrido, pero no debemos caer en la simpleza de creer que quien vivió en determinado momento pudo apreciar, entonces, la realidad como la podemos sentir hoy. Ni la información disponible, ni la mentalidad social, ni la presión ante la decisión son las mismas.

Meditemos sobre el caso concreto de una unidad militar actuando en fuerza.. ¿Cualquiera que me lea y se encontrase con la responsabilidad de dirigirla, eximiría del cumplimiento de sus órdenes a aquellos componentes del grupo que no estuviesen conformes con sus decisiones y dudasen de la conveniencia de estas?.
La aplicación militar, la guerra -en la manifestación que sea- es un fracaso humano, una fractura, y como tal nos muestra la maldad y miseria de nuestra condición (y muchos casos individuales de gran nobleza). En ese campo de juego se desarrolla el partido..

Guderian se había bañado en la mentalidad Junker, lo que quizá nos explique parte de su comportamiento. Rechaza las órdenes que considera contrarias a su moralidad, pero cumple las de operaciones.
Por lo primero, se defiende como individuo; por lo segundo defiende la obligación que siente hacia Alemania.

Y para terminar. Nuestras actuales Ordenanzas Militares (promulgadas en 1978, tras la Constitución) -que mantienen alguno de sus artículos a pesar de haber sido declarado por el Tribunal Constitucional contrario a nuestra Norma Fundamental-, establecen nuestra regulación legal sobre la materia en sus artículos 32, 34 y 84.

Por un lado, el militar está obligado a acatar las órdenes de sus jefes. Podrá objetarlas, pero si su objeción perjudica a la misión, solo podrá hacerlo tras cumplirla -o sea, denuncia-.
Cuando la orden entrañe la ejecución de actos manifiestamente contrarios a las leyes o usos de la guerra, constituyan delito o vayan contra la Constitución, no está obligado a obedecerla (¡ojo!; no dice "no la obedecerá" -imperativo-). En todo caso -recalca- el militar asumirá la grave responsabilidad de su acción u omisión.
Por otro, todo mando tiene el deber de exigir obediencia, aunque no podrá ordenar algo contrario a las leyes, usos de la guerra, que constituya delito o vaya contra la Constitución.

La razón es muy clara. En el despanzurre estructural, social y humano, de una guerra, cuando nos hemos empeñado en destruir toda convivencia y eliminarnos, cuando podemos desaparecer, la Historia nos muestra que la Sociedad exige a sus Fuerzas que logren su supervivencia. Como sea y sin sutilezas.

Luis Caboblanco dijo...

Además de estar en esencia deacuerdo con todo lo expresado y agradecer las acotaciones jurídicas que Turulato nos indica (y que yo no conocía) me atevo a subir un escalón la discusión.

Toda norma jurídica, por sus imperfecciones y vacíos, acaba proporcionando un cierto paraguas protector para conductas que deberían ser perseguidas por ella pero que han sido realizadas por personajes suficientemente listos para esquivarla. El término "obedicienda debida" es especialmente preocupante en ese sentido. Mi impresión es que, como todo en la vida, cierto grado de responsabilidad en cuanto a las consecuencias de ciertos actos deriva expresamente del sentido común y la bondad del individuo, y ni todos los mortales hemos sido bendecidos con ellos, ni todos los hemos conservado en su justa medida. ¿Acaso no podrían los soldados holandeses que acabaron retirándose ante los servios, haberse negado a volver grupas para proteger a los inocentes que acabaron quedando desamparados? ¿Es posible, Turulato, que veamos como un grupo de soldados se niega a cumplir una orden, por acción y no por omisión, y acaba dando lugar a una buena acción...?

Escabrosísimo tema me parece. El soldado acepta, en el momento de su conversión, que deja de ser un civil y que a partir de ahora un margen de decisión se limita a la horquilla más estrecha o ancha que le permitan sus órdenes. De eso no solo son responsables ellos sino también el global de la sociedad que habilita el soporte jurídico de ese comportamiento, ulteriormente, nuestra Constitución.

Guderian actuó de forma conveniente. Cuando se le ordenó tomar Smolenks se limitó a cumplir sus objetivos haciéndo uso de su ética militar, de su sentido común y respetando el estricto (muy estricto) código militar de inspiración prusiana que le regía. Si luego llegaron individuos vinculados a las SS que, más o menos a retaguardia, se comportaron de manera indigna para el género humano es otro problema y ante él, Guderian entendió que servía mejor a su país permaneciendo en su puesto que retirándose a su casa.

¿Qué hubieramos hecho nosotros?

Ramiro dijo...

Yo intenté digerir el libro este Verano, pero sinceramente, se me hizo un poco tostón y lo acabé substituyendo por "Vida y Destino " de Vassili Grossman, quien narra la misma película, pero desde el otro lado de la pantalla.

