jueves, 7 de abril de 2005

El Muro de Adriano

Adriano avanzó con paso firme y, en pocos momentos, ascendió a la cima de la colina. A su lado le flanqueaban el Legado de la legión XX, y dos de sus asistentes personales: Cesio, un antiguo administrador Imperial que llevaba dieciocho meses en la provincia y no paraba de engordar y Flaco, un condecorado centurión retirado que ahora ejercía de praefectus fabrum de la VI. Más alejados, los componentes de una turma de caballería se desplegaban alrededor de la colina, listos para responder a cualquier ataque. La situación era tranquila desde hacía meses, pero aquello era Caledonia, y con los pictos nunca se puede estar seguro. Desde lo alto del promontorio, el emperador escrutó pensativo el horizonte durante unos momentos, miró a Cesio y se limitó a señalar:

- Aquí será…

Cesio, todavía resollando a causa del fuerte ritmo que Adriano había impuesto en la subida, frunció el ceño con las escasas fuerzas que le quedaban. Entonces ¡era cierto! ¡Se proponía construir un muro…y de costa a costa nada menos!

- Señor – dijo Cesio – Serían casi 80 millas romanas…no hay canteras cerca; las legiones están al límite de sus fuerzas y…

- Flaco, ¿tú estás al límite de tus fuerzas? – le pregunto Adriano. El huesudo veterano se limitó a entornar una sonrisa socarrona y miró de soslayo a Cesio, con una mueca de indisimulado desprecio. Adriano volvió a dirigirse a Cesio – Confías poco en las águilas de Roma, Cesio – le dijo – no olvides que nos trajeron hasta aquí.

El emperador viajero, fijó la vista en el horizonte una vez más, y luego se agachó despacio para coger un puñado de aquella tierra rojilla y arcillosa que cubría la piel de aquella parte del mundo. Mientras la dejaba escapar entre sus dedos, miró con una media sonrisa a Flaco y ordenó – Flaco, prepara a tus hombres; tienen que levantar un muro…

…Y un muro levantaron. Por espacio de cinco años, entre el 122 y el 127 D.C, miles de hombres pertenecientes a las tres legiones de guarnición en Britannia, participaron en aquella obra colosal, que marcaba de hecho la frontera administrativa entre la civilización romana y el mundo bárbaro. Resistió varias acometidas en los años siguientes, fue traspasado en varias ocasiones y alrededor de sus muros se sucedieron batallas, traiciones y asesinatos, pero se mantuvo en pie hasta que, en el 409 D.C, Honorio decidió el traslado al continente de la última unidad militar romana que servía en la Isla. Si queréis, vamos a dedicar unos minutos a aprender algo más de esta obra de ingeniería. Seguro que al terminar, tendremos claro que estamos hablando de algo más que de una tapia.

¿Dónde estaba situado?
De hecho, aún está, aunque sólo hayan sobrevivido los cimientos y algunas secciones incompletas. Se extendía desde Wallsend en el oeste hasta Galway Firth, en el este. En total 117 kilómetros a través de valles y suaves colinas, en las tierras del centro de Escocia, para los romanos, Caledonia.

¿Sólo es un muro?
Aunque todo el mundo lo conoce como “El muro de Adriano”, sería mucho más correcto hablar de Vallum Adriani. La distinción no es gratuita. “Muro”, en latín, es foscae, mientras que Vallum, que es como los romanos lo conocían, significa un “conjunto de fortificaciones defensivas”; Por el eso el “muro” sólo es una de las cuatro partes en que se dividía la construcción, a saber: un muro de piedra con un foso en forma de V delante, una serie regular de fuertes, castillos y torres que albergasen a la guarnición que cuidaba la frontera, un conjunto de trabajos en la tierra denominados Vallum y una eficiente red de carreteras para el movimiento de soldados y suministros.

¿Cómo era cada una de las partes?
El muro propiamente dicho, se levantó hasta alcanzar una altura uniforme de 4,5 metros, desde el borde hasta el terraplén, con un parapeto y almenas de 1,8 metros adicionales. El frente era de piedras obtenidas de las canteras cercanas. El relleno era de cemento de limo y escombros, aunque en algunas secciones se empleó arcilla o incluso turba. El ancho varía desde los 1,8 metros hasta los 3 en las zonas más comprometidas. El foso de enfrente del muro era de unos 8,1 metros de ancho de media, con una profundidad de unos 2,7 metros.

El Vallum era un foso de fondo plano, de unos 2,4 metros de ancho en el fondo y 6 en la parte superior, con unos 3 metros de profundidad. La tierra sobrante se apilaba de forma cuidadosa en dos montículos a cada lado del foso. Cada montículo era de 6 metros de ancho y 1.8 metros de alto con revestimiento de césped colocado de tal forma que había una distancia de 30 metros de cima a cima. El Vallum sólo se podía cruzar por unos fuertes determinados donde había puentes de piedra. El objetivo del Vallum parece que era el delimitar el fin de una zona militar tras el muro, representando un obstáculo considerable para cualquier fuerza hostil.

