lunes, 29 de diciembre de 2008

Viriato, el pastor lusitano


... Y el caso es que, para lo poco que sabemos de este hombre... ¡Lo que nos ha cundido! Pastor lusitano para los portugueses y extremeño para los españoles, ambas naciones – perdón por lo de nación... no era mi intención ofender a nadie – hemos recurrido a Viriato para más lustre de las tradicionales virtudes patrias que, parece ser, son bien similares en ambos países. Sinceramente, muy poco es lo que sabemos del origen de este hombre pero, como en el caso de la mayoría de aquellos a los que se puede catalogar de extraordinarios, importa bien poco.

El caso es que, alrededor del 150 a.C. un tal Servio Sulpicio Galba mandaba a las legiones de Roma que se entretenían intentando canear a los abuelos de nuestros abuelos. Galba, taimado militar, amagó en varias ocasiones con lanzarse contra los lusitanos pero éstos, viendo la que se les podía venir encima, le mandaron embajadores con el fin de llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes. Galba les recibió pero, una vez desarmados con vanas excusas, pasó a cuchillo a todo el que no fue lo suficientemente rápido para salir a la carrera y claro, uno de los más rápidos, parece que fue nuestro Viriato.

En los años siguientes los Lusitanos trataron de devolver el golpe pero, forzados de nuevo a ponerse a la defensiva, fueron cercados en alguna ciudad de lo que ahora es la moderna Andalucía; mientras los romanos se repartían los despojos derivados de su más que predecible triunfo, al otro lado de la muralla Viriato se ofrecía para salvar a sus compatriotas con una estratagema curiosa... el recién elegido caudillo se lanzaría con sus tropas contra las legiones romanas para que éstas no tuvieran más remedio que romper el asedio y prepararse para el ataque e, inmediatamente, se daría la vuelta para que en la confusión subsiguiente, cada saliera por donde pudiera. No sabemos de forma exacta si fue así pero el caso es que bien, salió.

En los días sucesivos, Viriato, con el pecho como un palomo debido a su florida victoria, siguió dando quebraderos de cabeza a las legiones con el invento español más genuino de todos los tiempos: la guerra de guerrillas... con tan buen resultado que hasta el Cónsul Cayo Vetilio cayó victima de sus emboscadas y abandonó este mundo con una espada lusitana entre pecho y espalda. Los años siguientes son escenario de un toma y daca constante entre Viriato, ya convertido en jefe de todos los lusitanos primero, y de una gran confederación de tribus ibéricas después, y los romanos hasta que un buen día, agotados ambos bandos, firman una especie de paz armada en el que los hijos de la loba reconocen al portugués como Dux o líder indiscutible de su pueblo agregando en el paquete el curioso título de "amigo del pueblo romano".

Pero, al igual que para los entrenadores la confirmación es el paso inmediatamente anterior a su destitución, el ser elegido amigo molón de los romanos siempre ha sido una candidatura firme a levantarse con la cabeza separada del cuerpo. Un año después de la firma del tratado, en el 139 a.C. los romanos contactaron con tres embajadores lusitanos, Audax, Ditalco y Minuros y les preguntaron aquello de... ¿Y que me costaría a mí esto? Costar, costó poco... poco menos que acercarse al cuerpo de Viriato mientras dormía y darle muerte de la peor manera posible y cobrar, cobraron... más no como ellos habrían deseado; cuando se presentaron al socio capitalista, el cónsul de turno les espetó eso de “Roma no paga a traidores”, se declaró no conforme la factura y fueron igualmente escabechados.

Viriato murió pero no así la causa lusitana. A pesar de la muerte de aquel líder irrepetible, los guantazos siguieron yendo y viniendo sin solución de continuidad hasta que demográficamente agotados y rodeados por Roma y sus tribus amigas, fueron pacificados definitivamente alrededor del 60 a.C. por un chaval que en aquel entonces estaba empezando pero prometía... un tal Julio César.

3 comentarios:

padawan dijo...

Ah, Viriato, le dió nombre a la calle en la que estuve viviendo una temporada :)

E.M.López dijo...

Me encanta como relatas la historia. Saludos.

Que el año nuevo te llegue colmado de salud, amor, éxitos y aventuras inolvidables. Y que nos sigas relatando la historia tan bien como tu sabes.

Besos.

Anónimo dijo...

Partiendo de lo dudoso de adjudicar nacionalidades previas a las naciones que las refieren, Viriato sería en todo caso, portugués, y la guerra de guerrillas lo mismo.