En todo caso (desde que me hago mayor divago demasiado), y volviendo al tema que nos ocupaba, me parece que la biografía de Rommel es un tanto más interesante, en tanto que migra de ser el niño bonito del Régimen, héroe de la campaña francesa y africana, a caer en desgracia frente a advenedizos del Partido. Sus últimos momentos, antes del suicidio ordenado por ¿Hitler? me parecen de una dignidad aplastante...

Turulato dijo...

Sigamos ....

Una de las técnicas de análisis de pensamiento que me ha resultado más productiva es la que denomino "del nudo gordiano"; suelo aplicarla cuando me encuentro ante alguna disyuntiva que no consigo superar. Consiste en comprobar si el plano analítico en el que actúo es el que atañe al caso y si no puedo utilizar otro que me permita aclarar mis ideas.

Y creo que es la ocasión de hacerlo, pues si mantenemos fijo nuestro análisis sobre la disciplina militar nos atascaremos o, lo que es peor, plantearemos ideas que poco tienen que ver con la realidad.

Vivimos en Sociedad. Y eso implica que todos y cada uno de nosotros tenemos limitada parte de nuestra capacidad de obrar en beneficio de los demás. En roman paladino, no podemos hacer lo que nos da la real gana y cedemos parte de nuestro Derecho y Libertad a aquella Sociedad que nos acoge.
(Quien quiera conocer los antecedentes básicos de este concepto puede leer a Locke, Hobbes y Rousseau)

Como consecuencia de dicha cesión de parte de nuestra libertad y derechos, aquella sociedad establece unas normas de todos y para todos, que no son normas morales -pues castigan a quien las vulnera con una sanción material y no solo espiritual-, ni sociales -pues no se limitan a reprobar su incumplimiento-, sino que son Derecho.
Y es Derecho el conjunto de normas que nos permiten convivir, sin que tengamos que irnos dando garrotazos unos a otros.
Pero como el Humano es como es, no queda más remedio, en beneficio del mantenimiento de la necesaria convivencia, que el Poder que nos gobierna imponga el cumplimiento del Derecho y, en consecuencia, castigue a quien lo quebrante.

Si, según le pareciera, cualquiera pudiera eludir sin castigo las normas jurídicas, estaríamos ante una sociedad en que se haría lo que deseasen los más fuertes, pues, ante la inexistencia del Derecho, el único camino disponible, para poder ser quien somos y ejercer como tales, sería el del garrotazo y tente tieso a quien se oponga a lo que creo que me corresponde.
No, el Derecho está para cumplirlo siempre y no solo cuando nos complace.

Luego Derecho y Fuerza van indisolublemente unidos. Y así ocurre en el campo internacional.
Pero, en este campo, entre naciones soberanas, ¿cual es el poder que sanciona en Derecho a quien no cumple las normas y no respeta los derechos ajenos?.
Pura y simplemente, en este momento, no existe. Y es muy posible que la debilidad de la exigencia del Derecho Internacional sea uno de los mayores problemas de nuestro tiempo.

Cuando, en consecuencia, un Estado ve vulnerado lo que estima su derecho por otro estado y la disputa ni se soluciona por medios pacíficos ni es tolerable, acude al empleo de la Fuerza.
Y como nada se prepara de la noche a la mañana, dispone de unas Fuerzas Armadas. Y estas están muy reguladas, estrictamente reguladas.

¿Cabe, en algo que pueda denominarse sentido común, que la sociedad arme a alguien para que la defienda y no le imponga un exacto cumplimiento de lo que desea?. Sería suicida.
Y el poder armado otorgado debe y tiene que ir en consonancia con una obediencia extrema de aquel que lo ejercita.
Que nos guste o no, que nos agrade o nos repugne el concepto, es absolutamente indiferente. Eso es lo que demuestra la Historia y el comportamiento de la Humanidad.

Porque Sbrenika no deja de ser, precisamente, la demostración de adonde conduce la falta de realidad actual del Derecho Internacional Público y la inexistencia de unas órdenes claras, concisas y concretas para las unidades militares.

Y los militares tienen que atenerse a lo dispuesto. Guste o no.

Para finalizar, quiero recordar lo manifestado por el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Canadienses de Defensa -no tienen varios ejércitos, sino todo en uno- ante su Parlamento cuando este trataba la incorporación de la mujer a las Fuerzas de Defensa.
Regulen sus señorías lo que quieran, que, por muchas leyes que promulguen, en combate la única ley aplicable la dicta el enemigo

¿Me contradigo?. Creo que no. Si en una situación tan extrema y dura como la guerra, dejamos libertad a la decisión del individuo para optar, el resultado sería posiblemente "maricón el último".

Que.., quizá sería bueno.