Los fuertes eran la parte más importante del muro, contándose 17 de ellos a lo largo de todo el trayecto. Cada fuerte variaba en tamaño, desde 0,5 hasta las 2 hectáreas, siendo de planta rectangular y un 50% más largos que anchos. Todos eran del mismo modelo con variaciones mínimas. Se construyeron en las siguientes ciudades, empezando desde el Mar del Norte: South Shields (Arbeia), Wallsend (Segedunum), Newcastle (Pons Aelius), Benwell (Condercum), Rudchester (Vindovala), Halton Chesters (Onnum), Chesters (Cilurnum), Carrawburgh (Brocolitia), Houesteads (Vercovicium), Great Chesters (Aesica), Carvoran (Magnis), Birdoswald (Banna), Castlesteads (Camboglanna), Stanwix (Uxelodunum), Burgh - by - Sands (Aballava), Drumburgh (Congavata) y Bowness (Maia).

Los castillos milenarios (nada que ver con el halcón…) eran un tipo menor de fortificación. Se situaban uno respecto del otro a una milla romana de distancia (1,474 metros). De forma rectangular, tenían unos 15 o 18 metros de ancho por unos 18 o 21 metros de largo. Había una entrada en la zona norte, que formaba parte del muro en si, y otra en la zona sur para permitir el paso de hombres y suministros. Dentro de los castillos milenarios había dos construcciones de madera; un barracón para la guarnición de 20 hombres, el otro para repuestos y equipo y, probablemente, caballos. Unas escaleras de piedra comunicaban con la parte superior del muro.
Entre los castillos milenarios se situaban dos torres, a una distancia de 492 metros de cada castillo, con lo que se conseguía que hubiese un punto fuerte cada esa distancia. De nuevo, las torres eran de diseño regular, cada una de ellas de unos 6 m2 de planta. Tenían dos pisos que se comunicaban por una escalera interior. El piso inferior tenía los instrumentos de cocina y el superior era para dormir. La guarnición de la torre era de 4 soldados, dos de los cuales estaban de guardia constantemente.

Los repuestos y los movimientos de tropas se realizaban por medio de las puertas construidas a lo largo del muro, pero tras cierto tiempo se construyó una carretera militar, de fecha incierta. Iba de castillo en castillo, con caminos de tierra compactada para llegar a las torres y era el doble de ancha que una carretera romana “normal”.

¿Quiénes lo defendían? ¿Cuántos eran?
El Vallum fue íntegramente construido por legionarios de las tres legiones acantonadas en Britannia, que eran quienes atesoraban la destreza para hacerlo, pero su guarnición estaba constituida, también íntegramente, por fuerzas auxiliares, es decir, no legionarias. Para que os hagáis una idea de cual era la situación en la provincia, sólo los campamentos que se distribuían a lo largo del muro, tenían capacidad para albergar a 16.000 hombres. Otros campamentos, en posiciones más retrasadas, acumulaban alrededor de 5.000 militares. Por último, las tres legiones britanas acumulaban 15.000 hombres más. Es decir, que mientras en Hispania, una legión controlaba más de medio millón de kilómetros cuadrados, en Britannia, para una superficie de un tercio, eran necesarios unos 36.000.

¿Había alguna posición más adelantada al Muro?
Unos años después, ya con Antonino Pio como emperador, se construyó un nuevo muro a unos 60 kilómetros al norte del anterior, pero de manufactura más pobre y realizado íntegramente en adobe. Se abandonó en el 180 D.C. al tomar conciencia la autoridad romana de que era imposible de defender. En cualquier caso, siguió habiendo posiciones avanzadas delante del muro de Adriano, como el fuerte de Uxerilondum a unos 51 kilómetros por delante de aquel; posiblemente, el destino más peligroso del Imperio.

¿Cuántas veces fue rebasado? ¿Cuál fue su final?
Los pictii lo rebasaron, al menos, en tres ocasiones (197, 296 y 367 d.C.), con resultados inciertos para la población de la provincia ya que, aunque los cronistas hacen referencia a la penetración enemiga, parece que en todos los casos la situación se controló movilizando a las legiones y enviando refuerzos de Germania e Hispania. Además, hay documentadas decenas de incursiones más limitadas que se eliminarían apelando a las guarniciones de los fuertes cercanos. En el 409 D.C. Roma se desentendió de Britannia y regresó al continente a las tropas estacionadas en las islas, con lo que el muro, dejó de ser una solución defensiva viable.
Se conservan misivas esclalofriantes de hermano a hermano o de hijos a madres, sobre las condiciones de servicio en el muro. Modernos estudios han intentado reconstruir una hipotética cantidad de bajas, desde el comienzo de la actividad del muro hasta su abandono, en base a listas de muertos, cartas de Legados provinciales, listas de reclutamiento y estelas funerarias.
Se calcula que mantener vivo el muro esos 300 años, costó la vida a 60.000 personas, en su mayoría, no britanos.
Britannia es la única provincia romana donde no se produjo la deserción de una unidad completa, durante toda la época imperial.
D.E.P







1 comentario:

Anónimo dijo...

No deserto ninguna, pero tengo entendido que si "desapareció" una, ¿la IX Hispana?
¿es eso cierto?.
Gracias por tu blog, es sencillamente sensacional