Luis Caboblanco dijo...

Curiosamente, aunque los lectores tienden a poner en el mismo nivel a Rommel y Guderían, ambos no tienen nada que ver por lo menos, en cuanto a carácter. El primero de ellos era Suabo, una zona de Alemania asociada a la gente sencilla, trabajadora, del campo, directa y campechana. Guderian era bávaro, representante de la tradición aristocrática y militar, más altanero, serio, protocolario, etc...

Rommel se ha visto beneficiado por una historiografía más completa y un tratamiento más legendario (Asociado a la personalidad de su rival, Montgomery). Lo cierto es que posiblemente haya sido de los mejores jefe de compañía, peloton y regimiento pero que su efectividad bajaba algo cuando mandaba unidades a nivel de cuerpo de ejército, además de su proverbial habilidad para no estar nunca en el sitio adecuado... Sin embargo su suicidio lo ha "ayudado" algo a la hora de balancear sus méritos. En cuanto a su participación en el atentando de Hitler o su conocimiento del mismo es más que dudoso. Lo cierto es que hay argumentos para apoyar ambas posturas, incluida una carta a su mujer en la que se alegraba de que Hitler hubiera sobrevivido... posiblemente porque sabía que su correo estaba intervenido.

Por otro lado, evidentemente el ejército tiende a actuar en escenarios en los que legalidad (nacional o internacional no tiene mucho sentido) Las reglas, es cierto, solo las dicta el enfrentamiento. En cualquier caso, en un enfrentamiento (de cualquier tipo, no solo militar) acaba triunfando el que se conoce mejor así mismo que es tanto como decir el que acepte que un ejército es justo eso, un ejército, y se avenga a utilizarlo como tal, sin hipocresías y doble moral. El que en este país se haya formado una unidad militar de emergencia (UME) que depende diretcamente del presidente del gobierno (bordeando por tanto la incostitucionalidad) es una mamarrachada. Puede que a algunos nostálgicos o progres de nueva generación les "ponga" ver a un militar con una boina amarilla apagando un fuego... SOBERANA MAJADERÍA... ya que lo han estado haciendo toda la vida, sin necesidad de cambiarles la gorra ni la vestimenta. Lo que se ha intentando es un cambio de imagen que solo sirve para ganar cuatro cochinos votos, crear un ejército dentro del ejército y tomarme a mí como un imbécil... y eso me molesta.

A ver si nos damos cuenta de una vez y actuamos con algo de responsabilidad, no haciendo que algunos tengan que pasar por un auténtico bochorno.

Unknown dijo...

Veo que el tema se abre en múltiples ramificaciones todas ellas dignas de interesante controversia. Unas son de índole histórica, otras políticas y otras de Filosofía del Derecho. En relación con esto último, quizá el tema que a mí más me hace pensar es el del conflicto moral en el que en ocasiones nos hallamos. Partiendo, claro, que hablemos de actuaciones guiadas por pautas éticas.

Plenamente de acuerdo con la idea de que el ejército necesita que nadie cuestione las órdenes; simplemente se asumen y se llevan a cabo. Cuando no hay un mando claro, o cuando éste flaquea o da tumbos de un planteamiento al opuesto, la debilidad que ello conlleva terminará en derrota necesaria. Y al parecer esto no dista mucho de lo que ocurrió en el ejército republicano en España y explicaría el resultado final de la contienda.

Pero sobre todo me parece digno de reflexión el tema de la oposición moral, del que es un buen ejemplo éste del que estamos hablando: el difícil conflicto en el que se encuentra a veces el individuo (entendamos aquél que tiene capacidad de decisión, de mando) que debe optar por seguir el dictado de su conciencia o las órdenes que ha de ejecutar por razón de su profesión o incluso por su lugar en la Historia. Y la Tragedia siempre surge cuando se produce una dicotomía entre fuerzas opuestas, entre deberes opuestos. Por eso, entre otras razones, no es nada fácil juzgar los comportamientos en la Historia.

Es un placer leer opiniones razonadas y comprobar que en el debate uno se interroga acerca de algunas cuestiones fundamentales para el ser humano.

Turulato dijo...

¡Muy bien Kalia!. Al fin llegamos, en mi opinión, al corazón del asunto. Y no hablo solo como comentarista, sino como jefe del Ejército; dejo atrás mi postura como jurista..

Hace muchos años, en mi juventud, vi una película que trataba del enfrentamiento, durante la Segunda Guerra Mundial en una isla del Océano Pacífico, entre una pequeña unidad americana y otra japonesa.

En un momento dado, una pareja de japoneses, que se acercan reptando a las posiciones de los americanos para intentar averiguar algo sobre estos, susurran entre ellos...
"Mira, aquel es el jefe", dice uno.
"¿Y cómo lo sabes?", pregunta su compañero; a lo que el primero responde:
"Porque está solo"

Solo. Ese es el sentimiento y la sensación de todo aquel que dirige a otros y asume, con absoluta plenitud, la responsabilidad de la decisión que afecta a todos.

Te preparan, te preparas -si tienes dos dedos de frente- durante años. Con independencia de otros compañeros muertos en sangre, cinco de mis alumnos de la Acedemia General han caído...
¿Lo hice bien, suficientemente bien como profesor?. ¿Enseñé lo que debía?.. No hay respuesta; no lo sabré nunca.

Y quedan, cada día más, los resultados .... -¿cómo llamarlos?- humanos de tus decisiones.
¿Hice bien, podía hacer otra cosa, qué les habrá pasado, ...?.
Porque el problema hoy en día, amigos, no es el cumplimiento o no de órdenes que chocan contra la conciencia, que también..

El gran problema, dado el número de operaciones, pésimamente denominadas, de paz -que son de guerra, pues rota toda estructura sociopolítica solo las Fuerzas Armadas pueden restablecer por la fuerza un mínimo de convivencia- es que los gobiernos intervienen en defensa de ciertos intereses propios, pero siempre de cara a la galería...
Y no hay órdenes. Si sale bien, eres un oficial como debe ser, pero si sale mal, pon el culo que para eso naciste, pues ningún político perderá un ápice de su carrera por ti y negará, si es preciso, a su santa madre..

Y a decidir.. Y no solo no es fácil, sino que nunca sabes, ni sabrás, si lo estás haciendo bien, por la simple razón de que nunca sabes, ni sabrás, todos los elementos que intervienen en la situación que vives.

Al final.. Siempre dije: Cumplid mis órdenes, porque todo lo que hago es para procurar que vosotros y yo volvamos vivos a casa con dignidad.

Nacho dijo...

Muy interesantes todos vuestros apuntes y aún más las reflexiones acerca de la obediencia debida.

Creo que estamos de acuerdo en lo peligroso del concepto y de como el patriotismo, tantas veces último refugio de los canallas, ha cobijado a tantos "buenos profesionales" de un oficio que q antes consistía en retroabastecerse o directamente provocar guerras con las que dar sentido a vidas orientadas a eso.

Guderain, como muchos junkes, como muchos alemanes se lo pasaron de maravilla mientras jugaba a conquistar el mundo. El ejército alemán, al que ahora se le intenta salvar la cara, no empezó a mostrar una oposición clara a Hitler hasta que la guerra se torció del todo. Por otra parte, sino directamente que también indirectamente, las matanzas y deportaciones de las SS necesitaron de un socio necesario como fue la werchmart...

Un saludo y adelante con estos debates tan interesantes.

PD: que no te condenasen en Nuremberg pues tampoco significaba mucho...la tenías que haber hecho muy gorda y tanto los americanos como los rusos necesitaban funcionarios, los militares también lo son, para levantar sus respectivos aparatos estatales en la Alemania de postguerra.

Edem dijo...

Ummm, yo suelo pensar, que "La Violencia es el ultimo recurso del incompetente". Pero tambien que si empiezo una pelea, como decia mi abuelo, haz lo que sea para que sea el otro el que la acabe en el suelo.

En el caso de Guderian... vale, fue un maginifico general, y sus tacticas eran impresionantes. Pero claro, es de esas familias Junkers, de las que tradicion, honor y demás, todavia seguia vigente.

Pero hasta donde llega el patriotismo, el honor, cuando tus propios compatriotas estan haciendo actos abominables?. No se, no se. Y este no podia justificar "yo no sabia nada".

El Patriotismo, el Deber, justifican dar una cabezada hacia atras por lo demás?.

Y no nos engañemos, como se engañan los gabachos. Los alemanes estaban con Hitler. Claro, es comprensible... pierdes una guerra, y una figura te dice que te han engañado, que te mereces lo mejor, y que tu pueblo está destinado a ser los señores de un imperio sin fin... Y luego ves como tus tropas barren al enemigo durante años.

Pero tenian que saber algo. Y tendrian que haber echo algo. Como los de la Rosa Blanca, por ejemplo. O como los oficiales que intentaron matar a Hitler en el 20 de Junio.

No se, yo creo que un Oficial, además, debe ser un caballero, y mas un Junker de la vieja nobleza, de la vieja escuela. Hay cosas por encima del deber. Y apoyar a los nazis, en ese momento, era lo que no debia hacer. Por eso, creo que si debieron juzgarle, pero por Omision. No hacer nada, cuando podria haberlo echo, es lo mismo que participar en los crimenes, a mi entender. Siempre podria haber ido a Inglaterra, rendirse o simplemente dimitir. Hubiera sido lo moralmente correcto.